Rodrigo Blanco Calderón
Simpatía
Alfaguara
315 páginas
Uno de los pasajes inolvidables de La insoportable levedad del ser exalta la relación de los seres humanos con los perros. La novela de Kundera expone que el amor hacia estos animales es una de las últimas conexiones con el paraíso original.
Leer esas páginas es comprender que en la mirada del perro persiste una inocencia adánica, una ternura imbatible que escapa del pensamiento práctico, del afecto humano en el que el tiempo produce inevitables desgastes. El amor hacia los perros desemboca en un acto sospechoso porque en su estable virtuosismo hay algo que remite a lo sagrado, en tanto, si seguimos las reflexiones de Mircea Eliade, este contiene una saturación de realidad, de fuerza y potencia.
Puede afirmarse que, en la mirada del perro es posible experimentar hierofanías que nos asoman a un tiempo fuera del tiempo, a un lugar fuera de todos los lugares. Con el perro asistimos a una parte del universo en la que las frases del lenguaje común solo se asoman, como si se impregnasen de un balbuceo esencial que remite a las búsquedas de Blas Coll, el personaje creado por Eugenio Montejo, en quien se encarna la urgencia de una palabra condensada. La conexión con el perro y su ternura remiten a una de las sentencias de este insólito personaje: «Deja que en tu voz se dibuje la luz del paraíso».
Elaboro estas acotaciones porque los perros son figura fundamental de Simpatía, la nueva novela de Rodrigo Blanco Calderón. Obra que contiene en sus páginas iniciales una desoladora imagen: un perro corre detrás del coche de sus antiguos dueños, que atenazados por el hambre y la represión dictatorial lo abandonan antes de huir del país.
Como era de esperar, la atmósfera de este nuevo libro se encuentra plagada del ambiente opresivo que genera un régimen tomado por la corrupción y el sectarismo. Recordemos entonces la definición sobre lo sectario que elabora López Pedraza: «yo y el grupo de personas al que pertenezco somos mejores y tenemos propósitos de más valía que las personas que no pertenecen a este grupo…». Así, cuando desde el poder emana un discurso semejante, la vida de las personas sufre una resquebradura en la que extravían su cotidianeidad, su empatía, su sosiego.
Desde una excelente ficción realista, construida de manera compacta, Blanco Calderón desnuda en Simpatía esa herida esencial. El narrador caraqueño elabora el retrato de una sociedad en la que el poder ejerce una insólita crueldad sobre las personas y los animales, y en el que incluso las víctimas del régimen se transforman en victimarios.
La expansión del mal es uno de los grandes hallazgos de este libro. Ya no se localiza tan solo en las reconocibles siluetas del poder militar, sino que abarca a la gente común. Entre todos escenifican la rotura de un vínculo sagrado y cotidiano con animales de compañía que son incapaces de defenderse del abandono. La crueldad se impone como discurso central en un contexto en el que la supervivencia surge de la posibilidad de dañar a los más débiles. Si el siglo XXI irrumpe en esas calles como una forma del infierno es indispensable cortar las conexiones con el antiguo paraíso; la mirada de los perros se convierte en un recordatorio de lo prohibido y lo execrado.
Un personaje llamado Ulises Kan protagoniza esta historia configurada por ambiciones insospechadas, intrigas palaciegas, y por la idea de la orfandad como un elemento que resignifica la existencia. El diálogo entre la historia de los personajes y el contexto social sucede con naturalidad deliciosa. La obra es a ratos novela familiar, novela de intriga, novela histórica o novela política con esa mutabilidad propia de los grandes libros que son una totalidad disgregada en parcialidades. Pero como los libros verdaderamente perturbadores, Simpatía huye de las tesis o los discursos periodísticos y posee la hondura corrosiva de la ficción, de las pequeñas anécdotas cuya suma construye un fresco humano conmovedor en el que, frente a la voz única del poder, hay personajes que asumen un acto de rebeldía profunda: la compasión con el otro.
En síntesis: una apasionante novela.