Enrique Vila-Matas
Mac y su contratiempo
Seix Barral, Barcelona, 2017
304 páginas, 19.50 € (ebook 9.99 €)
POR CRISTIAN CRUSAT

 

En 1988, Enrique Vila-Matas dio a la imprenta una singular «novela en relatos» titulada Una casa para siempre. Grosso modo, la historia gravitaba en torno a un ventrílocuo cuya tragedia consistía en haber perdido su propia voz: «Mi voz ya no era exactamente mi voz; sonaba muy distorsionada, y sus registros se habían hecho más variados». El libro, sin duda, era mucho más; entre otras cosas, uno de los conjuntos de relatos más ocurrentes, audaces y atrevidos de la literatura española, donde se encontraban, además, algunos de los textos más emblemáticos del autor, como «La fuga en camisa» o «Mar de fondo». Por consiguiente, más allá de la graciosa paradoja que aparentemente articulaba el libro, Una casa para siempre encerraba las líneas maestras del sólido programa literario en el que, a partir de esos años, Vila-Matas profundizó hasta llevarlo a un punto de tensión extrema, el cual tal vez alcanzó con El mal de Montano (2002), soberbia novela intelectual. En 2017, casi treinta años después, Enrique Vila-Matas ha publicado una novela, titulada Mac y su contratiempo, que se disfraza de diario. Se trata, a mayor abundamiento y recreo de los lectores de este escritor barcelonés, del diario de un autor principiante que aspira a reescribir la obra de un famoso autor —que, además, es su vecino—, la cual guarda indisimulables parecidos con Una casa para siempre, aunque en verdad no lo sea. Llegados a este punto, cabe establecer la primera lección a partir de la lectura de este libro: Vila-Matas es un escritor de primerísima magnitud, si bien no atesora menor maestría como reescritor.

Sucede que pocos como él han sabido atraer tantos y tan fecundos ecos literarios y, encima, fundar una literatura tan reconocible e inspiradora. En el momento de publicar Una casa para siempre, Vila-Matas ya había alcanzado un estimable reconocimiento por libros como La asesina ilustrada, Impostura y, sobre todo, Historia abreviada de la literatura portátil, de 1985 –aunque nada semejante a lo que lograría una década más tarde–. Tras libros como Historia abreviada de la literatura portátil, quedaba claro que Vila-Matas aspiraba a poner en práctica en cada una de sus narraciones una tenaz y ciertamente innovadora libertad textual; propósito que se manifestaría de manera inmejorable cuando Vila-Matas comenzó a definir el género novelístico como un tapiz que se dispara en muchas direcciones, es decir, como un tapiz entretejido, al mismo tiempo, de material ficticio, documental, autobiográfico, ensayístico, epistolar, histórico o libresco. Junto a esta cuestión teórico-estructural, era evidente asimismo que el espíritu de la vanguardia —surrealismo y absurdo, fundamentalmente— aguijoneaba su literatura, trufada asimismo de ironía, humorismo e inobservancia del decoro literario. Por último, Una casa para siempre ponía en solfa uno de los principios elementales que nutrían los decálogos del perfecto novelista realista: ser dueño de una voz propia (la misma voz que puede guardarse «en una de esas cajitas de plata de las que tan orgullosos están los coleccionistas de odios gratuitos»). No sólo optó Vila-Matas por cruzar y distorsionar sus propias voces narrativas, sino que además las entintó con sospechosas citas y resonancias literarias, las cuales en ocasiones –pero sólo en ocasiones– eran auténticas. En definitiva, Una casa para siempre escapaba al anhelo de la voz propia mediante la peregrinación libresca a los orígenes de la literatura, esto es, a la literatura oral, donde los acentos se confunden y las verdades son referidas con múltiples y variados nombres.

Tras acceder al comienzo de Mac y su contratiempo a la interioridad y los propósitos del principiante Mac, acuciado por la falta de trabajo y la sospecha de que su mujer le es infiel, el dizque diario aborda el análisis individualizado de los cuentos integrantes de la obra Walter y su contratiempo, que el aturdido Mac piensa rescribir, a ser posible póstumamente (uno de esos gestos, entre ridículos y manieristas, que sólo Vila-Matas es capaz de atribuir a un escritor novato para, de paso, reconvenir al profuso estamento de los pomposos). La ambigüedad aflora al confrontar los títulos de Una casa para siempre y la inexistente (y, sin embargo, gemela) Walter y su contratiempo: algunos títulos coinciden; otros, no. Cada relato le permite al narrador elaborar estimulantes digresiones sobre los hipotextos que, a su entender, nutren su contenido. Se procede así al ameno repaso de varias obras de John Cheever, Djuna Barnes, Jorge Luis Borges, Ernest Hemingway, Bernard Malamud, Marcel Schwob, Jean Rhys, Edgar Allan Poe o G. K. Chesterton, autores que, en mayor o menor medida, ya orbitaban alrededor del universo vila-matiano y que le permiten, nuevamente, combinar en su tapiz narrativo puntadas de ficción, ensayo y diario: «Muy pronto me sumergí en la repetición y la prueba es que ahora ya ando planeando la copia modificada y mejorada de la novela de mi vecino, un libro insignificante y equivocado, lleno de ruido y furia olvidados, pero que he preferido examinar con la lentitud que he creído que requería algo que me propongo, más pronto o más tarde, alterar».

Estas breves líneas condensan una de las más celebradas virtudes de la narrativa de Vila-Matas, así como gran parte de su poética: repetir, desde la distancia del viajero más lento, la naturaleza de lo consabido, alterándolo. El cuaderno de notas a pie de página sobre el que se sustenta Bartleby y compañía (2000) sería un buen ejemplo de lo anterior en relación con la historia literaria.

En Mac y su contratiempo se ofrecen, asimismo, nuevas claves para interpretar Una casa para siempre, como cuando el narrador reflexiona sobre la profesión de los ventrílocuos y se refiere a la película The Great Gabbo (1929), protagonizada por Erich von Stroheim. Según reconoció Vila-Matas en sus conversaciones con André Gabastou en Fuera de aquí (2013), el film le sirvió, junto a un vídeo musical de Tom Waits, como modelo para su libro de 1988. El contrapunto a todas estas reflexiones, peripecias sentimentales y digresiones literarias lo constituye su ingenioso «puthoroscopo», una sucesión de divertidísimas y desquiciadas interpretaciones por parte del narrador de las predicciones del futuro que, en un periódico, escribe una vieja amiga.

Mac y su contratiempo es, en resumen, una extraordinaria y ejemplar summa del arte narrativo de su autor. Por un lado, compendia las técnicas y procedimientos por los que Enrique Vila-Matas se ha convertido en un escritor absolutamente dueño de su mundo literario, caracterizado por las cabriolas estructurales, los personajes tan excéntricos y disparatados como genialoides y carismáticos, el irreverente sinsentido que destilan sus argumentos y la desesperada alegría de sus narradores. Por otro lado –en congruencia con su alineamiento vital en el margen opuesto de la gravedad–, ha decidido repetirse como únicamente los maestros pueden hacerlo: cerrando el círculo de sus obsesiones y afianzando la confianza de sus lectores, que nuevamente se sorprenderán a sí mismos en medio de una espontánea carcajada y una lúcida reflexión sobre el arte de contar historias.

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