Aroa Moreno
Bajamar
Literatura Random House
192 páginas
«La realidad, la memoria y la imaginación ahora son tres líneas confusas que se funden y separan», señala una de las mujeres protagonista de La bajamar, segunda novela de Aroa Moreno (Madrid, 1981), tras su exitosa La hija del comunista, premio El Ojo Crítico de Narrativa 2017, donde cuenta la vida de una familia de emigrantes españoles en la Alemania del Este. La cita recoge las palabras de Adirane, casada y madre de una niña de cinco años, residente en Madrid. La conocemos cuando ha decidido abandonar su casa y su familia y regresar al lugar donde nació y se crio en el País Vasco.
Allí sigue su progenitora, Adriana, con la que hace cinco años que no tiene comunicación, y la madre de esta, la abuela Ruth, ya nonagenaria, que empieza a borrar la huella del presente aunque mantiene intacta la del pasado. Todas son madres e hijas y eso las situará en un flujo de vaivenes, un movimiento que llevan grabado en sus retinas. Como el ir y venir de las aguas de la ría de su pueblo, que en ocasiones descubre el verdín del fondo y en otras refleja una superficie opaca y misteriosa.
Moreno ha explicado que la acción se sitúa en Pasaia, una población dividida por una ría, cerca de San Sebastián, que ella conoce bien. Las vidas de las mujeres de esta novela han transcurrido en un clima de cielos grises y lluvias frecuentes y en un entorno recio de trabajo y supervivencia (la Guerra Civil, el exilio o los años más cruentos del terrorismo de ETA forman parte determinante del contexto de sus historias).
La autora ha urdido un relato lleno de poesía- género que ha cultivado en sus libros Veinte años sin lápices nuevos y Jet lag – para acercarnos al mundo interior de esas mujeres. Lo ha hecho con las palabras y las frases justas, pero que abarcan sentires profundos como la añoranza, el miedo, el fracaso o la angustia vital.
La propuesta conlleva cierta exigencia lectora para ir construyendo en el imaginario esas vidas que nos son contadas y que se entrelazan en el tiempo. Hay que conectar y completar un relato que adquiere coherencia conforme la lectura avanza y vamos descubriendo los grandes y pequeños episodios de estas mujeres. Las voces se alternan. Sus vidas han evolucionado colindantes pero alejadas.
La maternidad y la filiación como gran tema de la vida, de la realidad o de la ensoñación. Adirane plantea el peso que comporta tener un hijo, esa responsabilidad ineludible que puede quitarte el aire. El amor y el temor de la mano por siempre jamás. Las exigencias del cuidado y la entrega. Los dictados impuestos («las madres también nos vamos»), un tema cada vez más plasmado en la literatura contemporánea.
El libro consigue crear un clima, una atmosfera, que apacigua y que oprime según las circunstancias. La ría forma parte del paisaje y se convierte en texto. Recoge el poso del pasado y los rastros de la existencia de Ruth, de Adriana y de Adirane, como lo fue antes de Luz, la bisabuela, o como posiblemente lo será de la pequeña Ruth -la reiteración de nombres alimenta también ese caudal de elementos que van conformando las estirpes familiares-.
La escritora recorre un siglo de historia con mayúsculas y también en minúsculas -el de cada existencia particular- y nos sugiere que los secretos y los silencios es mejor desvelarlos mientras aún se pueda preguntar; que la memoria se transmite, y que muchas veces son las generaciones posteriores las encargadas de conservar los recuerdos -un niño que murió, una ausencia, un objeto que acompaña y protege…- Hay en estas páginas la herencia de un código de expresión de los afectos. Cuántas veces se escurre aunque se ansía («Quiere hundir la cara en el pecho de su madre»). La contención que define a las gentes del Norte.
Aroa Moreno ha conseguido escribir un libro bello e intenso. Lo ha hecho dosificando el lenguaje y la trama, dejando amplios espacios a los lectores para reseguir episodios que son parte de esta historia, pero también de muchas otras coetáneas. Supo además encontrar el título idóneo para englobar el alma de este relato.