POR HERNÁN ANTONIO BERMÚDEZ

Como a muchos países que escasamente figuran en el mapa literario, a Honduras no le ha faltado buena literatura,

 

Horacio Castellanos Moya (1957) es uno de los escritores más originales de la Centroamérica actual. Cuentista y novelista, inició su carrera narrativa en 1981 con el libro de relatos ¿Qué signo es usted, niña Berta?, publicado en Honduras.

Mitad hondureño –nació en Tegucigalpa–, mitad salvadoreño –transcurrió su infancia y adolescencia en San Salvador–, Castellanos Moya ha escrito, además, tres libros de cuentos –Perfil de prófugo (1987), El gran masturbador (1993), Con la congoja de la pasada tormenta (1995)– y once novelas –La diáspora (1988), Baile con serpientes (1996), El asco: Thomas Bernhard en San Salvador (1997), La diabla en el espejo (2000), El arma en el hombre (2001), Donde no estén ustedes (2003), Insensatez (2004), Desmoronamiento (2006), Tirana memoria (2008), La sirvienta y el luchador (2011) y El sueño del retorno (2013)–.

En 1995 publicó un brillante libro de ensayos, Recuento de incertidumbres: cultura y transición en El Salvador, y otro en el 2011, La metamorfosis del sabueso. Varias de sus obras han sido traducidas a otros idiomas y, a partir del 2001, sus libros han sido publicados por Tusquets Editores. Cabe destacar que a temprana edad publicó Poemas (1978), y que en 1979 poesías suyas aparecieron en La margarita emocionante, antología poética presidida por la huella de Roque Dalton.

Castellanos Moya anda siempre de paso, errante como pocos. Su nomadismo le ha llevado de San Salvador a Toronto, de San José a México D. F., de Madrid a Barcelona, de Pittsburg a Frankfurt, de Tokio a Iowa City.

En su vasta obra de ficción relumbra un agudo sentido de las posibilidades formales de la escritura en función de sus necesidades expresivas. Despliega siempre un diestro manejo del lenguaje capaz de sacarle filo a la palabra escrita hasta convertirla en estilete, en arte mortífero.

Descreído y escéptico, ha sabido recrear con maestría la atmósfera de posguerra de El Salvador, tras el infierno del conflicto sangriento de los ochenta, que tantas víctimas arrojó. Por encima del trasfondo histórico de su espléndida ficción reluce y brilla un extraordinario vuelo imaginativo donde campean el humor y la ironía, que Horacio Castellanos Moya no vacila incluso en interpolar con elementos fantásticos, como en Baile con serpientes.

Se trata, además, de un autor dotado de un singular talento para otorgarle voces supremamente individualizadas a sus personajes. Castellanos Moya posee un certero sentido del «oído» que le permite delinear con precisión afiladísima el grano-de-la-voz de sus creaturas narrativas, lo que les confiere peso y consistencia.

Sobresale El asco, una novela que busca parodiar el estilo de Thomas Bernhard de manera irreverente y donde a menudo calza más la desviación que la fidelidad al modelo. Allí, con el cepillo a contrapelo, desmantela –con irrisión y sarcasmo– las certezas establecidas y la mitología de la mal llamada «identidad nacional» de la comarca centroamericana.

En definitiva, se está en presencia de un narrador que sabe entretejer historia y ficción, con el instinto de juego siempre a su alcance y un endiablado dominio del oficio. Conviene leerlo.

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