Álvaro Bisama
Mala lengua. Un retrato de Pablo de Rokha
Alfaguara
272 páginas
POR ANTONIO RIVERO TARAVILLO

Entre los nombres de las últimas hornadas de escritores chilenos destaca el de Álvaro Bisama (Valparaíso, 1975), novelista, ensayista, cuentista y director de la Escuela de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales. Fue uno de los autores menores de 39 años elegidos para el escaparate internacional Bogotá39. En sus primeras novelas ya había personajes fuera de lo común: directores de cine o dibujantes de cómics, en la órbita de la cultura pop o abiertamente freak.

En Mala lengua, Bisama narra la vida de su compatriota el poeta Pablo de Rokha (1894-1968). La palabra «narra» está aquí deliberadamente escogida porque de eso se trata, de una narración literaria, con valor autónomo como obra artística. No es una biografía según los cánones, con su trabajo de investigación en archivos, hemerotecas, cartas polvorientas. Bisama parte de fuentes primarias para contar quién fue el autor de Los gemidos, y con ese material construye un libro sin notas, sin las pleitesías habituales a los estudiosos precedentes, sin las poses de haber hallado datos que los contradigan. En todo caso, al final de su excelente resultado proporciona una bibliografía mediante la cual saber más de De Rokha, no todo agradable. Entre estas obras auxiliares se cuenta la autobiografía de De Rokha, El amigo Piedra, que vio la luz póstumamente en 1990.

Bisama tiene al acierto de enhebrar con la aguja de su pluma (valga decir el ordenador) el devenir vital del poeta en el tejido de su país, de modo que los lectores asisten a un recorrido por décadas decisivas de la historia y la literatura chilenas. Y consigue hacerlo de modo atractivo, con capacidad de reconstruir atmósferas y meterse en el interior de los protagonistas. Con Mala lengua se ha ganado ya un puesto de honor en este género de biografías noveladas o crónicas que tienen el cultivo continuado de Elena Poniatowska en México y, más audazmente, Juan Bonilla en España (curiosamente, el español se ha fijado en sus dos obras de este tipo hasta la fecha no en personajes españoles, sino en un ruso y en una mexicana).

Escribir de Pablo de Rokha, gran poeta rabioso (impresiona su Canto del macho anciano), es difícil, porque fue un ser excesivo, más caracterizado por sus fobias que por sus filias, y eclipsado por los otros dos grandes poetas chilenos de su época: Vicente Huidobro y Pablo Neruda (Gabriela Mistral, aunque obtuviera el Nobel, parece de otro mundo, y Nicanor Parra, también a tener muy en cuenta, empezó a adquirir verdadera proyección pública tras la muerte de los anteriores).

El título Mala lengua se justifica en la lengua venenosa de De Rokha, antagonista de muchos y, no siendo nada devoto de Huidobro, el gran enemigo de Neruda, que curiosamente adoptó un seudónimo o nombre de pluma, como hizo De Rokha (y con él, su esposa e hijos), y, además, para ser mayor la coincidencia dentro de la divergencia máxima, el espurio nombre de pila Pablo.

Generalmente narrado en presente continuo, en capítulos breves que de pertenecer a una novela de acción y cultivar el lugar común cabría calificar de trepidantes, el libro es un catálogo de las naves de las diatribas rokhianas, de sus rupturas, de sus ideales de justicia y de sus connivencias con los regímenes de Stalin y Mao (De Rokha vivió una temporada en la China, como lo hiciera Blas de Otero, y ambos escribieron versos, más panfletos que poemas, sobre sus experiencias). No obstante, también se acercó en su juventud al anarquismo y dirigió la revista Numen, que como recuerda Bisama editó varios de sus números con esta leyenda bajo el título: «Semanario casi oficial, se publica bajo la inmediata vigilancia de los jueces».

Neruda, que cayó en los mismos errores que De Rokha, les añadió según este el vicio de la doblez y la mentira. Que ambos fueran miembros del mismo partido, el comunista, solo agravó las cosas, pues es sabido cómo esa familia política se las gasta, incluso con los suyos. En cuanto a la familia de sangre, Neruda cortejó a una hermana de De Rokha, y aquí se cuenta cómo esta pudo estar tras uno de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, más otros episodios de un amargo anecdotario.