
Michel Nieva
Ciencia ficción capitalista. Cómo los multimillonarios nos salvarán del fin del mundo
Anagrama
144 páginas
Hace poco más de veinte años, Vicente Verdú publicó El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), ensayo en el que afirmaba que el capitalismo de producción «era triste, el de consumo trivial y el de ficción es trilero». Ahora Michel Nieva vuelve a pensar el mundo desde una cierta perspectiva ciberpunk, el punto de vista cada vez más honesto y mimético de nuestro presente, con Ciencia ficción capitalista (Anagrama, 2024). No es casual que las primeras páginas de su ensayo apunten directamente a los milmillonarios de empresas tecnológicas que (remozando solo en lo estético el esclavismo, la oligarquía y la falacia del hombre hecho a sí mismo) están obsesionados con crearse una imagen pública de adalides de un mundo que se esfuerzan constantemente por destruir para los demás. Y lo hacen, identifica Nieva, con una neolengua nacida de apropiarse del vocabulario, las ideas y el imaginario de la ciencia ficción.
A lo largo del ensayo el autor presenta un sólido discurso que le saca las vergüenzas al hipócrita discurso de prohombre redentor que se emana desde las torres de marfil de los despachos más elevados de Silicon Valley: afirman construir un futuro mejor, sí, pero es para ellos a costa de los demás. Una cuestión periférica al propio ensayo, aunque relevante para comprender su inserción en el mundo, es que existe una amalgama servil y aduladora de esos plutócratas que parecen obsesionados con hacer realidad la Weyland-Yutani Corporation.
Nieva, quien ya nos ha mostrado en el pasado su incontestable capacidad para estudiar el mundo a través de la distopía ciberpunk en la ficción y en el ensayo, nos lleva en las páginas de este nuevo trabajo de pensamiento por un recorrido bien estructurado y organizado donde vemos cómo el CEO tecnocapitalista (siempre brutal y extractivista) busca construir el futuro (espacial, inmortal y metaversal), gracias a su relación con el imaginario de la ciencia ficción, para sí mismo y sus compañeros del 1%. Esa fagocitación del futuro imaginado por parte del empresario totalitarista es «el nacimiento de la ciencia ficción capitalista» (p. 60), es decir, la lectura del género para robarle ideas y mercadearlas desde una posición de abuso de poder. Esta relación perversa se aborda particularmente en el primer tercio del volumen con una fundamentación contundente desde el pensamiento de Hugo Gernsback. Lo hace, además, con una claridad expositiva rica y matizada que combina fuentes técnicas y literarias fruto de la imbricación entre la idealización del futuro en la ficción y su materialización.
El exceso capitalista en forma de ecocidio impuesto por este modelo económico, y el discurso mesiánico inspirado y deformado a través de la ciencia ficción por quienes son los principales responsables del desastre representa un importante volumen del libro. Eso sí, Nieva también plantea la relación entre la ficción más especulativa y la izquierda trasnochada en el capítulo titulado «Ciencia ficción comunista o socialismo interplanetario». Este apartado resulta profundamente cómico en varios momentos, pero concluye con una reflexión extraordinaria al abrir la puerta al juicio moral al que serían sometidos esos miembros de la elite económica que escapasen a las estrellas habiendo arrasado su planeta construyendo su viaje sobre la explotación y dolor del resto de la población «porque el capitalismo es apenas un cuento contado en otro planeta, lleno de ruido y de furia» de tal forma que «cuando los multimillonarios aterricen en un exoplaneta, los echarán de una patada en el culo por crueles o injustos» (p. 92).
Esas palabras de Michel Nieva nos recuerdan que su capacidad no es solo ensayista, sino que en sus anteriores libros hemos conocido también a un autor que domina el verbo y que sabe ser socarrón. Ese tono aparece en múltiples ocasiones a lo largo de las páginas de Ciencia ficción capitalista (basta recordar el subtítulo), pero se desata especialmente en el epílogo, de intención más creativa, y que cierra el ensayo con un ejercicio (meta)literario. El punto de partida de este epílogo, en el que unas criptolombrices marcianas darán un importante mensaje a la humanidad, es una curiosa anécdota del autor con la muy terrenal esfera de influencia de SpaceX. Así, Nieva, piensa sobre el valor literario de la propia ciencia ficción a través de una narración meta. Sin embargo, por encima de todo, el epílogo es una parábola de esa conquista de Marte con la que sueña Elon Musk y cuyo resultado solo puede ser tan zafio como él mismo. Es al magnate sudafricano a quien, claro, el autor dedica las últimas palabras su libro.