Jordi Canal (director)
Historia contemporánea de España. Volumen 1 (1808-1931)
Historia contemporánea de España. Volumen 2 (1931-2017)
Taurus Historia y Fundación Mapfre, Madrid, 2017
863 páginas, 29.90 € (ebook 10.99 €)
832 páginas, 29.90 € (ebook 10.99 €)
El riguroso historiador Eric J. Hobsbawm, también famoso por su gran fuerza imaginativa, sentido del humor y talento literario, afirmaba que la historia no es como un autobús que a final de trayecto obliga a bajar a todos los pasajeros, y al comenzar el siguiente recorrido recoge a otros totalmente nuevos. Con su símil pretende decirnos que la historia de un periodo extiende siempre sus tentáculos hacia las etapas anterior y posterior. Jordi Canal, director de esta historia de España que abarca los dos últimos siglos, se inspira en la anécdota del autobús de Hobsbawm cuando afirma que «nada empieza totalmente de cero, y nada termina de manera abrupta, siendo la evolución, en forma de antecedentes y consecuencias, de construcciones y destrucciones, de continuidades y, asimismo, discontinuidades, la clave de todo relato histórico». Ésta es una idea de fondo que se detecta a lo largo de todo el gran trabajo que comentamos, que es uno de los proyectos historiográficos españoles más importantes de las últimas décadas, y en el que el profesor Canal ha contado con la colaboración de una treintena de los más destacados historiadores de las últimas generaciones. Estos profesionales punteros se han ocupado de observar, estudiar, investigar y relatar la historia contemporánea de España desde el punto de vista político, social, económico y cultural.
El exhaustivo trabajo colectivo que comentamos queda recogido en dos volúmenes. El primero arranca en 1808 y trata en profundidad la crisis de la monarquía hispánica, las independencias americanas, el despliegue de la revolución liberal tras la muerte en 1833 de Fernando VII, el Sexenio Democrático, el reinado de Alfonso XII y la Restauración, y finaliza con los últimos momentos de la monarquía de Alfonso XIII antes de la proclamación de la Segunda República en 1931. El segundo tomo comienza con la proclamación de la Segunda República y, con el título «Entre la libertad y las dictaduras» abarca el periodo que va de 1931 a 1959. Seguidamente trata el conjunto de cambios económicos, socioculturales y políticos que constituyen los fundamentos de la España actual, llega a comentar desde una perspectiva histórica la abdicación del rey en 2014 y finaliza con la delicada situación catalana en septiembre de 2017. Este volumen se remata con una rigurosa y muy completa cronología y con una interesante selección de ilustraciones y fotografías exquisitamente comentadas que complementan y enriquecen la totalidad del contenido.
Esta historia contemporánea de España está dividida en cinco partes, dirigidas, respectivamente, por Manuel Chust y Pedro Rújula («La crisis de la monarquía hispánica»), Isabel Burdiel («La construcción nacional»), Jordi Canal («Modernidad y tradición»), Eduardo González Calleja («Entre la libertad y las dictaduras») y Juan Luis Pan-Montojo («La búsqueda de la democracia»). En todos los textos está presente la apuesta por la complejidad y la voluntad totalizadora. «Únicamente una aproximación compleja —escribe J. Canal— permite analizar una compleja realidad, esto es, la del pasado». «Igualmente —añade—, esta historia no puede ignorar la diversidad cultural, lingüística y administrativa que enriquece y ha enriquecido históricamente a España, siendo fuente a veces de tensiones y conflictos, pero también de solidaridades y esfuerzos comunes». Resumiendo, y de acuerdo con sus autores, podemos decir que esta historia que comentamos empieza estudiando un imperio colonial, regido por una monarquía absolutista en crisis, y termina en los comienzos de un nuevo milenio, con una monarquía y un régimen democrático que, tras haber pasado, a pesar de los avatares del pasado, más de un cuarto de siglo de modélica estabilidad, se enfrenta en la actualidad a nuevos problemas derivados de una profunda crisis económica y social y del parcial agotamiento del llamado Estado de las Autonomías. «Los frentes abiertos, en 2017 —concluye el profesor Canal—, son múltiples y, en algunos puntos, inquietantes».
