TIEMPO DE AMOR

Consta de tres historias hilvanadas a través de la figura de la mujer. La primera de ellas, «El atardecer», recoge el eterno noviazgo de una pareja madura. Alfonso, un estresado opositor encarnado por un Agustín González en los antípodas del personaje anterior, logra por fin hacer el amor con su sempiterna novia, Elvira (Julia Gutiérrez Caba), quien se le entrega en la pensión de turno como consuelo del último fracaso en las oposiciones. Van luego a una cafetería a tomar una copa, excepcionalmente no a la cafetería habitual y, mientras la entregada novia descansa su rostro en el hombro de su satisfecho galán, éste echa el ojo a las piernas de una rolliza joven que conversa con una amiga en la barra del local… La joven y su amiga nos conducen a la tienda en la que trabajan como dependientas, entramos así en la segunda de las historias, «La noche». Unos amigos de las dependientas pasan por la tienda para invitar a las jóvenes que vimos en la barra a un guateque. Les falta una chica para completar las parejas y deciden invitar a la jovencísima María (Enriqueta Carballeira), pese a su inexperiencia en esas lides, quien será seducida por un atractivo y rico sudamericano, Servando (Julián Mateos). Se hace muy tarde y, tras acceder a tomar la última copa en un pub cercano, la pobrecita está muy mareada y le ruega la lleve a casa. Circunstancia que aprovecha Servando para intentar violarla en el coche. María logra escapar por los pelos y, desde el coche, el zafio galán le propina todo tipo de insultos. Hemos dejado a María en uno de los barrios más pobres de Madrid, Entrevías, y es allí donde Diamante sitúa la tercera y última historia, «La mañana». José (Carlos Estrada) es un joven y abnegado médico que llega de madrugada a su casa al terminar la ronda de pacientes del barrio. En su modesto piso le esperan Pilar (Lina Canalejas) y sus tres hijos. La mujer está harta de hacer milagros para mantener a la familia pues los ingresos escasean al no cobrar José a la mayoría de sus pacientes… Tras una fuerte disputa entre ambos, en la que Pilar está dispuesta a abandonarlo y marchar con los niños a casa de sus padres, José debe salir de casa a altas horas de la noche para atender un parto en una chabola gitana. Ya de madrugada envía a un gitanillo a su casa con una nota para que Pilar le entregue unos medicamentos. Ésta decide llevarlos personalmente, acompañar al chico y ayudar a su marido con la parturienta. Un nuevo bebé llega al mundo sin problemas y la pareja regresa tiernamente abrazada a la casa mientras un churumbel les reprocha graciosamente su efusividad amorosa.

Emocionante retrato de las relaciones amorosas en la pacata sociedad española de los sesenta, Diamante inicia con Tiempo de amor su colaboración con quien será su esposa, Elena Sáez, coguionista hasta su temprana muerte. La clásica y elegante puesta en escena, virtuosamente fotografiada por Juan Julio Baena, contribuye asimismo a hacer de Tiempo de amor uno de los productos cinematográficos más interesantes de la época. Villegas López la considera una «obra transparente, tejida como un encaje, de pequeñas sutilezas», de «indefinible encanto y fragancia». La dirección de actores es también espléndida y en ella se nota la huella de quien, como Diamante, fue, al tiempo que cineasta, notable director teatral. Al mismo nivel, si no superior, está su siguiente película, El arte de vivir, realizada en 1965. Ambas se encuadrarían, por su temática eminentemente social, en la línea más característica del Nuevo Cine Español, en un realismo —señala Larrauri Gárate— cercano a la literatura española de medio siglo.

 

