Víctor Balcells
Discotecas por fuera
Anagrama
195 páginas
POR JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS

Termina el lector esta novela sin haber conocido la razón de su sugestivo título, lo que va en favor de su autor, capaz de crear un ámbito de experiencia en el que se sugiere un mundo que no llegas a dominar del todo, pero cuyos signos funcionan metonímicamente. Discotecas es un espacio para jóvenes donde se vivencia una realidad alternativa que suele mezclar seducción sexual, bebida, y una atmósfera liberadora en contextos en que no está asegurado el dominio de lo racional. Comenzaré esta reseña recomendando la lectura de esta novela que me ha atrapado por momentos. Jóvenes, distracción, sexo, y espacio creado virtualmente en el que los sujetos se sumergen y viven experiencias conjuntas son todos ingredientes presentes en la novela de Balcells. Excepto en unas pocas páginas en que la novela casi se le escapa por irse a otro subgénero, su trama coincide con la construcción de un mundo obsesivo, cuya realidad es creada para y desde internet. Ha habido varios autores que han incluido las relaciones de internet en el la trama de sus novelas. Lo hizo Sara Mesa en Cicatriz para una relación de poder y dominio, lo utilizo con enorme inteligencia como esfera de lenguaje Leonardo Cano en La edad media y habrá seguramente otros muchos intentos que yo desconozca. Pero nunca me había encontrado con una novela en que la relación del individuo con la red no es un tema solo del que se habla o interviene como ingrediente aditivo, sino que se realiza en la propia novela, de manera que toda la trama sumerge el lector desde el comienzo en una doble idea: la creatividad y sometimiento al control. 

Las primeras treinta páginas de esta novela son una fiesta de creatividad por poner al lector en contacto con una realidad alternativa de la que tiene conocimientos superficiales y quizá una pequeña experiencia de usuario, pero no alcanza a conocer hasta qué punto hay detrás toda una industria del conocimiento, mezclada con la seducción, el poder y el dinero. El mundo de las webs y dominios URL tiene sus ideólogos, sus ingenieros y sus esclavos. Es magnífica la idea de haber mostrado como Alexander, un cubano pobre es un negro editorial del protagonista para quien trabaja los contenidos de links que éste crea. El mundo de las webs tiene sus usuarios, mueve una gran cantidad de dinero sumergido en publicidad, en venta de la privacidad, en suscripciones a páginas, de las que aquí se ofrecen varios ejemplos, según sean el dominio especializado de los tres personajes que comparten piso (en realidad también oficina) con Víctor, el narrador en primera persona. El primero es Malcom que se dedica a la creación de páginas porno. Más que páginas veremos que lo que crea son experiencias porno, pues vive de la ejecución on line de prácticas compartidas con los usuarios. Esa dimensión, de la que se ofrecen en la novela dominios concretos reales es quizá la más desarrollada de las líneas temáticas, puesto que en la relación con el cuerpo y entre los cuerpos es el modo como se visualiza la idea de dominio por parte de un ente que se denomina Halo, que actúa como agente de Poder capaz de intervenir en lo más íntimo, hasta crear en los individuos que domina la no realidad que viven, de la que es un ejemplo la impotencia que impide penetración sexual en las relaciones de Víctor con Ur. Ju, la compañera femenina del piso, se dedica a páginas sobre las experiencias de embarazo y de cuidado de bebes, y por último el propio Víctor, quien al comienzo de la novela se dedica a la creación de diferentes facetas de seres monstruosos desde la mitología al cine, pero que pasa luego a dedicarse a explotar el tema que acaba de vivir: el duelo tras la experiencia de ruptura de su relación con Ur, su amada. Anima Víctor a que una gran comunidad de internautas intervenga contando cómo viven la experiencia de ser ex y las posibilidades que se ofrecen a quien ha vivido una ruptura (añorar recuperarla, desear olvidarla, poder o no vivir al margen de la experiencia). 

