MÉXICO
La revista mexicana Sucesos para Todos publicó una parte interesante de la obra de Chaves Nogales. Siendo este país el más generoso entre los latinoamericanos para con los refugiados españoles de la Guerra Civil, gracias a la acogida del pueblo y su presidente, Lázaro Cárdenas, no resulta extraño que fuera esta revista el cauce de recepción de los trabajos de Chaves Nogales. Entre abril y diciembre de 1937 Sucesos para Todos publicó por entregas los once episodios de A sangre y fuego, ilustrado con profusión por Fernando Ríos y acompañado de impactantes fotografías. Pero es La defensa de Madrid la obra más compleja de las publicadas en la prensa sudamericana. No hablamos de complejidad en sí, sino de dificultad en el proceso de descubrimiento, localización, cotejo de versiones y presentación definitiva de la obra en 2011 en edición de Renacimiento. Es La defensa de Madrid la obra de Chaves de la que no teníamos noticia alguna. La encontré por casualidad hojeando los números de Evening Standard que habían quedado sin revisar y de los que nada esperaba. Allí, en junio de 2010, en la biblioteca de Colindale, en Londres, con la ayuda de Pilar González Fandos, que me hacía de traductora, hallé las doce entregas del relato de La defensa de Madrid que Chaves había escrito poco antes de su publicación, que fue en el mes de enero de 1939. Era una versión al inglés de Luis de Baeza (corresponsal de Ahora en la capital inglesa) y su compañera Dolores Harding. Claramente coyuntural, en un inglés de emergencia, carente del interés que Chaves infunde a sus escritos, me hizo pensar en la existencia de una versión castellana que sí valdría la pena encontrar para divulgar. Y a ello me dediqué con intensidad, implicando tanto a la Biblioteca Nacional de México (Guillermo Cerón era el contacto eficaz) como a profesores mexicanos y españoles que podían sentirse interesados. En la BNM estaba el texto en una revista muy deteriorada y a la que faltaban números. Por fin alguien, desde una biblioteca pública de Nueva York, me informó de la existencia de la revista en el Instituto Iberoamericano de Berlín, adonde se desplazó Jutta Gruber para fotografiar los textos. Esta versión, que llevaba el atractivo título de Los secretos de la defensa de Madrid, se tomó como base para la edición, así como sus ilustraciones, realizadas por Jesús Helguera. Para mejorar las fotografías, se desplazó a Berlín Christina Linares. Los detalles de esta aventura están contados, a petición del prologuista, Antonio Muñoz Molina, en la «Nota a la edición» de Renacimiento de 2011. En la nueva edición de 2017 este prólogo ha sido eliminado en una incomprensible actuación, aunque se continúa utilizando todos los elementos por mí aportados. Y, dicho sea de paso, se añade como reclamo de la nueva dos textos que se asegura son de Chaves Nogales, pese a que, en realidad, ni están firmados por él ni dan evidencia alguna de ser del periodista. En su tesis doctoral sobre esta obra, titulada Manuel Chaves Nogales, antecesor del periodismo narrativo, de Remedios Fariñas Tornero (2017), la autora concluye:
Manuel Chaves Nogales fue un pionero del periodismo de inmersión y del periodismo narrativo. Es una referencia imprescindible para los nuevos periodistas que tanto en España como en Latinoamérica apuestan por un periodismo más reposado, bien investigado, con calidad de estilo, narrado al margen de la actualidad y en muchas ocasiones marginado en los diarios, pero que las nuevas generaciones de periodistas están realizando recogiendo la semilla que algunos periodistas como Manuel Chaves Nogales dejaron impresa en sus libros, que es donde este periodismo encuentra su mejor soporte. Hoy Manuel Chaves Nogales es una referencia para todos aquellos profesionales que ejercen el mejor oficio del mundo, como bien diría Gabriel García Márquez.
Chaves Nogales también realizó colaboraciones para varios periódicos mexicanos, como «Que vise l’imperialisme espagnol?» (que se conserva en la biblioteca de El Colegio de México), en Excélsior, que originó una gran polémica a la que prestamos atención más arriba.
