Y fue, asimismo, para La Nación el primer escrito ya en el exilio de París, titulado «Desde la mesa de la redacción» (15 de enero de 1937). En él explica las causas de su salida de España y del fracaso del intento de colectivización de la industria, en su caso periodística, llevado a cabo por las nuevas fuerzas que se incautaron del periódico al comienzo de la Guerra Civil. La guerra era objetivo informativo de primer orden en Argentina y los lectores de La Nación estaban a este respecto informados, gracias, en primer lugar, al trabajo de Melchor de Almagro Sanmartín, quien desde enero de 1937 firmaba las entregas diarias de la serie «Notas para la historia de la Guerra Civil española», recogidas poco después en un libro del mismo título publicado por la editorial Rodríguez Giles, de Buenos Aires. Por estos años colaboraban asiduamente en el periódico muchos españoles de prestigio: José María Salaverría, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Corpus Barga, Américo Castro, Ramón Gómez de la Serna, Pío Baroja y otros muchos. La amplia gama de opiniones de que las izquierdas hacían gala permitía a los argentinos ver la contienda desde distintas perspectivas, como el artículo de Gaziel titulado «Los intelectuales españoles: el silencio es traición» (19 de febrero de 1937). O el no menos interesante de Pío Baroja titulado «Los españoles en París» (30 de mayo de 1937), donde el escritor vasco comentaba cómo se estaba desarrollando, desde su particular óptica, la llegada al exilio de los grupos de españoles que arribaban a Francia.
Coincidiendo prácticamente con la llegada de Chaves a París, apareció en La Nación (31 de enero de 1937) el primero de los relatos que en la actualidad forman el libro A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, nueve narraciones que son un recorrido por otros tantos episodios de los comienzos de la Guerra Civil, dotados de una gran intensidad vital y un dramatismo que presenta grandes dotes de contención. Con un lenguaje exaltado tan sólo en el título, pero sobrio y directo en los relatos, está desprovisto de adornos innecesarios; es a veces esperpéntico, a veces barojiano, aunque siempre preciso y contundente. Sus personajes son reales, si bien en ocasiones puedan aparecer con nombres ficticios. Los acontecimientos que se narran no dejan lugar a la fantasía: todo lo que se cuenta está sacado de la propia realidad personal del escritor y de las noticias que le llegan a su casa de Montrouge, traídas por otros exiliados, a los que sus ideas democráticas y republicanas arrastraron a los arrabales de París.
Los relatos de La Nación van tomando cuerpo y la idea de reunirlos en un libro se aprecia en el hecho de que «La gesta de los caballistas» aparece ya el 7 de febrero bajo el epígrafe general de A sangre y fuego. Episodios de la Guerra Civil y la revolución en España. El libro se estaba gestando y todavía no comprende el prólogo. Este prólogo, elemento esencial en la obra y ejemplar discurso que, en la actualidad, se valora como la definitiva declaración ideológica de su autor, aparecerá más tarde. Para Elsa Fernández (2016), este texto es fundamental para resolver la unidad entre los textos y sentar una ideología clara que los sustente.
Por otro lado, estos relatos breves, que explicitan de una forma tan contundente la situación que se vivía en España, tuvieron, asimismo, repercusión en Europa. Aparecieron en entregas en el periódico parisino Candide, en el londinense Evening Standard, incluso un periódico neozelandés, The Weekly News, publicó los relatos en 1938. En América Latina fueron acompañados de ilustraciones en Bohemia, de Cuba, y Sucesos para Todos, de México, también en entregas. Los nueve relatos fueron reunidos en la primera edición que se realizó en libro en la editorial Ercilla, de Santiago de Chile, en 1937. Del mismo año es la edición de Nueva York. Un año después hay otra edición en Canadá. Ignorado durante mucho tiempo, por fin el libro fue reeditado en 1993 dentro de la Obra narrativa completa ya citada. La siguió la edición de A sangre y fuego (Espasa Calpe, 2001), así como las ediciones de Libros del Asteroide, Renacimiento y la versión al francés de La Table Ronde.
La obra obtiene, pues, un éxito fulgurante; no tenemos noticia de otra colección de relatos de la Guerra Civil que fuera más inmediata ni más amplia en difusión. Ello, unido al hecho de ser traducida al inglés y editada en Europa y América, nos inclina a pensar que estamos ante una obra de envergadura histórica. Su autor, periodista republicano recién salido al exilio, hace lo que es habitual en su trabajo: recoger lo que cuenta la gente que vive los acontecimientos. La genialidad está en hacerlo con una prosa limpia, escueta; en organizar los textos en unas estructuras de relatos capaces de mantenerse en el tiempo como obras genuinamente literarias; y en mantener una postura liberal, abiertamente en contra de la opresión y la rebelión franquista, pero también desprovista del encono, la rabia y la ofuscación que aparecen en otros relatos de guerra y que quita valor a lo dicho una vez que han pasado las efervescencias partidistas de los primeros momentos. Es, por tanto, la magnífica ecuanimidad de la que hace gala el periodista la que da perennidad al relato y lo sitúa por encima de pasiones encontradas.
