Mercedes Halfon
Diario pinchado
Las afueras
128 páginas
Mercedes Halfon
El trabajo de los ojos
Las afueras
104 páginas
¿Qué es el género literario? O mejor, ¿qué es la literatura? Con esta pregunta doy inicio a todos mis cursos de teoría literaria. ¿Qué es la literatura? Una pregunta difícil para los estudiantes de primero de letras. Una pregunta difícil para los especialistas más sesudos. Y, sin embargo, blowin’ in the wind: la respuesta está en la propia literatura. Está en las obras de autoras como la argentina Mercedes Halfon (1980), capaz de bailar sobre los interrogantes, de transgredir los límites protocolarios para ensanchar el significado del concepto. Está en Valeria Luiselli, en María Negroni, en Ariana Harwicz, en Laía Argüelles Folch. O, más allá del castellano, en Heather Christle, cuyo Libro de las lágrimas (Tránsito, 2021) parece un primo hermano de El trabajo de los ojos, de Halfon. Deberían leerse uno tras otro. O al mismo tiempo.
¿Qué es la escritura de Mercedes Halfon? Dietario, reflexión filosófica, anecdotario histórico, autoficción, aforismos, descripción de imágenes, recuerdos biográficos, anotaciones al margen. Materiales secundarios de la existencia, mayormente. Todo esto, mezclado. Bien dosificado. Bien conjugado. Los teóricos del formalismo ruso decían que la base de la narrativa literaria es la combinación. Que las ideas se organicen de manera estética para generar un efecto. Que la estructura escogida moldee la historia y su recepción. Halfon es una formalista bonaerense. Para ella, el fragmento es la base. La composición, el collage, el método.
En El trabajo de los ojos (2017), la autora relata sus problemas de estrabismo desde la infancia y establece un jugoso diálogo entre la mirada y la escritura, entre ver el mundo y construir los textos. En Diario Pinchado (2020), narra su estancia en Berlín con un novio al que acaba abandonando: la capital alemana se convierte en un espacio metafórico donde perderse para acabar encontrándose. Publicados en la editorial Entropía en Argentina y exquisitamente editados en España por el sello Las afueras, ambos pequeños libros contienen el secreto de la escritura de Halfon. El primero —superior en interés y en calidad al segundo, sin duda— viene con un prólogo de Estrella de Diego que resulta muy ilustrativo. La teórica del arte afirma que Halfon «construye una curiosa narración a fragmentos y repleta de asociaciones múltiples que van sesgando la historia hacia otros modos de narrar. El lector cómplice no tarda en darse cuenta: es la escritura como tanteo. Porque la escritura se hace de pronto estrábica y esa bizquera repentina ofrece maneras opcionales de replantear la narrativa». La escritora como alguien que trata de enfocar. La escritura como tanteo. Aproximarse, probar. Una posición que implica humildad.
Dice Halfon que hay dos libros que han marcado su devenir de escritora. Uno es El discurso vacío, del uruguayo Mario Levrero; el otro, El material humano, del guatemalteco Rodrigo Rey Rosa. Ambos libros tienen en común su indefinición genérica, su hibridez, y la inclusión de la vida de los autores en su dimensión más prosaica. En ellos se inspira Halfon para hacer lo que hace. De ahí que ella misma explique sobre El trabajo de los ojos: «La verdad es que el género de este libro es un poco misterioso, por eso también los editores de Entropía decidieron publicarlo en la colección Apostillas que sencillamente no responde a esa pregunta, sino que ubica cosas raras, un poco inclasificables, experiencias literarias donde el horizonte es más bien la disolución de los géneros».
En efecto, hay en el estilo halfoniano un profundo alegato en favor de las texturas y las fusiones. En línea con la indeterminación que el teórico Ihab Hassan señala como el principal rasgo de la posmodernidad. Eso sí: «El tono es lo que hibrida al conjunto, el hilo dorado que zurce lo que de otro modo estaría separado», como señala muy acertadamente el escritor mexicano Mauro Libertella. La coherencia del conjunto fragmentario viene dada por la voz. El tono. Ese hilo que zurce.
«La escritura sería una forma de orientación posible, un mapa, una suerte de prótesis que conecta el interior con el exterior», escribe Mercedes Halfon en El trabajo de los ojos. En este ir y venir de dentro a fuera, y esa búsqueda de un norte que guíe y apacigüe, se mece la escritura de Halfon. Y nosotros nos mecemos placenteramente con ella.