EL ARTE DE VIVIR

Título de nuevo irónico, pues la película nos muestra la domesticación social de un joven inconformista. De hecho, se manejó durante un tiempo el título de El inconformista. La primera secuencia del filme nos muestra claramente lo que va a ser el personaje central del mismo: Luis (Luigi Giuliani) en medio de un paso de peatones, los coches pasando delante y detrás de él, indeciso entre avanzar, retroceder o quedarse donde está. Con el fondo musical de una pegadiza canción del propio Diamante —letrista, por cierto, de varios de los temas musicales de sus películas—, interpretada en esta ocasión por Miguel Ríos, Todo va bien. Una vez más, la ironía. Se oyen en off los pensamientos de Luis que ahora camina por Recoletos: tarde de domingo, aburrimiento, enajenación popular con el fútbol, gitanas y turistas, typical spanish… En Correos, poco después, entabla conversación con Ana (Elena María Tejeiro) e inicia con ella una relación amorosa que constituirá el eje dramático del relato. El joven inconformista sucumbirá ante las tentaciones del capitalismo, abandonará sus ideales y a su novia («pobre Ana, en realidad, poco teníamos que ver el uno con el otro», oímos en el off final, de nuevo con Todo va bien de fondo), convirtiéndose así en un trepa sin escrúpulos.

La historia desarrolla una perfecta construcción dramática cuyo climax lo constituye la fallida cena a tres. La víctima es Ana, maravillosamente encarnada por una actriz, la Tejeiro, cuyos silencios y miradas dicen más que cientos de palabras. El reparto es, como casi siempre en Diamante, notable: a los actores citados se suman Lola Gaos, Juan Luis Galiardo (en su primer papel cinematográfico), José María Prada, Francisco Valladares y un largo etcétera en el que encontramos incluso a Buero Vallejo, Carlos Muñiz o Lauro Olmo, una manera por parte del director de homenajear a sus autores favoritos. Hasta el propio Diamante, actor ocasional, hace de uno de los colegas de Luis, al enfermar el actor destinado a ese papel. Madrid es también protagonista al utilizarse profusamente los exteriores, como en muchas de estas películas de los sesenta. Una de las características de estas nuevas cinematografías es la de rodar en exteriores, integrar el paisaje urbano en el desarrollo de sus filmes. Esta vez magníficamente fotografiados por Enrique Torán y su cámara, el inolvidable Luis Cuadrado. Como hicieron a su vez con París los cineastas franceses de la nouvelle vague, con quienes tienen nuestros jóvenes cineastas más de un punto en común.

Luis es invitado a una fiesta propiciada por la empresa en la que trabaja. Un dúo flamenco, formado por Rafael Romero y Perico el del Lunar, contratado para el evento, ataca la petenera siguiente, que resume a la perfección su pensamiento (otro de los grandes amores del realizador es el cante jondo): «Yo quisiera renegar / de este mundo por entero. / Volver de nuevo a habitar / por ver otro mundo nuevo / donde encontrar la verdad».

 

EL RESTO DE SU OBRA

Es la época de las coproducciones y las dos siguientes películas de Diamante lo son: la primera con Italia, Tiempos de Chicago (1969), masacrada por la productora, en la que el tema del gansterismo le permite abordar la emigración; la segunda con Francia, Helena y Fernanda (1970), un thriller psicológico, con apuntes feministas, destrozado por la censura.

Sex o no sex (1974) es una sátira benévola del destape que fue malinterpretada, por acudir a sus propias palabras. En ella, asistimos a las vicisitudes de un matrimonio pequeño burgués cuyo contexto les lleva al puro disparate. Habrá que llegar, un año después, a La Carmen para reencontrarnos con el Diamante de la trilogía inicial; lo mejor, sin duda, junto a su última y más reciente película, La memoria rebelde (2012).

En La Carmen, fruto de su pasión por el flamenco, nos da una personalísima lectura de la muy versionada tragedia de Merimée. En realidad, es una suite flamenca inspirada en un cante que escuchó «de labios de un viejo cantaor profesional, las coplas de Carmen Vero con son de petenera antigua». Aquí Carmen es una bailaora flamenca que persigue afanosamente la gloria, una fascinante mujer (Sara Lezana) que maneja a los hombres a su antojo. José (Julián Mateos), no don José, como señala Diamante, es un pobre quinto, exseminarista, por si fuera poco, que descubre a la mujer y, tras caer rendido ante ella, se convierte primero en su víctima y después en su verdugo. Repertorio de grandes momentos del flamenco, La Carmen es, al tiempo, un valioso documento por el que desfilan figuras como Enrique el Cojo, El agujetas o Enrique Morente. Desgraciadamente, problemas de producción malogran en parte la película y Diamante no vuelve a hacer un largometraje hasta casi treinta años después, La memoria rebelde (2012).

