Dentro de tu trayectoria literaria ¿qué significa este libro?

La sexualidad es el acto más íntimo; la afectividad nunca lo ha sido

Un punto de inflexión fundamental, creo. He roto en buena medida una línea narrativa que ya era larga, y necesitaba explorar otro camino. No sé lo que vendrá, pero estoy más apegado ahora a lo real que a lo fingido. Tengo varios proyectos, y sólo un par de ellos rozan lo que se llama ahora no ficción creativa.

En tu libro La vida equivocada, el narrador dice: «El amor, el espanto, el resentimiento y la compasión son los cuatro principios sobre los que se sustenta toda la historia de la literatura». Y, en otro momento nos dice que con el tiempo se había dado cuenta de que había vivido ya lo suficiente para poder escribir sin inventar nada. Esto, junto a que uno de los temas principales de tus libros sea la identidad, me lleva a preguntarte sobre la ficción y la realidad en la literatura y si se puede llamar ficción, en literatura, a los cambios de los nombres o lugares.

No, yo creo que a eso no se le puede llamar ficción. Eso es maquillaje. Los escritores nunca inventamos de la nada, pero hay veces que juntamos retazos de frankensteins y con todo eso hacemos un rompecabezas. Eso es ficción. Hay otras veces, en cambio, en las que, con un grado de osadía mayor o menor, simplemente contamos nuestra propia vida o la vida de otros o la historia de nuestra época, y entonces dejamos de hacer ficción, aunque estemos usando herramientas de la novela. Yo sólo he hecho no ficción en dos libros y medio. En El amor del revés, por supuesto; en un ensayo que se titulaba Donde el silencio; y en algunas partes de Los amores confiados, que eran estrictamente notariales con la realidad. El resto de las veces he inventado, aunque madame Bovary siempre fuera yo.

Me gustaría terminar esta entrevista agradeciéndote tu sinceridad y valentía.