Este aspecto de la personalidad del escritor es tal vez el más destacado si lo situamos en el tiempo en que los relatos se escribieron. La visión del periodista, clara, contundente y analítica en el momento mismo de los acontecimientos, es algo inusual en el panorama de nuestra historia más reciente. Valga esta larga digresión para explicitar el interés de A sangre y fuego, considerado pieza fundamental en la obra del periodista, y cuyos relatos fueron publicados por vez primera en el periódico decano de la prensa argentina.
BRASIL
Para observar la colaboración de Chaves Nogales en la prensa brasileña, hemos de retroceder algo en el tiempo. La implantación de la República española había sido seguida con interés en aquel país, tanto que en Porto Alegre, a partir de 1932, se editaba una revista mensual titulada España Republicana, dirigida por Enrique Gaspar (que más tarde formó parte de las Brigadas Internacionales), mientras en la prensa gráfica y/o revistas ilustradas donde se cultivaba la sátira (Careta, Cultura o Vamos Ler?) eran habituales las caricaturas de líderes españoles (Azaña, Alcalá-Zamora, Lerroux, Gil Robles, Largo Caballero o Franco al lado de Stalin, Hitler o Chamberlain), en opinión de Maria Luiza Tucci Carneiro («La Guerra Civil Española a través de las revistas ilustradas brasileñas: imágenes y simbolismos»).
El domingo 9 de julio de 1933 apareció, en un periódico que entonces se llamaba Folha da Manhã y, actualmente, Folha de São Paulo, un artículo firmado por Chaves Nogales, «Antes de tres annos, outra vez a guerra». Los brasileños, los argentinos, los chilenos y, en general, los latinoamericanos entendían con dificultad los enfrentamientos acalorados entre aliadófilos y germanófilos que tenían lugar en Europa y encontraban sorprendente el «estado de sobreexcitación latente que, no lo quiera Dios, nunca llegue a explotar», explicaba el comentarista del periódico. «Nâo podemos logicamente, endossar o que o periodista castelhano escreve, pois estamos longe, muito longe, do palco tumultuario onde se desenrolam os grandes dramas politicos do momento». Por estas fechas, en Andalucía se soliviantaban los braceros; España vivía los conflictos que el anarcosindicalismo extendido por el territorio nacional causaba a una joven Segunda República; Europa se hallaba en una tensa pausa entreguerras y el resto del mundo contemplaba atónito las idas y venidas por el territorio europeo de unos pactos pos-Tratado de Versalles que Alemania comenzaba a saltarse cuando sospechó algún peligro para sus planes expansivos.
Tres meses después del ascenso al poder de Hitler en Alemania, Chaves Nogales había realizado un viaje al país para analizar la situación. Fruto de él fueron una entrevista a Goebbels y una serie de crónicas en Ahora, con interesantes fotografías de la construcción de los que más tarde serían campos de exterminio, bajo el título genérico de «Cómo se vive en los países de régimen fascista. Bajo el signo de la esvástica y el fascio de los lictores». Estas crónicas se publicaron, simultáneamente, en el ya mencionado periódico brasileño Folha da Manhã. Hasta cuatro artículos más aparecieron entre julio y octubre de 1933 donde se recogían las crónicas antes citadas. Como en todos sus trabajos, Chaves se muestra en ellas como un analista clarividente y premonitorio de la realidad alemana.
Algo después, en 1935, apareció una edición en portugués, traducción fiel de la de Estampa de 1931, de Lo que ha quedado del imperio de los zares, publicada por la Editorial Enciclopédica Limitada (Lisboa/Río de Janeiro, 1935) y titulada As ruinas do Imperio ruso, con abundantes fotografías. En este reportaje, realizado por el periodista años antes, se presenta un panorama estremecedor de la situación real del pueblo ruso tras la revolución de 1917 y la posterior guerra civil, a través de las noticias recabadas por Chaves en los círculos de exiliados rusos refugiados en París, con entrevistas esclarecedoras de la situación de los perdedores de la revolución bolchevique. En el exilio de Londres, desde 1941, se publicaron artículos de Chaves Nogales explicando la actualidad europea en periódicos brasileños, como Diario Carioca, donde el autor declaraba ser corresponsal de Reuters en Brasil.
CHILE
No hemos tenido ocasión —ni medios— para investigar la colaboración de Chaves Nogales en prensa o radio en este país, aunque suponemos que, al igual que en otros, debieron aparecer artículos de él o propiciados por él, a través de su agencia, de autores europeos. Sí conocemos la publicación de A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (Ercilla, 1937) y del Juan Belmonte (Ercilla, 1938). En la «Nota del editor» del primero de ellos, se lee: