Con el paso del tiempo, esta situación va cambiando. Como ya hemos establecido, García Márquez se fue acercando más y más al ámbito del poder político y abandonando el intelectual en Cuba, toda vez que el caso Ochoa puso al colombiano en una situación incómoda. Y, en cuanto a la relación personal con Lichi, en 1990 lo ayudó a salir del país e instalarse en México, acercándole, además, a la posibilidad de trabajar en varios proyectos cinematográficos, de los que vivió hasta su muerte en 2011 (Esteban y Panichelli, 2004, p. 247). Primero lo introdujo en su banco de guiones, «El Escritorio», y le propuso impartir un taller sobre ese mismo tema, creado e impulsado por Gabo. A partir de ahí, fue su protector hasta en lo personal: llegó a vivir en tres apartamentos del colombiano, hasta que se instaló por su cuenta.
Los últimos noventa significaron un cierto distanciamiento entre los dos, después de la publicación de Informe contra mí mismo, un libro muy crítico con la dictadura cubana y, sobre todo, con el líder máximo, que ya era el amigo íntimo de García Márquez. María José, la hija de Lichi, declaró poco después de la muerte de su padre: «Llegamos a pasar en los ochenta varios 31 de diciembre en Cuba, en casa de Gabriel García Márquez con Fidel, y obviamente a Gabriel, que siempre apoyó todo el proyecto de la revolución, no le gustó que mi papá escribiera ese libro, que lo publicara y ventilara muchos detalles» (Belmont, 2013, s. p.). Ya bien entrados los años 2000, ese resquemor parece que fue en aumento: cuando Lichi le llevó una de sus últimas novelas, recién publicada, fue recibido con bastante frialdad por Gabo, aunque también podría ser que, por aquellas fechas, el deterioro de su salud le impidiera incluso reconocer al amigo.
Ese distanciamiento en general con el mundo de la literatura cubana y en particular con la situación de Lichi pudo guardar cierta relación con el hecho de que Gabo no respondiera positivamente a ciertas iniciativas de Fefé para honrar la memoria de su padre una vez fallecido. Pero hay que tener en cuenta, asimismo, que, conforme iba terminando el siglo y García Márquez se iba convirtiendo en una personalidad cada vez más influyente en todo tipo de ambientes, las peticiones diversas sobre cualquier asunto llegaban a su casa a diario y no era materialmente posible agradar a todos los peticionarios. Eso lo hemos podido comprobar repasando su epistolario de los noventa y los años 2000 en el Harry Ransom Center. El hecho es que, por ejemplo, en 1998, cuatro años después de la muerte de Eliseo, Fefé le escribe una carta a Gabo agradeciéndole el aval que le ha dado para un proyecto de publicación de toda la obra de su padre, debidamente recuperada, clasificada y editada por ella, y le comenta otros planes para seguir difundiendo la memoria de Eliseo (Ransom, 59, 3). Según nos ha declarado de forma reciente ella misma, en un momento dado, el nobel colombiano ya no estuvo involucrado en esos proyectos, aunque finalmente toda la obra de Eliseo ha visto la luz, excepto algunos documentos sueltos que todavía no han sido publicados.
Y en 2004 se produce la última comunicación relativa a la relación de Eliseo con Gabo. Se trata de otro documento custodiado en el Harry Ransom, que la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, Sari Bermúdez, envía a García Márquez para hacerle partícipe de la convocatoria de un homenaje al poeta cubano que se va a realizar en la Ciudad de México y en Guadalajara, con motivo de los diez años de su fallecimiento, y al que lo invita, para intervenir el 5 de noviembre en una mesa redonda de «Evocación de la figura de Eliseo Diego». A esa carta se adjuntan dos hojas en las que se describe el evento completo y la lista de invitados, como Eliseo Alberto, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Abel Prieto, Ambrosio Fornet, Hernán Lara Zavala, Rafael Rojas, Gonzalo Celorio, Vicente Quirarte y otros (Ransom, 60, 6). Según nos ha comunicado Fefé, el acto se produjo, pero no contó con la asistencia de Gabo. Hay un dato curioso, reflejado en la carta de invitación: justo debajo de la fecha, colocada en la parte superior derecha de la hoja, y antes de que comience el texto mecanografiado del tema, alguien ha puesto con lápiz, a mano, la palabra «Nada». Es de suponer que quien se encargara de revisar y contestar la correspondencia del nobel en los últimos años indicaría al colombiano el contenido de los documentos que recibía a diario y se encargaría de contestar después de procesar sus directrices. Las cartas de los últimos noventa y los años 2000 tienen con frecuencia anotaciones a mano, y la más frecuente es ese «nada» categórico, que significaba que la respuesta iba a ser negativa.