URUGUAY
De haber podido (o querido) emigrar a América, es probable que Uruguay hubiese sido lugar de destino de Chaves Nogales. En una de las pocas cartas que escribió a su familia desde Londres, les recuerda que en Montevideo el doctor Seguí (la caligrafía no permite total seguridad) se encargaría de prestarles protección en el caso de que pudieran marchar a este país. Luis Seguí González era un abogado uruguayo que había destacado por sus numerosas publicaciones de tema jurídico en las que manifestaba una postura claramente favorable a la inmigración. A juzgar por el tono de la carta, podrían haber mantenido una cierta amistad. Por mediación de él o por otras circunstancias que luego veremos, el caso es que en 1941 se publicó en Montevideo La agonía de Francia (texto en Obra periodística [2013]). En este libro Chaves daba su opinión sobre la caída, la defección, la agonía de un país, baluarte de la democracia y la civilización, al que acudían demócratas de toda Europa que, huyendo de sus países, confiaban en él y que tuvieron que ver cómo Francia se entregaba al enemigo alemán y se comprometía a facilitar a Hitler incluso a los propios refugiados alemanes antihitlerianos. Mucho se había escrito sobre este tema, al que todavía hoy la propia Francia no se ha atrevido a mirar de frente. André Maurois publicó un ensayo semejante (¿Por qué cayó Francia?) y Winston Churchill utilizó el mismo título («La agonía de Francia») para el capítulo 8 del libro ii de su historia de La Segunda Guerra Mundial.
En 1939, iniciada la primera fase de la Segunda Guerra Mundial, la de las ofensivas alemanas sobre Polonia, Bélgica y Francia, Chaves se encontraba en París. Era precisamente en ese momento cuando Francia abandonaba su independencia de nación soberana, cuna de la democracia y refugio de todas las migraciones de liberales huidos de sus patrias cuando la libertad había sido vulnerada, para entregarse a Alemania en una connivencia que ha sido una de las mayores vergüenzas de la historia. Bien situado en el periodismo francés, trabajaba en París para la agencia Havas y colaboraba en periódicos franceses como Candide y L’Europe Nouvelle, entre otros, con interesantes artículos (recopilados bajo el título Crónicas de la Guerra Civil y editados por Renacimiento en 2011) en los que analizaba la situación de España desde finales del año 1936, en que él mismo había salido al exilio. Sometía igualmente a examen la realidad francesa inspirado en las consignas del Quai d’Orsay, entendía la causa de Francia como previa a la española y estaba adscrito como periodista al gabinete Reynaud, dentro del Ministerio del Interior francés. Cada día enviaba sus crónicas a numerosos periódicos latinoamericanos y también cada día la radio francesa divulgaba sus comentarios en España y América del Sur.
El Gobierno de Vichy cambió las cosas y los demócratas que habían luchado por la causa de Francia, los que se habían enfrentado al hitlerismo, tuvieron que esconderse. Analizando la realidad francesa, el periodista era ya plenamente consciente de que, bajo aquella capa de desinteresada acogida de Francia que advirtió a su llegada, había comenzado un comportamiento cooperador con el nazismo que culminó en la firma con Alemania del armisticio aceptado por Pétain, una de cuyas cláusulas comprometía al Gobierno francés a «entregar a Hitler, atados de pies y manos, a los refugiados alemanes antihitlerianos que habían buscado su salvación en Francia, y a quienes el Estado francés había utilizado sin escrúpulo en el simulacro de lucha contra el hitlerismo». En La agonía de Francia se aprecia que aquella gran estima de Chaves hacia la civilización y alta cultura democrática del pueblo francés que hasta entonces había demostrado había sufrido un duro revés. Esa profunda admiración que Chaves sintió hacia el pueblo francés la pasó más tarde al inglés, que llegó, asimismo, a decepcionarlo. Y es que el periodista pareció perseguir toda su vida el señuelo de la más pura democracia (como Azaña, demócrata antes que republicano) y, sin embargo, las circunstancias le jugaron una mala pasada.
Hasta hoy, ni siquiera los propios franceses han llegado a conclusiones definitivas en sus reflexiones sobre esta situación, que tantas especulaciones ha concitado. Y mucho más difícil se presentaría el análisis en el propio momento en que los hechos ocurrieron. Pocas personas fueron capaces de interpretar los acontecimientos en su mismo espacio temporal, con un punto de mira desapasionado, clarividente y posibilista, tal como este periodista sevillano solía hacer en los trabajos que emprendió. Pero ¿qué había pasado en Francia para que se llegara a producir este cambio de actitud? ¿Qué extraña locura se apoderó del Gobierno francés que, sin la oposición del pueblo, se entregaba a Hitler? El libro, escrito a pie de acontecimientos, es un lúcido análisis de la caída de Francia en poder del totalitarismo nazi, desde septiembre de 1939 hasta el 14 de junio de 1940, cuando el Gobierno, presidido por Paul Reynaud y reunido en el Hôtel de Ville de Burdeos, se somete sin resistencia a Alemania. Aquella misma noche —explica Chaves— el mariscal Pétain empezaba a encarcelar a los hombres de espíritu liberal, a perseguir a los judíos, a maldecir a los demócratas y a pronunciar discursos contra las «plutodemocracias».