Paco Cerdà
El peón
Pepitas de calabaza, Logroño, 2020
253 páginas
POR MARÍA CABRERA

El que lleva negras firma las tablas antes de empezar. Es lo que se dice en el mundo del ajedrez. El renovado interés por este juego minoritario y antiguo, gracias a la serie Gambito de dama, ha dado mayor visibilidad al libro de Cerdà. La mítica partida Pomar-Fischer que origina la escritura de El Peón sirve de metáfora para hablar, precisamente, de hechos y personajes que quedaron en el olvido de manera intencionada, sin llegar a entenderse ni formar parte de la construcción del relato que necesitamos para contar de dónde venimos, quiénes somos, qué futuro esperamos lograr. 

Arturo Pomar, el que fue niño prodigio del franquismo, llevaba las negras contra la leyenda estadounidense Bobby Fischer en su encuentro de Estocolmo en 1962. Resistir es vencer, resuena en alguna de las páginas que firma el autor genovés Paco Cerdà. Escritor, periodista y editor, su anterior producción, el ensayo Los últimos. Voces de la Laponia española (Pepitas de Calabaza, 2017) es una crónica en primera persona de la España vaciada. El peón supone un paso más allá en sus preocupaciones sociales y políticas. Su implicación le ha hecho poner la mirada en las realidades más desfavorecidas y dolorosas, devolviendo memoria y protagonismo a esos personajes con vidas pequeñas. Cerdà se posiciona desde el momento en el que elige los temas de sus trabajos: los problemas de la despoblación, los peones de la Historia. 

Esta es una obra de no ficción. Su autor explica en el apéndice que todo lo que ocurre en el libro había de ser real. Otra premisa era situar los hechos en el año 1962 en el que se celebró el Campeonato de Estocolmo, antesala del Campeonato Mundial de ajedrez y eje central de la trama. Para atenerse plenamente a las reglas internas del juego que se proponía llevar a cabo, los 77 movimientos de aquel enfrentamiento estructuran los 77 capítulos del libro. Construir el artefacto narrativo precisaba de una investigación exhaustiva que no penaliza, sin embargo, la lectura. Paco Cerdà es consciente de los materiales sensibles que maneja. Se adivina un recorrido largo, minucioso y honesto en el que no cabe inventiva, interpretaciones ni equívocos. Pero hay más: un talento que se evidencia en una escritura de gran belleza, cruda cuando se trata de hacer justicia, una conjunción de fuerza y delicadeza, significado y trascendencia que la han hecho merecedora del premio Cálamo al Mejor Libro del año 2020. 

La documentación e información de diversa índole, aparentemente ofrecidas en bruto al lector (el hecho original frente a la representación que pretende quedar diluida), forman una amalgama o composición a modo de collage, regida por el ritmo y coherencia internos de la narración: la transcripción, traducida, de La Balada del Viejo Monroe, extractos de ABC para la construcción de un mito, las noticias del NODO, la crónica de una partida en el Club Marshall de Nueva York o del torneo Rosenwald, una entrevista a Bobby Fischer en Harper’s Magazine, un informe facultativo, el primer mensaje televisado de fin de año, los movimientos de una partida concreta en Moscú, cartas, diarios, testimonios radiofónicos, fuentes orales, vídeos. 

El libro recorre las vidas de los dos jugadores de ajedrez: un relato lleno de paralelismos, simbolismo y detalles de dimensión histórica que retratan dos países, modelos políticos y sociales distintos. Arturito Pomar, peón del franquismo en esa España necesitada de héroes, mísera y analfabeta que tan bien retrataron Vázquez Montalbán y Martín Gaite. Bobby Fischer, niño pobre de Brooklyn, convertido en estrella mundial y peón de los EEUU de Kennedy durante la Guerra Fría. Vamos recorriendo partidas junto a ellos; aparecen datos de las clasificatorias y el avance entre torneos de zona e internacionales, los pasos de cada uno entre derrotas eliminatorias, victorias, fase final, hasta su encuentro en Estocolmo. La partida, definitiva para ambos, se puede seguir a medida que avanza el libro, en capítulos que relatan movimientos inolvidables como el de Pomar de renunciar, en un momento dado, a proteger a su reina. Pareciera, al transitar por estas páginas, que el destino de los personajes era jugarse la vida en aquella batalla. Hubo un antes y un después de Estocolmo. Un material literario de primera sobre el honor y la aventura en la línea de El duelo de Conrad o el destino ineludible en Zama, de Di Benedetto. Épica y drama, que apunta en otro momento del libro.

