«Casi nunca tengo un plan, lo que sí sé desde el principio, una vez que la idea necesita salir, es cómo lo voy a contar, en qué registro, con qué elementos, qué tipo de aliento»

Fotografía de Lis de Nazareth

Laura Baeza, mexicana nacida a finales de los 80. Sus libros de cuento son Ensayo de orquesta (Feta, 2017), Época de cerezos (Paraíso Perdido, 2019) y Una grieta en la noche (Páginas de espuma, 2022). Con atención particular y como amante del cuento, antologó Mexicanas. Trece narrativas contemporáneas (Fondo Blanco, 2021); su primera novela es Niebla ardiente (Alfaguara, 2021). A día de hoy escribe contenido creativo y artístico para distintas empresas y medios, además de dar clases de escritura.


Puedes hablarnos de tus obras publicadas hasta el momento: qué tipo de libros se tratan, dónde los has publicado, qué temas abordan.

Hasta hoy son tres libros de cuentos, los dos primeros publicados en México, el tercero y mi novela en México e Hispanoamérica: Ensayo de orquesta, que es de 2017, Época de cerezos, de 2019, y Una grieta en la noche, mi más reciente libro de cuentos, que es de 2022. Niebla ardiente, mi primera novela, es de 2021. Todos vienen desde mis obsesiones y preocupaciones: la música sinfónica en un contexto social actual, un desastre humano, como una explosión nuclear que sucede en el sur de México; la familia, la violencia sutil y estructural, la ciudad y el rescate de la memoria en mi novela. Uso la narrativa como forma de expresión, de momento estoy en ello y creo que así será por un tiempo.  

¿Cuáles son tus autores de cabecera: quiénes te influyeron más en tus comienzos? ¿Puedes citar algún autor o autora que hayas tratado de tomar como modelo?

De adolescente leía de todo, comencé en bibliotecas con autores de fantasía, después puse mi atención en el realismo y ahora, leyendo más a consciencia, leo mayormente mujeres y a mis contemporáneas, es lo que me interesa y ahí también veo mucha identificación entre temas y su tratamiento. Uno de los cuentistas-novelistas que leía siempre era a Sergio Pitol, fue una lectura recurrente que me ayudó a leer a consciencia a mis autoras de hoy. 

Como autora de narrativa, ¿qué innovaciones encuentras en los libros editados en los últimos años: qué tendencias te interesan más y cuáles crees que representan mejor tu trabajo? 

Me gusta que hay una apuesta por el lenguaje, se tocan temas interesantes pero no se quedan solo en la anécdota. Por ejemplo, Fernanda Melchor lo ha hecho de maravilla, corre riesgos y propone. Lo mismo Selva Almada, Fernanda Trías, Solange Rodríguez, ahí hay trabajos muy buenos de forma y fondo. Me gustan los matices, la narrativa insólita de Valeria Correa o Guadalupe Nettel. Pero también el terror de Mariana Enríquez y las ficciones breves e hiper breves también de terror de Patricia Esteban. En cada una de ellas, que las leo, me encantan y siento identificación literaria, siempre encuentro algo que me dice más o menos por dónde ir y a quiénes más leer.  

Actualmente, existe un debate entre la literatura de realidad y ficción, y también abundan libros donde se produce la mezcla de géneros, en los que el ensayo y el testimonio personal se confunden, etc. ¿Crees que esta discusión acerca de la naturaleza de los géneros narrativos se ha dado siempre, o se está manifestando ahora con mayor intensidad? 

Quizá ha estado más presente de lo que pensábamos pero ahora es más accesible, no hay una necesidad de colocar límites y etiquetas. Los géneros que podríamos denominar fluidos funcionan porque dicen algo sin ajustarse a un modelo y ese riesgo hace que les pongamos más atención. Cada uno de estos géneros siempre ha estado y seguirá presente, pero así como vemos la realidad desde otro punto, pueden tratarse fuera de la órbita de lo convencional. Pienso en quienes dicen que hay un exceso de autoficción o de la literatura del yo, literatura autoreferencial que le roba terreno a la ficción convencional, y es que si analizamos a detalle la producción nacional o en cierta lengua y la global, siempre habrá un exceso de todo, pero los lectores van hacia lo que les interese. No lo veo como un error, me gusta que todo confluya porque es resultado de lo que leemos, consumimos en formatos audiovisuales, digitales, de nuestras influencias y demás. La confusión o este debate puede venir también de que estamos expuestos a tanto que algunos piensan que un género en particular pierde peso, cuando yo creo que puede nutrirse muy bien de lo demás. 

Entre los narradores y narradoras en lengua española de las últimas décadas, ¿quiénes crees que están abriendo puertas a la necesaria renovación y de qué manera?

Como mencioné, Fernanda Melchor y Samanta Schweblin son dos grandes autoras en cuento y novela, crean obra, dialogan con sus lectores a través de sus propuestas. Mónica Ojeda tiene una prosa muy poética, y así como hay grandes autoras en España las hay en Latinoamérica, que es de donde leo mucho más tanto por cercanía como por afinidad y curiosidad.   

¿Puedes hablarnos de tus proyectos en marcha: qué estas escribiendo y qué clase de libro crees que resultará?

Terminé una novela y siempre estoy atenta a los temas que me interesan para volver a escribir. Nutro mis ideas y obsesiones, pienso en ellas, leo, investigo, me lleno de eso y después, cuando creo que es necesario para mí, escribo. Casi nunca tengo un plan, lo que sí sé desde el principio, una vez que la idea necesita salir, es cómo lo voy a contar, en qué registro, con qué elementos, qué tipo de aliento. No me pongo un calendario de un proyecto así este año, otro diferente el siguiente, pero soy muy estricta conmigo sobre la marcha y resulta lo que tiene que salir, algo que llene mis expectativas, que son las que miden mi trabajo.   

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