Xavier Aldekoa
Quijote en el Congo
Península, 2023
352 páginas
POR AGUS MORALES

«Después de tantos años de soñar con aquel momento, de sortear obstáculos, contrariedades y decepciones, lo había conseguido. ¡Había navegado el Congo desde sus fuentes hasta el mar! Por un instante fui plenamente consciente de ser feliz».

No importa destripar el libro en esta reseña, porque su arco narrativo es el de las grandes historias: aquellas cuyo final ya conocemos. La pasión de Xavier Aldekoa desborda cada una de las páginas de su último libro, Quijote en el Congo. Como siempre. Pero Aldekoa no lo ha vuelto a hacer. No ha escrito otro libro sobre África, a caballo entre la crónica periodística y el ensayo. Esta vez se ha metido de lleno —y de forma absolutamente deliberada— en el periodismo de viajes. Siempre sobraron argumentos para mirar con recelo y a la vez amar este género: el viaje no parece que sea periodismo, solo un método para hacerlo que nos cautiva. Pero Aldekoa le da una nueva vida con este viaje de infinitos protagonistas: capitanes de barco, artistas, intelectuales, doctores y buenas y malas gentes golpeadas por la vida. Todo ello trufado con referencias históricas, una bofetada al colonialismo europeo y pinceladas de la historia reciente de la República Democrática del Congo (antigua Zaire).

Este es el recorrido por el río Congo, de principio a fin.

Autor de otros libros sobre África que sedujeron al público, como Océano África (2014), Hijos del Nilo (2017) e Indestructibles (2019), Aldekoa no ha querido acomodarse en una fórmula, y nos presenta ahora su libro más ambicioso. Es el más extenso, el más narrativo y el más autobiográfico. El flamante ganador del premio Ortega y Gasset 2023 en la categoría multimedia —con un trabajo en La Vanguardia precisamente sobre el río Congo— se ha devanado los sesos para crecer. Muchos periodistas que miran al mundo se olvidan de los lectores; escriben, a veces, para otros periodistas. Aldekoa jamás cometió ese error, y ahora aspira a ensanchar su ya nutrida base de lectores y lectoras con esta odisea africana.

Hablando de eso. El libro es fantástico, pero tiene mucho más de La Odisea que de Don Quijote. (Odiseas es, por cierto, el nombre de la colección de Península, la editorial que publica este libro). En las primeras páginas leemos que, durante la travesía, los pasajeros descubren a Aldekoa leyendo el Quijote. Asombrados por la corpulencia del libro más celebrado de la literatura española, empiezan a sospechar que el reportero es un brujo. Al principio a Aldekoa le hace gracia —igual que a nosotros—, pero tiene que ponerse manos a la obra para deshacer el entuerto. El manoseado ejemplar tiene varios cameos a lo largo de la narración, pero poco más. El título se justifica en la actitud ante el viaje: no tanto la de Alonso Quijano, nos advierte el autor, sino más bien la de Sancho Panza. Quizá ni uno ni otro: cuando llegamos al final del río, nos damos cuenta de que hemos asistido a la construcción de un antihéroe moderno que entronca con la picaresca. ¿Lazarillo en el Congo? Tampoco acaba de convencer. En todo caso, los pins del Barça que el autor-narrador regala en los puestos de control para poder abrirse paso en su aventura son un símbolo definitivo de este libro, lleno de ardides y peripecias.

Que no se nos olvide que el celebrado reportero polaco Ryszard Kapuściński publicó Viajes con Heródoto, libro en el que otro libro funciona como hilo conductor. Un delicioso dispositivo narrativo que también puede verse, desde el mismo título, en Quijote en el Congo. Los ecos de Ébano también se dejan oír en el primer libro de Aldekoa, Océano África. Nada es casual. El autor sabe hacia dónde camina. Sabe cómo hacerlo. Y quiere que mucha gente lo acompañe. De momento lo ha conseguido: no solo es uno de los corresponsales más leídos, sino que ya es uno de los grandes divulgadores sobre África en lengua española. Y qué suerte tenemos de que esa exploración no beba de los clichés catastrofistas o del neocolonialismo extractor, sino de una pasión genuina. Donde otros vieron la oscuridad, él vio la luz.