El Peón retrata asimismo las vidas de numerosos peones de la Historia. Creyentes, patriotas, subyugados por ideales, convertidos en símbolos individuales de causas colectivas: el Black Power, la lucha indígena, el pacifismo, la democracia. Minorías raciales, sexuales, políticas siempre en lucha. Partidas perdidas que se jugaron por nosotros, por ese futuro mejor aunque inalcanzado que a unos les supuso la cárcel, a otros el rechazo social, el exilio, la soledad o la muerte: maquis, cristianos, militares, comunistas, negros, obreros, etarras, falangistas. Juntas cobran un significado global, vinculante. La historia de los olvidados de España y Vietnam, la Crisis de los misiles de Cuba, el viaje por las cárceles franquistas, el espionaje del FBI, el sur de EEUU acuciado por el Klan, las innumerables vergüenzas de la Historia que aniquilan vidas concretas. Se hace aquí una especie de justicia reparadora a las de Marylin Monroe, Julián Grimau, Diego Martínez Barrio y Marcos Ana, entre otras: reconociendo, comprendiendo, asumiendo y validando el relato de los hechos. Un verdadero afán que agradezco a su autor. 

La crónica, el reportaje, son géneros propios del periodismo que han ido ocupando un espacio cada vez mayor en la literatura en nuestra lengua. La influencia de autores como Leila Guerriero, Martín Caparrós, Santiago Alba Rico o Paco Cerdà son ejemplos de un interés creciente por la realidad como materia y material literario. La autoficción, esa crónica personal, es un ejemplo evidente. El proceso de selección y tratamiento de la información en un sistema de realidad ilimitado que nos desborda reclama un tipo de formato y características para unas necesidades y exigencias concretas, y a este servicio la crónica, el ensayo, el cine documental parecen haberse revelado favorables y útiles. Aunque sin hablar de pureza porque no hay una realidad única sino muchas enredadas. La definición escapa al molde, pero el caso es que funciona. Este libro es una mezcla de muchas cosas: un juego que contiene una obra de teatro y varios relatos cortos, la experiencia de volver a ver un vídeo que hemos visto mil veces como si fuera la primera, viajes con Google Street View, Maps y Youtube para saber cómo era Estocolmo y EEUU en 1962, si la luna era creciente aquella noche pirenaica en la que los maquis escapaban por las montañas o recordar, hacer memoria como al abrir un álbum de fotos familiar, revisando el anuario de esta historia común que crece y pone, también a su disposición, herramientas propias de la novela.

Pomar, el que antaño fue ensalzado (empató al campeón mundial, fue siete veces campeón de España), es abandonado en el momento más importante de su carrera por un régimen al que ya no interesa. Un síntoma más de un país, España, que acostumbra a dar la espalda a sus valores culturales, históricos y patrimoniales cuando dejan de servirle para sus fines. Se presenta solo en Estocolmo para volver después, completamente derrotado, a su puesto de funcionario en correos. Fischer, ambicioso y arrogante, competitivo hasta la obsesión, acabó por olvidar de dónde venía y quién era, en una deriva hacia el desarraigo y la enfermedad mental. Fue lanzado a la fama para batallar contra los rusos en un Uno contra todos. El uso del deporte en época de conflictos territoriales y políticos ha tenido siempre la función de exaltar y promulgar ciertos valores y mensajes, sirviendo como herramienta de control de masas. Un sacrificio generado, extendido, al que le sobreviene una y otra vez la grandeza de unas vidas minúsculas que tuvieron su papel fundamental en todas las conquistas de la Historia. No fueron tan distintos. Dos caras de la misma moneda. Dos almas. Dos peones. La partida continúa.