Ese largometraje, un extenso documental producido por él mismo, que abarca desde la II República hasta la Transición, nos ofrece una mirada distinta sobre esta última etapa a través de una veintena de testimonios de diversas personalidades que la protagonizaron. «Cabe destacar —puntualiza Larrauri Gárate— que, pese a tratarse de una película fundamentalmente construida por los testimonios de los entrevistados, el autor pone al servicio del relato una estructura en la que las intervenciones de los presentes se solapan, complementan y discuten, según el caso, ofreciendo interpretaciones complejas y distintas de hechos históricos relevantes». Frente al tópico de que la Transición fue modélica e incruenta, se nos muestra cómo ese periodo, por el que alcanzamos lo que ahora llamamos democracia, fue enormemente conflictivo y en absoluto incruento. Testimonian personalidades que abarcan el mundo del derecho, la iglesia, la diplomacia, la política, el sindicalismo, el arte, la milicia, etcétera; entre ellas, Jiménez Villarejo o Martín Pallín, Díaz Alegría o el obispo Iniesta, Puente Ojea, Carrillo, Sartorius, Azcona, Otero… A veces, más que entrevistar, Diamante dialoga con esas personalidades. La tesis fundamental de este imprescindible documento es que nuestra democracia es incompleta al no haberse planteado, desmantelada la dictadura, un referéndum al pueblo español sobre la forma de gobierno: monarquía o república.

—Faltaría recordar los interesantes cortos y documentales, algunos de estos últimos para la recién creada Segunda Cadena de TVE, que completan su trayectoria cinematográfica: Antes del desayuno, El proceso (adaptación parcial de la obra de Kafka), La lágrima del diablo (versión de un cuento de Gautier), la excelente —y, por desgracia, perdida— Velázquez y lo velazqueño, Vicente Escudero, donde asistimos a una lección magistral de lo que debe ser el baile flamenco, el Martín Fierro y, finalmente, El obispo leproso, recreación de la obra de Gabriel Miró. Sin olvidar los numerosos guiones que no pudo filmar por las diversas censuras, por ejemplo, su trilogía El ángel caído, Cuchillo negro y La calle de la libertad. Su labor pedagógica en la Escuela Oficial de Cinematografía se sustancia en su manual De la idea al film: el guión cinematográfico: narración y construcción; fruto de su admirable trabajo como director durante dieciocho años de la Semana Internacional de Cine de Autor de Benalmádena es su libro Cine, cultura, libertad: contra las sombras y el silencio.

Diamante, algo de ello hemos comprobado, es asimismo un notable poeta, repentista y letrista. En 1997 publica Cantes de vida y vuelta, dedicado a Elena Sáez, e inspirado en su amor por ella y por su ciudad natal, Cádiz, «madre y cuna, blanca nave». Este poemario, dividido en tres partes: Cantes, Jente jonda y Sentrañas, acertado neologismo, es, al tiempo, un cálido y sentido homenaje al flamenco. Ya en nuestro siglo, en 2004, aparece su último libro, Blues jondo, con dedicatoria a Sagrario Muñoz, su actual compañera, donde este «Blanco negro», como gusta definirse, fusiona sus dos pasiones musicales, altamente transgresoras, además de populares: el blues y el cante jondo.

Recientemente se ha editado Julio Diamante. Compromiso ético y estético de un cineasta, del citado Larrauri Gárate. Tesis doctoral que recoge y analiza con detenimiento y precisión la obra cinematográfica, literaria y cívica de tan notable artista.

 

BIBLIOGRAFÍA

· Diamante, Julio: De la idea al film. El guión cinematográfico: narración y construcción, Madrid, Cátedra, 2010.

· Diamante, Julio: Cine, cultura, libertad: contra la sombra y el silencio, Córdoba, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía/Filmoteca de Andalucía, 2007.

· Diamante, Julio: Cantes de vida y vuelta, Cádiz, Quorum Libros Editores, 1997.

· Diamante, Julio: Blues jondo, Diputación de Cádiz. Servicio de Publicaciones, 2004.

· Villegas López, Manuel: Nuevo Cine Español, San Sebastián, Festival Internacional de Cine, 1967.

· Larrauri Gárate, Íñigo: Julio Diamante. Compromiso ético y estético de un cineasta, Madrid, Shangrila, 2018.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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