Para la crítica de la época y los propios ultraístas, Cansinos Assens no sólo será el iniciador del ultraísmo, sino su gran mentor y maestro. Asimismo, el paso de Huidobro por Madrid en 1918 provocará una gran repercusión, como explica Cansinos Assens en el artículo «La evolución de la poesía», publicado en 1927:

«Para los que en arte estimamos sobre todo la labor nueva nacida del ansia de acomodarse al ritmo cósmico con que las eternas apariencias cambian de forma, la obra de iniciación que enseñaba un nuevo modo de belleza, el acontecimiento supremo del año literario que ahora acaba, lo constituye el tránsito por esta corte del joven poeta chileno Vicente Huidobro, que a mediados del estío llegó a nosotros, de regreso de París, donde pudo ver las grandes cosas de la guerra y alcanzar las últimas evoluciones literarias».

 

El autor también relatará la ingrata acogida que se dispensó a Huidobro en los cenáculos literarios madrileños, evitando premeditadamente el hacerse eco de su presencia y de las primicias que traía consigo. Además, no dudó en afirmar que sólo los poetas más jóvenes estuvieron dispuestos a acoger estas novedades, que tomaron forma en cuatro libros publicados durante su estancia en Madrid. Así, Huidobro dio a conocer Ecuatorial, Poemas árticos, Halari y Tour Eiffel, con los que ofreció al público español su nueva concepción estética, impregnada de los hallazgos explorados por Reverdy, Allard, Frick, Cendrars, Breton, Éluard o Chard.

El 15 de diciembre de 1918 se publicará, en El Parlamentario, la entrevista realizada por Xavier Bóveda al principal impulsor del ultraísmo. Esta conversación favorecerá la aparición del Manifiesto ultraísta, surgido en la tertulia literaria que Cansinos Assens dirigía en el Café Colonial de Madrid:

«Nuestro lema será “ultra”, y en nuestro credo cabrán todas las tendencias, sin distinción, con tal que expresen un anhelo nuevo. Más tarde estas tendencias lograrán su núcleo y se definirán. Por el momento, creemos suficiente lanzar este grito de renovación y anunciar la publicación de una revista, que llevará este título, Ultra, y en la que sólo lo nuevo hallará acogida».

 

Lo cierto es que Cansinos Assens ya daba cabida a las tendencias más renovadoras desde su cargo de director de la revista Cervantes, e incluso recalcará en la introducción de Los poetas del Ultra, editado en junio de 1919, que el ultraísmo «representa un compromiso de ir avanzando siempre con los tiempos». Es más, se le atribuía, en general, la paternidad del término que daba nombre a este nuevo espíritu de renovación, al parecer proveniente de sus escritos de juventud. Sin embargo, la cuestión no estaba tan clara, puesto que Guillermo de Torre también reclamaba el término e incluso no dudó en expresar sus dudas sobre la implicación de Cansinos Assens respecto al ultraísmo. Tal vez, la percepción de Guillermo de Torre se fundamentase en la escasísima variación de la temática abordada por Cansinos Assens, que denotaba una resistencia a la exploración de nuevos territorios. Ello no significa que no hubiera una faceta ultra en sus escritos, también en aquellos firmados bajo el pseudónimo de Juan Las, el cual, como indica Ricardo Barnatán, no atiende a la necesidad de ocultar su personalidad. En definitiva, estas disputas nos invitan a contemplar la interesantísima obra de Guillermo de Torre y en particular Hélices, brillante libro en plena sintonía con las vanguardias europeas que se verá eclipsado por su trayectoria como estudioso, ensayista, crítico y teórico. De aquí que retomemos la visión de Guillermo de Torre sobre el ultraísmo y sobre Cansinos Assens, que, por ejemplo, dista mucho de la visión que el propio Borges tiene del autor, como así queda reflejado en el elogioso poema que el escritor argentino le dedica en su libro Luna de enfrente y que reproducimos a continuación:

«Larga y final andanza sobre la arrebatada exaltación del / ala viaducto. / El viento a nuestros pies, busca velámenes / y las estrellas laten intensidad. / Bien paladeado el gusto de la noche, traspasados ya la sombra, vuelta ya una costumbre de nuestra carne la noche. / Noche postrer de nuestro diálogo, / antes de que nos separen las leguas. / Aún es nuestro el silencio / donde como praderas resplandecen las voces. / Aún el alba es un pájaro perdido / en la vileza más remota del mundo. / Última noche resguardada / del gran viento de ausencia. / Es trágica la entraña del adiós / como de todo acontecer en que es notorio el tiempo. / Es duro realizar que ni tendremos / en común las estrellas. / Cuando la tarde sea quietud en mi patio, / de tus carillas surgirá la mañana. / Será la sombra de mi verano tu invierno / y tu luz será gloria de mi sombra. / Aún persistimos juntos. / Aún las dos voces logran convivir / como la intensidad y la ternura en las puestas de sol».

 

Debemos considerar que, a pesar del valor del ultraísmo, éste sólo se desarrollará en el terreno literario, e incluso podríamos decir que especialmente en el campo poético, puesto que apenas se hallará producción novelística y menos dramatúrgica. Este hecho se contrapone con la hipótesis sostenida por Ricardo Gullón, quien afirma que el ultraísmo no quiso ser una escuela, sino un movimiento, lo cual implicaría, de ser así, que abordase otras áreas y se plasmara en diversas manifestaciones artísticas y extraartísticas.

