Oyéndote hablar estoy recordando tu película Rivers and Tides («Ríos y Mareas») y la idea que en ella se desarrolla de manera recurrente sobre el «fluir». Ese fluir relacionado con este movimiento interno del que acabas de hablar… no sé si esto tiene algo que ver con el «ritmo».

¡Totalmente! Mientras yo permanezco quieto siento como si me sumergiera, como si la rama comenzase a descender, hay un extraño ritmo, hay definitivamente un ritmo y de hecho también persisten numerosos ritmos alrededor de mí: el tráfico, la carretera, el viento, la luz, todo; el movimiento llega a ser muy intenso a mi alrededor. Es algo muy potente.

 

También hablas en la película de la necesidad de tener raíces, en cierta manera, eso me parece contradictorio con tu idea del fluir.

El cambio es muy importante para mí. Pero este cambio es una experiencia amplia y comprenderlo en profundidad es más fácil permaneciendo en el mismo lugar. Cuando viajas aprecias diferencias, pero no los cambios. Cuando permaneces en un lugar, como cuando permaneces en el árbol, es cuando realmente percibes los cambios. Viviendo en mi pueblo he visto a la gente hacerse mayor, morir, nacer, he visto cambiar el paisaje a lo largo de los últimos treinta años, eso es un cambio real para mí, es un cambio profundo.

 

¿Tiene esta idea algo que ver con la identidad o el sentimiento nacional? ¿No tiene que ver con el sentimiento de arraigo a un lugar?

No, yo me siento muy estrechamente unido al lugar en el que vivo pero este lugar podría ser cualquier otro. Aunque precisamente suceden muchas cosas en el lugar en el que vivo. No es nacionalismo, de hecho, es lo contrario, porque yo soy inglés y soy un artista. Vivo en un pequeño pueblo escocés y eso me podría haber creado una merma, podría haber sido tratado como un extranjero siendo artista e inglés, pero la gente es muy tolerante en el lugar en el que vivo. Los granjeros ven mi trabajo, saben que esa es la razón de que yo esté en Escocia. No necesitan comprender todo lo que hago, pero hay aceptación y respeto por ello. La convivencia es muy fácil.

Es cierto que en el lugar donde vivo el paisaje es precioso, pero hay muchos paisajes preciosos en el mundo, podría haber elegido cualquiera. Sin embargo, donde vivo, la afabilidad de las personas es muy especial, y eso es lo que me hace sentirme de allí. Así que yo no soy nacionalista, no me gusta el nacionalismo. No digo que mi paisaje sea mejor que el tuyo, pero es en el que estoy viviendo. De hecho, es el paisaje de todos aquellos con los que estoy viviendo.

 

Siempre prefieres trabajar en lugares donde el hombre ha dejado, de alguna manera, su huella.

Es una cuestión importante; cuando las cosas desembocan en el nacionalismo, me siento muy incómodo. Cuando voy a otros lugares a trabajar, una de las cosas más bonitas es el reconocimiento, la conexión entre la naturaleza humana en todas partes. Y por eso yo me siento mejor trabajando en los lugares en los que la gente ha tenido una historia. En los lugres verdaderamente salvajes me siento incómodo, me pregunto por qué debería estar yo allí. No necesito ir allí, y me siento contento cuando voy a un lugar que es un sitio de agricultura tradicional, o hay gente viviendo. Y, en definitiva, hay un elemento humano al que yo puedo contarle lo que hago y con el que puedo trabajar. Ese es el intercambio, es la naturaleza humana, no necesito ser la única persona. Así que… ya puede toda la industria de viajes y toda la industria turística buscarme una playa desierta, que a mí eso no me interesa nada (risas). Ese es el típico lugar donde yo nunca iría, yo iría a cualquier otro sitio donde alguien ya hubiera estado.

 

La aldea donde resides, su entorno, la percepción que sus habitantes tienen del arte y de los artistas se ha transformado desde que tú vives ahí. ¿Puede el arte cambiar el mundo?

Bueno, a mí me ha cambiado. Sé que el arte ha cambiado la manera de ver el mundo profundamente. Cuando yo iba al colegio a aprender me sentía en cierta manera fracasado, pensaba que eso no me ayudaría a nada. Pero siempre hice arte. Gracias a mi trabajo como artista puedo generar ideas, puedo escribir, puedo hacer cualquier cosa, porque el arte me ha enseñado tanto y me ha cambiado tanto. Y puedo pensar de una manera profunda acerca de este hecho. También es muy interesante que los científicos y los físicos se estén interesando cada vez más por el arte. Creo que esto debería ser motivo de estudio, porque el arte es una ayuda para otras materias; tiene relevancia para las matemáticas, para la física y para ciencias. Considero que es un terrible atraso que se eliminen del sistema educativo las artes plásticas; es una situación muy triste y muy peligrosa.

 

Quizá también el arte es el único reducto que todavía nos queda para la libertad.

Sí, puede ser, puede ser, pero creo que la cosa más maravillosa del arte es esta habilidad que nos proporciona para dibujar lo intuitivo, lo instintivo y todo lo profundo en nosotros que nos traslada lejos; que es algo tan lleno de cosas internas que podemos utilizar de mil maneras. Y creo que cuando lo llegamos a reducir a una cuestión política o a un comentario intelectual lo aparta de un montón de sensaciones intensas. Y creo que debe ser siempre una combinación de ambas.

 

Vaya, volvemos al punto donde empezamos: el arte como sensación, y la imposibilidad de reducirlo a un comentario intelectual. Cuando el primer hombre de las cavernas, después de cazar, puso su mano ensangrentada sobre la pared de la cueva e hizo la primera obra de arte, algo se transformó en su entorno. ¿Es un proceso que tiene que ver con tus acciones poniendo tus manos manchadas de barro, cubiertas de juncos, llenas de pétalos?

Creo que la primera obra de arte no fue la impresión de la mano en la pared de la cueva, sino la silueta de la mano en el suelo seco cuando llovía. ¡Ah! Esa es una poderosísima imagen que he utilizado en mi trabajo… esa es mi historia.