Berta García Faet
Una pequeña personalidad linda
La Bella Varsovia
208 páginas
POR ANDRÉS GARCIA CERDÁN

La poesía de Berta García Faet (Valencia, 1988) es una isla en las aguas del siglo XXI. Una isla fantástica, azotada por tormentas privadas y fantásticas, que es como decir / hay fantasía porque los seres fantásticos son fantásticos. 

Desde su debut con Manojo de abominaciones (2008) y Night club para alumnas aplicadas (2009), su voz se ha movido por los senderos de la versatilidad y la improvisación de nuevas formas poéticas y nuevos registros. El reconocimiento a esta independencia llegaría con Los salmos fosforitos, Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández 2018 por su sampleado de Trilce de César Vallejo. Corazón tradicionalista 2008-2011 (2017) o La edad de merecer (2015) son ejercicios de desnudez plural, imantados, hijos del vértigo, donde caben los mamuts, las cartas a los Corintios, las visitas al ginecólogo y los pianos. En Una pequeña personalidad linda (La Bella Varsovia, 2021), García Faet nos abre -y se abre a sí misma- un libro de secretos: «aquellos secretos que guardas, / los secretos que no sé/ que no sé qué tengo /voy a escribir este libro para tenerlos». 

Esta permanente sed de riesgo desencaja los estereotipos y los simplismos literarios a que con tanta frecuencia nos vemos abocados. No a la experiencia anodina y no al realismo sin fondo. Sí al irracionalismo, al automatismo, a la transversalidad incendiaria de la cultura, a la fusión de planos y voces y sensaciones. La linealidad naufraga a poco que abramos los ojos. En cada libro hay un gran Cielo-Palimpsesto. Por la brecha desde la que miramos se adivinan las efigies vivas de Clarice Lispector o Nicanor Parra, el Arcipreste de Hita o Anne Sexton. ¿Por qué no los beat o Ángela Segovia o Luz Pichel y Chus Pato? Esta mulier viatrix se pregunta adónde y se responde eso lo ignoro y se vuelve a preguntar el cómo para volverse a responder eso es un corzo. No reniega de la tradición; antes bien, la pasa por la batidora luminosa de la libertad.

Cercana al balbuceo dadá -que es el balbuceo de las jarchas- o a la canción infantil o al arrebato visionario o al sueño hermético o al incendio del Libro de Buen Amor, García-Faet propone un nuevo erotismo semántico y no importa si estamos ante una iluminación mística, una nana, una breve confesión o un manantial de escritura desatada. Cierta oralidad premeditada y un desparpajo increíble hacen que el poema nos arrastre en su emoción primaria. 

En cada verso una carga de profundidad. «El corazón como fresa podrida entre libros. / Un poema es una niña que tiene un secreto». 

En cada poema la magia incontrolable de estar vivos y de pensar mágicamente esa vida. «Mi vida es mágica/voy a morirme y es mágico».

Para decir esa magia y esa fantasía la poeta deambula, acompañada de su aulaga, de su corzo, de su luz, entre la primera y la segunda personas del singular: «hablas sola te escribo poemas/hablo sola me escribes poemas».

Porque el corazón es una bestia que te persigue. Porque hay un poema yanta-niñas, yanta-secretos. Hermosa la sustancialidad lisérgica. ¿La felicidad es un pájaro a la deriva? Nacida de la ignorancia, del desconocimiento, su poesía recoge el temblor y consagra el no saber en su instantaneidad: «no porque mi canto sea mío/tal vez lo sea (..)/muchas tardes me he dicho que no cabe /sino creer que el canto viene de lo que ignoro /para estar conmigo».

Este libro, que comienza y acaba invocando el nihilismo y el pétalo metaliterario de Guillaume de Poitiers (Farai un vers de driet nien// Fait ai lo vers, no sai de cui), es un libro escrito para los que no sabemos. «me etzibo y vivo y compongo esta canción / que sabe más que yo».

Con toda su inocencia, ser testigos de un no saber muy sabio, escribir lo que no sabe como no sabe: «He escrito este libro /este libro para hallarme (…)/ Escribí lo que no supe / como no supe».

Julio Cortázar hablaba de hacer autoestop y subirse o no a los poemas o a las ideas. En Berta García Faet nos dejamos llevar por la corriente fabulosa. De ninguna otra forma se puede comparecer ante un milagro o un secreto.