Isabel Zapata
In vitro
Almadía, México, 2021
207 páginas
He pasado algunos días tratando de encontrar la manera de hablar de In vitro. He buscado, creo que, sin demasiado éxito, el enfoque adecuado para abordarlo, pero la sensación de intrusismo siempre ha permanecido. No recordaba, hasta que he vuelto a leer el libro, que su autora, la mexicana Isabel Zapata, arranca la escritura de este ensayo hablando de la primera persona que leyó el manuscrito: un hombre. Alguien que tuvo la misma sensación de estar leyendo algo que no le correspondía. A pesar de estas afinidades -un poco primarias- he logrado reconciliarme y habitar el texto porque este libro es mucho más que la narración de una mujer que se convierte en madre. Es un cuaderno de campo, donde se ensaya una nueva forma de vivir, una que no rechaza la incertidumbre, el miedo, el dolor o el extrañamiento, sino que los asume y los abraza como parte del proceso de creación. Un hecho que en estas páginas se despliega sobre tres campos: una niña, la escritura y la propia vida.
In vitro nos habla de la maternidad. Sin embargo, la dimensión de sus preguntas pronto trasciende ese límite. Isabel Zapata persigue entre consultas, recuerdos familiares y citas de libros la respuesta: no existe una forma única de ser madre como no existe una única forma de concebir o de escribir un texto. Desde la fuerza que da esa atalaya, In vitro se presenta como un libro fragmentario en su forma de contar y poético en su manera de decir, una búsqueda muy íntima que logra resonar con ímpetu en lo colectivo. Transita con aplomo entre lo técnico y lo confesional, pero no deja nunca de buscar los anclajes que permitan al lector participar de su experiencia. A lo largo del texto hallamos pasajes del proceso de gestación junto con ideas que la autora logra hilvanar con gran eficacia.
Uno de los grandes aciertos es la forma en la que encara la muerte de su madre y cómo lo utiliza para dialogar con el nacimiento de su hija. La vida y la muerte, dualidades contrapuestas, se abocan al encuentro en su condición irreversible: «Sé que es tramposo escribir usándote como destinatario. Un engaño del peor tipo, un recurso fácil como cuando murió mi madre y yo me quedaba dormida haciéndole reclamos en voz alta. Eso persiste del duelo: el miedo a olvidar su voz. Tú no tienes voz todavía, pero a veces puedo escucharla».
Es significativa la presencia de los animales, un tema recurrente en la obra de Zapata que le permite alcanzar una gran versatilidad en sus imágenes: «Los peces, todos hijos míos, ardían sobre la superficie de un ojo de agua que no era más que un recipiente de vidrio en un laboratorio médico» o «Una pecera gigante repleta de medusas Aurelia aurita flotando como cardúmenes de algodón (…) Yo soy el acuario ahora. La medusa eres tú». De igual modo es elocuente la manera en que exhibe los trucos del márquetin –sus palabras, sus colores pastel- que se cuelan entre la publicidad de las clínicas de gestación asistida: «El lenguaje es siempre más o menos el mismo: sueño, milagro, estrella del cielo».
In vitro es un libro vaporoso, lleno de intangibles, sobre todo porque es la historia de una posibilidad. De la dificultad para precisar sus límites la autora hace una ventaja, ya que aborda un amplio abanico de temas que dan cuenta de las violencias que experimenta por parte de los médicos y la sociedad: condescendencia, falta de empatía, disposición a señalar a la mujer como infértil o la sempiterna burocracia en la que la medicina ha cimentado su relación con la salud sexual y reproductiva femenina.
¿Cómo resignificar el deseo, la ternura, la calidez desde un método que deja tan vulnerable a la mujer? No sé si la literatura, su dosis de azar y de juego, constituyan un consuelo para manejar la incertidumbre, pero Isabel Zapata nos ofrece algunas píldoras de aliento para enfrentarla. «A veces escribir simplemente se trata de observar a una cosa convertirse en otra y confirmar que todo está unido a lo demás con hilos invisibles».