En la primera parte de este trabajo, se insiste en que es un error hablar de invasión de España por tropas francesas a finales de 1807 y durante los primeros meses de 1808, lo cierto es que el ingreso de numerosos contingentes militares en España había sido consentido por el rey. También queda demostrada, tras el Motín de Aranjuez, la entrega sin condiciones de Carlos IV y Fernando VII a Napoleón del futuro de la sucesión española. «A cambio de propiedades fabulosas y rentas vitalicias —escribe José María Portillo—, Carlos IV, en efecto, cedió sus derechos a Napoleón». Del mismo modo, Fernando hizo renuncia a sus derechos como príncipe de Asturias. Dos años más tarde, las Cortes abrieron sus puertas en la Isla de León y, un tiempo después, en la ciudad de Cádiz, la Cámara procedió a aprobar trascendentales decretos relativos a la soberanía nacional, la división de poderes, el reconocimiento de Fernando como rey, la nulidad de todos los decretos del gobierno de José I, la libertad de imprenta, la soberanía e inviolabilidad de los diputados y la igualdad de representación y de derechos entre los americanos y los peninsulares. La Constitución fue netamente liberal al establecer el sufragio universal indirecto y la preeminencia de las Cortes sobre el rey. Con el regreso de Fernando VII y su entrada triunfal en Madrid, quedó iniciada una etapa de absolutismo restaurado, al declarar nulos los decretos y la Constitución de las Cortes de Cádiz. Pasados algunos años, y ante la presión de las ciudades, el monarca se vio obligado a jurar la Constitución por primera vez el 9 de marzo de 1820. Se inauguró así un nuevo periodo constitucional que sólo duraría tres años, el llamado Trienio Liberal. Pasado este tiempo, un ejército francés compuesto por cien mil hombres y bajo el mando de Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema, iniciaba su invasión de la Península en abril de 1823. Fernando VII, una vez más, jugó bien sus bazas absolutistas. Los diez años que transcurren entre esta segunda restauración del absolutismo y la muerte de Fernando VII, en 1833, son una etapa de intransigencia, de supresión de la legislación liberal y de fuerte represión política contra los liberales.
La segunda parte del primer volumen se dedica a analizar el proceso por el cual se produjo en España la quiebra definitiva del Antiguo Régimen y la monarquía absoluta, así como la consolidación del liberalismo y el ensayo de sus diferentes propuestas entre 1833 y 1874. «Aquel proceso —escribe Isabel Burdiel— tuvo lugar sobre las ruinas aún humeantes del imperio americano y sobre la obligada redefinición de la posición de España como potencia europea de segundo orden dentro de un bloque de países liberales, liderados por Francia e Inglaterra». A nivel interno, en este periodo destaca el tema de la desamortización, del que la autora escribe que la forma en que se hizo respondió fundamentalmente a las necesidades del Estado y no, desde luego, a una reforma agraria pensada para distribuir las tierras de la Iglesia o de los ayuntamientos entre los campesinos pobres. En realidad, las ventas de tierras favorecieron en mayor medida a los que, siendo ya propietarios, tenían capacidad para redondear sus propiedades. También es clave en esta etapa la importancia militar. «Sin Espartero —escribe María Sierra— no puede entenderse el Partido Progresista, como sin Narváez, el Moderado, sin Leopoldo O´Donnell, el de Unión Liberal o sin Juan Prim, la evolución del liberalismo avanzado hacia la democracia». En cuanto al tambaleante reinado de Isabel II, es de señalar que su última etapa fueron años muy conflictivos que finalizaron en la Gloriosa, como fue titulada la revolución que en 1868 no sólo acabó con el trono de Isabel II, sino que, de forma más amplia, inauguró una etapa de prometedores cambios.
