Clara Morales
Ya casi no me acuerdo
Tránsito
204 página
POR LAURA MARÍA MARTÍNEZ MARTÍNEZ

Clara Morales debuta con Yo casi no me acuerdo, su primer libro de cuentos, en la editorial Tránsito. Con él, da comienzo a su carrera literaria y se sitúa en un espacio concreto de la literatura española, el de la escritura y la ideología. Desde el título, dialoga con el célebre Me acuerdo de Georges Perec y con sus infinitas reescrituras, como Yo también me acuerdo de la mexicana Margo Glantz. A pesar de ubicarse en el mismo escenario de reconstrucción y de memoria, Morales insiste en rebasar el impulso autobiográfico e incide en una memoria colectiva. Su libro aborda la falta de memoria española, la carencia de un relato común, y lo que la propia autora remarca en entrevistas: que España recuerda poco y recuerda mal.

El ejercicio de reparación es amplio y en sus trece cuentos ampara temáticas y cronologías diversas: desde el exilio republicano en Estados Unidos, las víctimas de los campos de concentración y las torturas del franquismo hasta casos todavía actuales como los desahucios y los abusos sexuales. En esta mirada a lo colectivo, la autora sobresale al reconstruir una memoria íntima reciente (la de las verbenas de las adolescentes de los noventa) y la memoria del movimiento LGTBI. Cuentos como «Malo de lo suyo», «Amiga íntima» o «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» hilvanan la historia española del colectivo y se conectan con esfuerzos recientes como las películas Dolores, guapa de Jesús Pascual o Te estoy amando locamente de Alejandro Marín.

Ante la pregunta de cómo reparar el silencio, Clara Morales escoge dos mecanismos: la impostación de la voz y el archivo-documento. La autora compone una narración de oído, donde triunfa la oralidad y la emulación, y en la que los lectores podemos escuchar perfectamente las palabras de la abuela del primer cuento: «Y esto lo sé yo […] y lo sabes tú y no lo sabe nadie más, así que no lo andes repitiendo». Asimismo, en este ejercicio de voces puede apreciarse la voz casi táctil de la señora que va a ser desahuciada en «A dónde me voy a ir yo» –«Pasa, pasa, que en la escalera esta hace un frío horroroso»– y observarse los ademanes esquivos y elegantes del protagonista de «Malo de lo suyo», el que es en mi opinión el mejor cuento del libro.

El equilibrio entre la escritura y el archivo resulta un ejercicio más complejo. En «Amiga íntima», Clara Morales logra entrelazar vivamente el despertar sexual de una adolescente con las noticias del asesinato de Rocío Wanninkhof de 1999. El reconocimiento lesbiano de la protagonista se entrecruza hábilmente con las injurias de la televisión, la oralidad de los personajes y el consuelo de la identificación: «los brazos que me llevan a casa son fuertes y mullidos, atraviesan la calle, saben quién soy». Lo mismo sucede en «La vida es una tómbola», donde María de la Soledad Orballo Martínez se pone a cantar ante las torturas de los policías y las insistencias en que hable, y por encima del horror del documento, prima el humor de la ficción.

No obstante, en otras partes del libro, como en el cuento «Aquí» o en el epílogo «Causa 105», el anhelo de lo verídico pesa demasiado. Como si no hubiera espacio entre la ficción y el documento, ningún resquicio para la deslegitimación, la irreverencia o el juego, Clara Morales se pliega ante los mandatos de la escritura realista y abandona el ejercicio de la impostación, que es precisamente lo que mejor hace brillar su narrativa.

Es evidente que la historia reciente española no se asienta sobre pilares comunes, que todos recordamos regular, y que Clara Morales inaugura con Ya casi no me acuerdo una escritura a le quedan muchas cosas por decir. Sin embargo, quizá también sea el momento de abrir una grieta entre la reparación histórica española y el documento, de pensar que la memoria no necesariamente se instaura a través de la repetición y de apostar, en definitiva, por una literatura que retuerza el archivo y no solo lo imite, por una escritura donde se insinúe y se imposte, pero no se dirija, ni se guíe.