Valeria Mata
Todo lo que se mueve
Ediciones Comisura, Madrid, 2023
176 páginas
La estructura de algunos libros podría asemejarse a la de los árboles: cada hoja es independiente y podría vivir sin el concurso de sus compañeras, cada pasaje es una rama que puede conducirnos hacia otros pasajes o terminar de manera abrupta. Esto quiere decir que, si abriéramos Todo lo que se mueve por la página 113 (donde, por cierto, la autora habla de plantas), y retrocediéramos luego a la 34 (donde se exploran los conceptos de errancia y condena), no variaría el sentido. Al no haber un orden cronológico, tampoco hay una necesidad de conexión entre los textos. Pero en el fondo sí hay conexión. Porque se trata de obras laberínticas, fragmentarias, espejos rotos cuyos pedazos siguen alumbrándonos aunque se hayan separado. Podríamos leer Todo lo que se mueve al revés: desde el final hacia el principio.
Esta clase de volúmenes son cada vez más frecuentes en el panorama editorial y a muchos nos parecen necesarios: nos han vuelto adictos a esa forma de narrar, de construir una exploración en la que caben aforismos, anécdotas, memorias, dispersión de citas, fotografías, poemas, reflexiones y ensayos breves o minimalistas. Pensemos en Agua y jabón (Marta D. Riezu, Anagrama) o en Mi libro madre, mi libro monstruo (Kate Zambreno, La Uña Rota). Esa compleja simplicidad, si se me permite, constituye a la vez su fuerza y su encanto. Valeria Mata alude al rizoma propuesto por Deleuze y Guattari, en el que nuestra identidad no estaría sometida a la raíz sino a un único tallo, donde todos los puntos que lo conforman están conectados. También nos sirve.
La edición original se publicó en México en 2020, merced a Ediciones Comisura. Años después la editorial desembarcó en nuestra península para ofrecer una versión española hacia finales de 2022. Yo no tuve noticia de ella, pese a que estoy al tanto de las novedades y recibo boletines diarios de las editoriales. Aventuro que quizá entonces Comisura no tenía distribuidora. El caso es que la segunda edición (junio de 2023) sí la he visto en las recomendaciones de algunas webs, en las mesas de las librerías y en la Feria del Libro de Madrid.
En sus páginas, donde hallamos desde la anotación hasta el nudo de cavilaciones, pasando por el ensayo diminuto, el aforismo y el poema, la anécdota histórica y las pinceladas de recuerdos de la autora (Un libro que explora y da testimonio del desplazamiento necesita ser híbrido), descubrimos una magnífica disertación sobre lo que significa el viaje para quien se lo toma en serio y no lo mira como una mera actividad para rellenar el hueco vacacional. Todo viajero debería leerlo; e incluso todo turista comprometido, de los que no se conforman con visitar sitios porque son tendencia.
La autora aprende a comer con las manos bolas de arroz untadas en curry, porque es como manda la costumbre en el lugar en el que está, lo que le recuerda de inmediato lecturas de Susan Sontag y de Roland Barthes (y su maravilloso libro sobre Japón); nos cuenta la historia de Albert Dadas y sus tribulaciones por el mundo antes de ser diagnosticado con dromomanía o «inclinación obsesiva por trasladarse de un lugar a otro»; nos habla de su pasión por los hoteles y los períodos de permanencia en ellos; nos indica que existe en Tasmania un museo subterráneo; sostiene que con trayectos frecuentes uno renuncia a la falta de pertenencia y a la propiedad; relata anécdotas de sus periplos por Saigón, Helsinki, Ninh Binh, Shanghái, Ciudad de México…
«Tengo una necesidad crónica de estar yéndome y mi cuerpo está más cómodo en estado de tránsito. Así, los textos e imágenes reunidos aquí son fruto del desplazamiento», anota Valeria Mata al inicio. En una de las secciones hallamos el título completo: «Todo lo que se mueve se resiste al encierro». Es, por tanto, una escritura en libertad. Que se resiste a los corsés y a los géneros, y en el que resuenan las palabras de la filósofa Rosi Braidotti, para quien la conciencia nómada es una forma de resistencia política […]. Un libro luminoso y espléndido que provoca de inmediato una segunda lectura, y por el que desfilan Bashõ, Chantal Maillard, Rafael Cadenas, Hélène Cixous…