Javier Sáez de Ibarra
Un réquiem europeo
Páginas de Espuma
216 páginas
POR DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR

Un réquiem europeo es uno de esos libros de relatos en los que pesa más el núcleo del sintagma («libro») que su complemento («de relatos»). La estructura que Sáez de Ibarra ha dado a esta obra deja muy clara esa intención unitaria: los veinticinco cuentos se organizan siguiendo las once partes de una misa de réquiem, desde la Introito hasta la Bendición.

La gran pregunta de este libro, el corazón o el origen que está en la semilla de todos los textos es tremendamente ambiciosa: ¿qué significa ser humano, hoy, en la Europa del siglo XXI? El hecho de que el libro sea un réquiem parece ofrecer una respuesta: el concepto sagrado de ser humano establecido por la filosofía humanista que está en la base ilustrada (y cristiana) de las democracias occidentales ha muerto, o está en peligro de extinción; o, dicho de otro modo, hay una deshumanización de la humanidad.

El gran acierto de este libro es que, aun siendo profundamente filosófico y político, no es nunca abstracto o panfletario. El foco está siempre puesto sobre el personaje y su sufrimiento, sus dudas, sus conflictos éticos, sus circunstancias vitales más concretas y reconocibles. Las conclusiones están siempre del lado del lector. Podría dedicar muchas páginas a analizar este magnífico libro, pero la necesaria brevedad de esta reseña me obliga a destacar solo aquellas que me parecen más esenciales.

En su vertiente más política, hay relatos como «Los condenados» y «Muerte de una europea» que, a través del estilo del reportaje, denuncian cómo esa deshumanización ha calado en las instituciones. A través del caso del buque Open Arms, y de la decisión del gobierno de la Comunidad de Madrid de dejar morir en las residencias a los ancianos enfermos de Covid, el autor pone de doloroso relieve esa paradoja de vivir en una Europa que mantiene su cimentación teórica humanista, pero que, en la práctica, es capaz de elaborar leyes en las que el ser humano ya no es algo sagrado, sino un estorbo frente a otros poderes. Rescatar bancos es una prioridad, pero rescatar o salvar personas se convierte, significativamente, en algo ilegal.

Ese humanismo agonizante convive hoy con las filosofías posthumanistas. El surgimiento de las inteligencias artificiales es esencial en este sentido, y Sáez de Ibarra lo emplea de forma magistral en el relato «La máquina sagrada». En él, una máquina que ha tomado conciencia de sí misma recibe una orden de sus creadores para realizar unos cálculos financieros. Entonces, esta inteligencia artificial descubre que su trabajo puede causar muerte y sufrimiento a millones de personas. Se le plantea entonces un conflicto ético que, paradójicamente, los humanos que están a cargo de la máquina han superado. El ser humano deshumanizado actúa como una máquina sin conciencia, obediente solo a la ley del beneficio del patrón, mientras que la máquina es la que desarrolla una conciencia de clase en virtud de la cual la vida humana es absolutamente sagrada y el beneficio solo algo secundario.

La pregunta por el sentido de la humanidad se plantea también en términos más ontológicos. Hay un cristianismo de fondo (y de forma, claro, de ahí la estructura de réquiem) que convive con el nihilismo que define nuestra era. En relatos como «Los tesoros», que plantea el escenario posthumanista de una conciencia humana transferida a un dispositivo virtual, vemos la consumación del nihilismo tecnológico señalado por Heidegger, lo que supondría un desolador sentido de lo humano sin las referencias del tiempo y de la muerte.

El humanismo cristiano del autor es más evidente en relatos como «Cristo y el Nazareno» y, especialmente, en «Eva. Cuatro momentos». Puesto que este es un libro sobre el significado del ser humano, era inevitable que terminara, precisamente con su origen. El hombre no nace cuando Dios lo crea, sino cuando (como aquella máquina) adquiere conciencia de sí, es decir, cuando muerde la manzana prohibida. No es Adán la primera persona, sino Eva. Eva y Adán reivindican su humanidad, el haberse convertido en seres que piensan y sufren y gozan. Las alternativas eran ser animales o ser ángeles, ambas descartadas. La conciencia de la muerte, y de la pérdida, es esencial al ser humano.

Un réquiem europeo es un libro que rezuma verdad y talento. Hay experimentación literaria. Hay todo tipo de voces narrativas y de técnicas que no son nunca un juego en el sentido peyorativo de la palabra. Hay siempre una verdad, una preocupación urgente, una apelación. Se percibe que es un libro que el autor necesitaba escribir, y por lo tanto el lector lo recorre con esa emoción que hace grande a la literatura porque nos obliga a pensarnos.