J. Benito Fernández
El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero
Anagrama
584 páginas
POR JOSÉ ÁNGEL BARRUECO

En 1999 apareció en Tusquets la primera versión de esta monumental biografía, de título admirable (El contorno del abismo) y subtítulo preciso (Vida y leyenda de Leopoldo María Panero), posteriormente reeditada en su colección de bolsillo. Un libro mítico y agotadísimo que por fin se publica de nuevo: en Anagrama, en edición revisada y extendida con tres capítulos más, que abarcan casi 20 años, los últimos del poeta hasta su muerte en marzo de 2014. Un caramelo de volumen. Las grandes biografías (que conjugan ritmo, estilo, estructura y agotadoras pesquisas), y ésta sin duda lo es, consiguen que nos enganchemos a sus páginas como si estuviésemos atendiendo a una novela, plena de situaciones que en una ficción podríamos considerar inverosímiles. Panero protagonizó tantos momentos surrealistas que parece un buscavidas surgido de un filme de los 70.

Para quien no lo sepa, y me refiero a los lectores más jóvenes, Leopoldo María (junio de 1948, Madrid) nació en una familia de escritores, de poetas: el padre, Leopoldo; la madre, Felicidad Blanc; el hermano mayor, Juan Luis; el hermano pequeño, Michi; el tío, Juan; el primo, José Luis. Todos fueron destacando en las letras, pero quien ingresó en la leyenda fue el autor de Así se fundó Carnaby Street y Escribir como escupir. Por diversas razones.

Por su condición primigenia de artista maldito que pronto dejaría de serlo porque alguien tan leído, impreso y venerado no encaja ya en los patrones del malditismo, y de «loco» que quizá no estaba tan loco y tal vez exageraba el personaje; por la abundancia de su producción, que incluye poemas, cuentos, ensayos, traducciones, experimentos…; por la variedad de su obra, casi siempre sorprendente y digna de estudio; por sus salidas y entradas en manicomios y hospitales; por sus alteraciones del orden en recitales, bares, restaurantes, salas de conferencias e incluso a bordo de aviones; por sus detenciones policiales y estancias breves en prisión durante el franquismo; por el caudal de imágenes que han ido poblando la red en los últimos años y en los que le vemos con el gesto torcido, la mirada de sabio excéntrico, la sonrisa sin dientes, el humo envolviendo sus facciones… incluso esa otra, tristemente famosa, en la que está en pleno desarrollo de una micción callejera.

Pero su autor, J. Benito Fernández (Tomiño, Pontevedra, 1956), es en realidad el héroe de este libro. Tras entrevistarse con numerosas personas, rastrear bibliografía, sumergirse en la lectura de libros y artículos, en la revisión de películas y documentales, en agotar los cauces de comunicación con quienes le conocieron y trataron (diálogos cara a cara, cartas, correos electrónicos, llamadas telefónicas, redes sociales), alumbró un retrato que se sale de la página, por así decirlo. El rosario de anécdotas que despliega, jugosísimas y contrastadas, logran que la persona esté viva, que palpite en cada párrafo, que sintamos el olor de los miles de pitillos que fumaba, de las vomitonas, de los regueros dulzones de Coca-Cola, pero también el perfume de esos folios perjudicados por la tinta y las salpicaduras de café. Podemos sentir el agobio de quienes le acompañan y sufren sus salidas de tono, sus fugas continuas al baño en mitad de conferencias y presentaciones literarias, sus tropiezos y desatinos.

Hay, también, un poso dolorosísimo en el retrato explícito del tiempo y de los estragos que causan las enfermedades mentales, los excesos etílicos y el abuso de las drogas: se alcanza primero mediante la imagen, cuando observamos el rostro joven de Panero convertido pronto en un mazacote de arrugas y visajes (a los 50 parecía un anciano, incluso antes), o las facciones entusiastas y delirantes que muestra en El desencanto y que desaparecerían rápido, como borradas: imposible reconocerlo ya en el siglo XXI; pero ese retrato también se desprende de las situaciones que va narrando el autor, donde asistimos a un desmoronamiento, al declive físico y mental, que no artístico, de un hombre que, anhelando ser Peter Pan, ingresó más aprisa de lo esperado en el mundo de los adultos envejecidos prematuramente. J. Benito Fernández compone aquí su biografía definitiva, donde se articulan la estética del perdedor y la gloria del encumbrado, la risa y la pena, la fiebre y la locura. Se recomienda acompañar con su Poesía completa en edición de Túa Blesa.