Obviamente, eso no quiere decir que Gabo no valorara la historia de esa amistad, tras la muerte de Eliseo, pero el conjunto de los documentos del Harry Ransom demuestran que en sus últimos años se volvió muy selectivo, no sólo porque recibía muchas peticiones de toda índole, sino porque su estado general de salud sufrió un progresivo deterioro desde la mitad de la primera década del nuevo siglo, lo que lo llevó a perder memoria y, desgraciadamente, a dejar de escribir. Sabemos que hay una novela inconclusa inédita, En agosto nos vemos, que hemos podido leer, pero cuya reproducción o difusión está prohibida de momento, y que relata la secuencia vital de una señora que cada 16 de agosto va a visitar la sepultura de su madre y, a pesar de que su matrimonio es estable y feliz, en cada una de esas fechas es infiel a su marido, por una razón difícilmente explicable. El comienzo de la historia recuerda a algunas otras novelas del colombiano: «Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba pantalones vaqueros, camisa de cuadros escoceses, zapatos sencillos de tacón bajo y como único equipaje un maletín de playa», y hay continuas anotaciones a mano, correcciones de palabras, observaciones de estilo, etcétera.
El fabuloso archivo de Austin, también el fotográfico, va a ser muy útil para seguir indagando en la vida y en la obra del escritor más leído y traducido del siglo xx en lengua española, del que ya hemos podido, por ejemplo, extraer conclusiones sobre su relación con ciertos personajes fundamentales de la historia de la literatura cubana, como Eliseo Diego y su familia.
Universidad Internacional de La Rioja
[i] Las citas de los manuscritos del Harry Ransom Center están ordenadas por cajas y carpetas. El primer número hace referencia a la caja dentro del archivo de Gabriel García Márquez y el segundo número nombra la carpeta que se encuentra dentro de la caja seleccionada. En el interior de cada carpeta los manuscritos no guardan siempre un orden especial.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]BIBLIOGRAFÍA
· Alberto, Eliseo (1997). Informe contra mí mismo. Madrid: Alfaguara.
– (1998). Caracol Beach. Madrid: Alfaguara.
– (2004). Dos cubalibres. Barcelona: Península.
· Belmont, José Antonio (2013). «Lichi, el maestro que fue alumno de García Márquez». Milenio, 31 de julio de 2013, en línea: < https://www.pressreader.com/mexico/milenio/20130731/281535108613414>. Consultado el 4 de enero de 2018.
· Esteban, Ángel y Panichelli, Stephanie (2004). Gabo y Fidel. El paisaje de una amistad. Bogotá: Planeta.
· García Márquez, Gabriel (1992). «Alguien desordena estas rosas». En Ojos de perro azul. Madrid: Mondadori, cuarta edición en esta editorial (primera edición en 1974, Plaza y Janés).
· Guerrero, Francisco Javier (2016). «Eliseo Alberto, el escritor amado por los dioses (y por los lectores)». El Siglo de Durango, 19 de septiembre de 2016, en línea: <https://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/686738.eliseo-alberto-el-escritor-amado-por-los-dioses-y-por-los-lectores.html>. Consultado el 3 de enero de 2018.
· Licona, Sandra (2006). «Eliseo Alberto, con la nostalgia a cuestas». El Universal, 27 de junio de 2006, en línea: <http://archivo.eluniversal.com.mx/cultura/49173.html>. Consultado el 3 de enero de 2018.
· Ransom, Harry (s. f.). Gabriel García Márquez. Documentos. Austin: University of Texas.
· Rivero, Raúl (2016). «De fiesta con Lichi Diego». El Mundo, 14 de septiembre de 2016, en línea: <http://www.elmundo.es/cultura/2016/09/13/57d6f0bcca4741f83d8b466f.html>. Consultado el 3 de enero de 2018.