 

ULTRA, CREACIONISMO Y MARTINFIERRISMO

A lo largo de estas páginas nos hemos adentrando en las raíces de Ultra aceptando las supuestas influencias que los críticos y, en ocasiones, los propios autores habían reconocido como esenciales en el curso de su trayectoria. Ahora bien, esta enumeración, lanzada como una lista concatenada, plantea ciertas cuestiones referidas a las convergencias y divergencias con las diferentes vanguardias. Obviamente, tal y como ya hemos mencionado, el ansia de renovación alimenta de manera genérica a todos los ismos, pero llama la atención que cobre una idéntica dimensión en un movimiento como pueda ser el futurismo frente a una escuela pictórica que no generó obra literaria, como fue el cubismo. Por tanto, cabe preguntarse cómo se incorporan los hallazgos cubistas o dadá en el ultraísmo; cuál es el motivo por el que en ocasiones el futurismo desaparece de este elenco; o, incluso, por qué no se relaciona el creacionismo con un protosurrealismo, más si tenemos en cuenta los contactos de Huidobro en París.

Podemos establecer a través de los textos programáticos generados por la vanguardia las posibles correspondencias, o no, respecto a las obras de creación, comprobando de este modo si estamos ante un correlato coherente, sin olvidar que precisamente en este ambiente cultural surgirán voces personalísimas cuya interpretación y evolución a partir de los mismos presupuestos dará lugar a piezas bien singulares. Tampoco podemos olvidar que, frente a manifiestos con indicaciones muy precisas, también hallaremos otros que no llegan a concretar nada más allá de su intención e interés por renovar el panorama, lo cual dificulta establecer de qué manera podría acometerse el cambio. Es aquí donde cobran especial relevancia aquellos autores que actúan como correa de transmisión mediante sus traducciones, su labor crítica o sus obras, trasladando así aspectos específicos de otras vanguardias que sirven como camino ya transitado que seguir. Me refiero, por ejemplo, a autores como Gómez de la Serna –citado por María Raquel Llagostera como figura vital para el ultraísmo– o Guillermo de Torre, ambos vinculados a Prometeo y a la Gaceta Literaria, en las que se elogiará desde un inicio al movimiento futurista. Precisamente, será la revista Prometeo la primera en reproducir el texto fundacional del futurismo en una traducción de Ramón Gómez de la Serna, anfitrión, junto a sus compañeros de redacción, de Marinetti y Benedetta Cappa en su viaje a Madrid, que inspirará varias obras futuristas dedicadas a España (Gómez Menéndez, Llanos, 2008a).

Este hecho, a priori anecdótico, también denota la curiosidad y el conocimiento de los textos teóricos y literarios a los que tendrá acceso Gómez de la Serna y que le permitirán la incorporación de muchos logros y recursos ya utilizados. Sin embargo, este contacto no le resta valor, puesto que el autor tomará como referencia tales escrituras para crecer y conformar un universo literario propio, que excede con mucho la composición de las greguerías aunque su fama supere la de otras facetas, como puedan ser las piezas teatrales, los textos dedicados a Charlot o los caligramas. También Guillermo de Torre emprenderá un interesantísimo recorrido no sólo como poeta –recordemos nuevamente su emblemático Hélices–, sino como crítico y estudioso, y, como le ocurrió a Gómez de la Serna, se trasladará a Argentina y formará parte de los círculos literarios. Asimismo, el propio Borges, después de su periplo europeo, volverá a Argentina impregnado por ese espíritu nuevo que también compartirá y difundirá Vicente Huidobro en este país.

Ahora bien, descendiendo a los detalles, creemos necesario reparar en algunas características que viven en los textos de los componentes del Grupo Florida, cultivadores del ultracreacionismo –si nos permiten el término– y del matinfierrismo, como puedan ser la abolición de metáforas ya manidas, la búsqueda de nuevas asociaciones de palabras, la inserción de términos novedosos o considerados antipoéticos, la eliminación de la rima, el uso de la onomatopeya o el canto a los tiempos marcados por la vida moderna –véase Balada de la oficina, firmada por los escritores Florida–. Retomemos ahora un fragmento inicial del Manifiesto martinfierrista (vv. aa., 1981, 7):

«Frente a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático, que momifica cuanto toca.

Frente al recetario que inspira las elucubraciones de nuestros más “bellos” espíritus y a la ficción, al anacronismo y mimetismo que demuestran.

Frente a la ridícula necesidad de contemplar la vida sin escalar las escaleras de las Bibliotecas.

Y, sobre todo, frente el pavoroso temor de equivocarse que paraliza el mismo ímpetu de la juventud, más anquilosada que cualquier burócrata jubilado:

Martín Fierro siente la necesidad imprescindible de definirse y de llamar a cuantos sean capaces de percibir que nos hallamos en presencia de una nueva sensibilidad y una nueva compresión, al ponernos de acuerdo con nosotros mismos, nos descubre panoramas insospechados, y nuevos medios y formas de expresión»

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