Los miembros de Guaire y Tráfico cuestionaban la asepsia de la literatura y la noción de que el poema debía ser el único protagonista. Su certero diagnóstico sobre la separación entre literatura y realidad les permitió ensayar nuevas poéticas y proponer caminos individuales que estaban llamados a poblar la lírica desde entonces, preparándola para afrontar la tragedia de la nueva hegemonía militar con la cual su país empezó el siglo xxi. La depuración del género lírico abrió el camino a propuestas nuevas, al margen de la experiencia grupal, de los más diversos estilos, como las seguidas por poetas como por Pérez Oramas, Barreto y Pantin.

El primero fue durante una década asesor de arte latinoamericano en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y es el único miembro de Guaire incluido en Rasgos comunes. Allí se le reconoce como un escritor heterogéneo que «incorpora tradiciones diversas (la española, la hispano-árabe-sefardí, por ejemplo) a través de un gesto caníbal que reclama para sí linajes de épocas distintas para descolocarlos de su tiempo y volverlos universales» (1075-1076). Y, de la misma manera que Pérez Oramas sintetiza las tradiciones de Occidente, la obra de Barreto resume el interés por el paisaje en la tradición de Hispanoamérica, actualizándola para el presente. Logra esto por medio de la creación de una estructura de signos sustentada en la imaginería de la llanura donde nació. Mas no apela en esta estrategia a la alabanza, como hicieran los románticos; prefiere los caminos de ida y venida de la ciudad. Reivindicando el legado de Arvelo Larriva, a quien considera el punto de partida de una poesía de lo telúrico, en donde se deja de cantar a las bondades naturales del entorno campestre para dar paso a una voz subjetiva, Barreto propone una nueva poesía donde también se escenifica el fracaso de la modernidad. Distinto a lo que puede apreciarse en la obra reunida hasta 2013 —publicada en España bajo el título El campo / El ascensor—, el más reciente poemario El muro de Mandelshtam (Bartleby, 2017), Barreto prescinde del paisaje rural y lo sustituye por el barrio caraqueño de Ojo de Agua, una zona paupérrima al margen de la ciudad y de la modernidad.

Finalmente, la obra de Pantin condensa los legados de Sánchez Peláez, Montejo y Cadenas de una manera particular; más por lo que callan sus versos que por lo que expresan. Nunca se atrevería ella a enunciar un nosotros o un colectivo donde sea protagonista y mucho menos a considerarse una poeta nacional, porque el feroz escepticismo que rezuma su obra se proyecta en la noción que tiene de la poca influencia de los escritores en la vida colectiva de los ciudadanos. Por eso, los gestos que informan su lírica son el retraimiento y la descomposición de la memoria. «Pertenezco / a este pedazo de tierra. / Reconozco como míos / el aire / que fue de mi infancia, / los relatos de mis padres / jóvenes y eternos, / cuanto su vista levantó / de estos valles / donde abreva el deseo» (897). La poeta que enuncia aquí no es ingenua: tiene la sencillez de Montejo. Pero por esos versos habla el vacío; se asoma al abismo donde busca a un sujeto que no existe, como el hablante frente al espejo en «Animal de costumbre». Y he allí el legado que la autora de Hueso pélvico (2006) ofrece al siglo xxi, un tiempo que ya no podrá nunca prescindir de su poesía. Ante la voz arcana de Sánchez Peláez, la convicción montejiana de que la vida es un accidente y el tono derrotista de Cadenas, Pantin opone un gesto político: reivindicar el mundo interior, acaso la única casa real del poeta.

BIBLIOGRAFÍA
· Arráiz Lucca, R. (2005). Antología de la poesía del siglo xx en Venezuela. Madrid: Visor Libros.

· Iris, M. (21 de marzo de 2019). Colofón Revista Literaria. Obtenido de Reseña: Una antología de Juan Sánchez Peláez demuestra por qué el autor venezolano más que lectores, tiene feligreses: <http://www.colofonrevistaliteraria.com/sanchez_pelaez/>

· World Bank Gorup (US). (19 de mayo de 2019). Banco Mundial/ Datos. Obtenido de Población urbana (porcentaje del total): <https://datos.bancomundial.org>

· Gomes, M. (2017). El desengaño de la modernidad: cultura y literatura venezolana en los albores del siglo xxi. Caracas: AB Ediciones/ Universidad Católica Andrés Bello.

· V. A. (2019). Rasgos comunes: Antología de la poesía venezolana del siglo xx. (M. Gomes, A. L. Ortega, & G. Saraceni, Edits.) Valencia: Pre-Textos.

· Grupo Tráfico. (julio-agosto de 1981). Sí, Manifiesto. Revista Zona Franca, III Época (25), 7-9.

 

[1] Una nota sobre antologías: en 2005, Visor Libros publicó La poesía del siglo xx en Venezuela, compilada y editada por Rafael Arráiz Lucca. Es parte de una colección de poesía hispanoamericana breve hecha junto con la Agencia Española de Cooperación Internacional. En 2017 la misma editorial publicó Lo que hace el tiempo, de Pantin.

[2] Las otras cuatro son: la centralidad del paisaje, el reconocimiento del cuerpo como lugar de enunciación, la inclusión de lo popular en el universo lírico y el uso del poema como escenario para ensayar los desafíos éticos de la modernidad.

[3] La Ley de Hidrocarburos aprobada por el general Isaías Medina Angarita en 1943 logró que el Estado venezolano se dividiera a mitades con las compañías extranjeras las ganancias por la explotación del petróleo. Hasta esa fecha estuvo vigente una ley redactada por los acólitos del general Gómez y los delegados de las empresas estadounidenses y europeas, que les daban poderes extraordinarios. La ley se revisó en 1955 y en 1967. En 1976, por fin, se nacionalizó el crudo venezolano. Medina Angarita fue el segundo sucesor de Gómez, le antecedió Eleazar López Contreras, entre 1935 y 1941.

[4] El Techo de la Ballena estaba formado por artistas plásticos y escritores disidentes de Sardio. Además de los narradores Salvador Garmendia (1928-2001) y Adriano González León (1931-2008), se encontraban los poetas Francisco Pérez Perdomo (1930-2013), Juan Calzadilla (1931) y Caupolicán Ovalles (1936-2001). Una reedición del poema ¿Duerme usted señor presidente? (1962) de Ovalles se publicó en 2017 en España, gracias a un asociación entre Ediciones La Palma y la Fundación Caupolicán Ovalles.

[5] Para 2017, la cifra se ubicaba en casi el ochenta y nueve por ciento (World Bank Gorup, Estados Unidos, 2019).

[6] Los aportes literarios de Barrera Tyszka se concentraron en la narrativa; los de Padrón, en la televisión y el teatro; y los de Coll, en el guión cinematográfico; mientras Arráiz Lucca, Rivera y Lasarte se dedicaron a la pedagogía, la edición y la gestión cultural. Debido a falta de espacio y a que los escritores más conocidos son los antiguos miembros de Tráfico, a los integrantes de Guaire no se les dedica aquí una reflexión más profunda.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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