En la dimensión expresiva, literaria, hay un componente crucial que me parece a mí es el centro semiótico de la novela: el espacio cerrado. Casi todo transcurre en un piso oscuro, sin ventanas, en habitaciones donde solo hay ordenadores cables y pantallas, y del que los tres protagonistas que he señalado apenas salen, entregados como se encuentran a la fábrica de contenidos de la que viven. Ese espacio autosuficiente es una metonimia que Víctor Balcells desarrolla muy inteligentemente, pues la redes web son un espacio sin otras ventanas que las propias ventanas del dominio URL y toda posibilidad de salir o entrar se produce por links. En realidad, la novela de Víctor Balcells ejecuta la idea de prisión de la web. Pero me ha parecido acertado que no lo haga de modo dramático desde el comienzo, puesto que la primera mitad de la novela es una fiesta. La tragedia viene cuando estos personajes son sustraídos por el Halo, una fábrica de bots, previsiblemente rusos o chinos, cuyo funcionamiento propende a crear un Poder absoluto, dominador de cuantos entran. Por medio de un mejorable psiquiatra argentino, Mr. Braier, y un personaje de nombre Fukuoka, los tres conectan con una secta defensiva, denominada La Cúpula, que les suministra una especie ampollas o drogas antídotos (muy presente una denominada MDMA) pero también la idea de no mezclarse con quienes no las hayan tomado. Esta idea nos conecta con otra: la secuenciación de las experiencias virtuales con las drogas (varias nombradas en concreto este reseñista no conoce, pero serían relacionables con las anfetaminas). Hay un momento en la novela en que el lector termina familiarizado (imaginativamente) con diferentes experiencias psicotrópicas.

Es notable la sagaz capacidad de Víctor Balcells para ir creando un universo de autorreferencias que los lectores terminan comprendiendo y aceptando como mundo posible. Tales mundos posibles germinan por las experiencias virtuales asociadas a las otras dos que dominan: las eróticas y las de dominio político de un Poder omnímodo. Respecto a las eróticas, Víctor Balcells acentúa lo que sabe que es un extremo: la experiencia de impotencia amorosa de Víctor para con su expareja Ur se traslada a una esfera en que la masturbación termina siendo eje de su existencia. La parte final de la novela esta toda ella dominada por la pulsión onanista. Independientemente del uso del onanismo como situación repetida, que muchos lectores pueden considerar excesivo, hay un acierto notable en haber elegido esa experiencia puesto que es la que mejor traduce lo que la novela quiere significar. En realidad, toda masturbación supone la creación de una situación solitaria y solipsista, virtual, que se alimenta primordialmente de los resortes de la imaginación que las imágenes eróticas pueden provocar, pero cuya fertilidad es cero, es decir, coincide con la frustración de la nada. Parece Víctor Balcells querer decir que el mundo de onanismo coincide con el no amor, para lo cual hace coincidir la enfermedad onanista obsesiva de Victor con la imposibilidad de realizar con Ur una vida amorosa reconciliada. Precisamente porque Ur ha sido finalmente abducida para la impotencia o no amor por el Halo, al no haberse medicado. 

Arriba me referí a un momento en que las páginas de la novela pierden interés. Coincide con la secuencia de huida por las cloacas y los espacios laberinticos subterráneos, en que se da la lucha de los personajes de La Cábala con el Halo. Por fortuna Víctor Balcells, que parecía haberse visto tentado un momento por el mundo de los videojuegos y las dialéctica de Poder entre Buenos y Malos, abandona este contexto más socialmente político que le habría llevado a otro subgénero temático, y vuelve a la habitaciones en que Malcom ejecuta su negocio animando en masturbaciones en línea jaleado por los que se suman a la experiencia, es decir vuelve a la idea germinal que une comercio en que las experiencia radicales terminan siendo tan alucinatorias como reales. 

Tengo por seguro que esta novela resulta tan interesante porque ha sido ejecutada por alguien que conoce muy bien aquello de lo que habla. Se ve en el vocabulario, henchido de anglicismos que comienzan siendo especializados pero que han terminado acompañando la cotidianidad de lectores jóvenes: sabemos lo que es un URL, igual que sabemos que es un link, van siendo familiar la idea de Keywords Research. Víctor y sus compañeros de piso son SEO posicionadores, lo que equivale a decir creadores de dominios y de sus posiciones en las búsquedas, con cientos de especializaciones. Comienza uno jugando Age of Empires o creando ciudades virtuales, y termina no sabiendo qué realidad es aquella que no es real, pues todo el universo comunica. Si Borges fue profético lo fue, según lo vio Umberto Eco, en la creación de un mapa (podríamos decir Red) cuyo territorio coincide con el propio mapa. Independiente de lo que esta novela cifra sobre el género de utopías de luchas de poder en los videojuegos me ha parecido más interesante la tesis que está en su fondo. El límite del espacio dentro/ fuera, real/virtual es impensable, indistinguible, en un mundo en que lo imaginado y vivido son ambos haz y envés de una misma experiencia. Alguien hay desengañado con ello y se ha cifrado con la metonimia del onanismo. La originalidad de la novela asegura su fertilidad literaria.