Hasta la libertad, siempre
POR PACO CERDÀ
En un lugar de La Habana, de cuyo nombre no podía olvidarse, se estaba armando una revolución. El cronista estaba en Nueva York, medio exiliado, y sintió la necesidad de sentirse vivo. De no pertenecer al reino de los muertos. De los que callan y temen. De quienes permanecen quietos. Así fue como Carlos Manuel Álvarez cogió la mochila…
En un lugar de La Habana, de cuyo nombre no podía olvidarse, se estaba armando una revolución. El cronista estaba en Nueva York, medio exiliado, y sintió la necesidad de sentirse vivo. De no pertenecer al reino de los muertos. De los que callan y temen. De quienes permanecen quietos. Así fue como Carlos Manuel Álvarez cogió la mochila…