Entre 1875 y 1931 —es cuando finaliza este primer volumen— se sucedieron en España dos regímenes políticos, de tipo liberal avanzado el primero y de carácter dictatorial y autoritario el segundo. Este largo medio siglo está caracterizado por la dialéctica entre lo nuevo y lo viejo, entre la modernidad y la tradición. Resumiendo, a grandes trazos podemos decir que si la Restauración se había concretado en la década de 1870 en una moribunda Primera República prolongada por el general Francisco Serrano, la Segunda República iba a llegar, en abril de 1931, tras una débil fase de alargamiento de la estructura primorriverista por parte del general Dámaso Berenguer y el almirante Juan Bautista Aznar. La caída del régimen dictatorial de 1923 acabó llevándose por delante, en 1931, a la monarquía restaurada en 1875.
El recorrido del siglo xix español, al igual que el de otros países de Europa del sur, puede contemplarse como una larga guerra civil que fue librada, de forma discontinua pero persistente, por las alternativas revolucionarias y contrarrevolucionarias al proceso de construcción del Estado liberal, en el que se alternaron periodos de combate abierto con etapas de tranquilidad más aparente que real. «Podría decirse algo parecido de nuestro siglo xx —escribe Eduardo González Calleja—, que, en su primera mitad, tuvo en el hecho bélico uno de sus rasgos definitorios». Ni que decir tiene que la Guerra Civil de 1936 a 1939 es el acontecimiento histórico nodal, que desembocó en la consolidación del régimen dictatorial más duradero de nuestra historia contemporánea, que iba a dar carpetazo a dos siglos de decadencia nacional.
En estas numerosísimas y sustanciosas páginas se demuestra que, a diferencia de lo ocurrido en otros países, en España no se logró una consolidación del régimen democrático mediante el establecimiento de una nueva alianza de clases. El brutal conflicto que estalló en 1936 interrumpió de forma brusca el proceso de moderado crecimiento que la economía española venía experimentando desde principios de siglo. Fue un dramático salto atrás de casi veinte años. Aquí queda claro que, si la Guerra Civil es la coyuntura histórica clave del periodo y el eje sobre el que gira nuestra historia reciente, desde el punto de vista económico el gran cambio se produjo a partir de 1959 con los decretos sobre disciplina financiera y liberalización económica interior y exterior. Dio comienzo una etapa caracterizada por la modernización social y cultural que presidió los tres últimos lustros de la España franquista, que fue erosionando la base de consenso del régimen sin llegar nunca a derribarlo.
El análisis de este estudio trata el conjunto de cambios económicos, socioculturales y políticos que constituyen los fundamentos de la España actual y finaliza con la abdicación del rey Juan Carlos I, la sucesión de su hijo Felipe VI y la preocupante situación catalana en septiembre de 2017. Y tras muchas horas dedicadas a la detenida lectura de estos dos volúmenes, llego a la conclusión de que nuestra historia de los dos últimos siglos no es más rara y atípica que otras historias. Más bien diría que cada una de ellas tiene —con sus idas y venidas, con sus vueltas y revueltas—, sus singularidades. España, en concreto, tiene de singular, que el proceso revolucionario liberal empieza muy pronto, cuando en Cádiz se implanta una Constitución muy avanzada. Lo que ocurre es que hay un gran desfase entre unas élites modernizadoras urbanas y un país abrumadoramente rural y católico, y eso da lugar a altibajos, algo que también ocurre en otros países. Lo singular es que en España empiezan muy pronto, en 1810, y terminan muy tarde, con la muerte de Franco en 1975. En cuanto a los últimos y tristes acontecimientos de nuestra historia, no me queda más que añadir que ante el desafío catalán tenía que haber habido una respuesta política, y no la ha habido. Todo apunta a que estamos en las vísperas de un cambio de ciclo. Recordemos la época entre 1993 y 1996, en la que el PSOE se desgastaba más y más, sin parar. Algo así está ocurriendo ahora al PP. No tiene respuestas al problema de Cataluña, tampoco se ha enfrentado a la corrupción ni sabe qué hacer ante una reforma constitucional. Veremos si consigue llegar hasta 2020. Y veremos también si existe otra derecha, la de Ciudadanos, capaz de coger las riendas y tirar hacia delante. De momento, está por ver.