Karina Sosa Castañeda
Caballo fantasma
Editorial Almadía
120 páginas
La frase que abre Caballo fantasma, de la autora mexicana Karina Sosa Castañeda (Oaxaca, 1987), «Mi madre murió hace seiscientos días. No he podido llorar. Hoy he venido a solas a un hotel que antes fue un convento» nos remite de forma directa a los libros que dan pie a la escritura con esa desaparición, como El libro de mi madre de Albert Cohen, “Las palabras que escribo, no me devolverán a mi madre muerta»; En la tierra somos fugazmente grandiosos de Ocean Vuong: «Déjame volver a empezar. Querida mamá: Escribo para llegar a ti –aunque cada palabra que escribo sea una palabra más lejos de donde estás». O la misma Jamaica Kincaid y Autobiografía de mi madre: «Mi madre murió en el momento en que yo nací, y así, durante toda mi vida, no hubo nunca nada entre la eternidad y yo». Asimismo, la protagonista de Caballo fantasma, una joven arquitecta, se encierra en un hotel en Oaxaca, durante una larga noche, «En este hotel parezco una turista distraída. Alquilé una habitación en la que pasaré la noche», para resignificar la figura de lo que fue su madre muerta, definir los contornos de esa imagen que navega en sus recuerdos, responderse preguntas, entre ellas, los motivos de por qué la abandonó a tan temprana edad, cuando era un bebé y recién había cumplido un año: «Mamá se fue en septiembre de mil novecientos noventa y uno. Se fue al día siguiente de mi primer cumpleaños», pero por sobre todo realizar un viaje para delinear los fantasmas que la habitan como autora, aquellos escritores que desfilan por este texto, y que la ayudan ya no a encontrar la respuesta de esa desaparición temprana, pero sí a hacer más llevadera la búsqueda y el abismo, donde la literatura se plantea como la solución y la causa de las fantasmales heridas.
La autora de Caballo fantasma busca la madre en los libros, sus apuntes y en las bibliotecas, al igual que Annie Ernaux pensó en la escritura y las ruinas de la memoria para remitirse a la muerte de su pequeña hermana en La otra hija. Sosa Castañeda piensa en el mismo recurso, no en la realidad imponiéndose, sino en la literatura como excusa para inventarse los propios fantasmas: «Soy despiadada: en el fondo la muerte de mi madre es un pretexto literario. Un recurso más para paliar mi angustia». Ese placer del texto en que se regocija la protagonista. Así, el deseo de la escritura y lectura estructura esta novela. La protagonista de Caballo fantasma, guiada por ese deseo, ha llevado al hotel sus diarios y sus apuntes. Poseedora férrea de la escritura y el registro. Porque no tiene fotos, no resguarda para sí otros recuerdos, solo apuntes y la memoria como capaz de tejer in situ el relato y la imagen de su madre muerta, una mujer que amaba los caballos, las apuestas y los hipódromos.
La gran metáfora de este hermoso libro se encarna en los caballos, su libertad y desaparición, porque la madre muerta amaba los caballos, los alimentaba, los montaba. Amaba también las carreras y vivía casi sumergida en los hipódromos. En esa felicidad que le causaba ese mundo, allí donde encontraba belleza y vitalidad. El texto abre con un epígrafe de Lispector para referirse a estos hermosos animales: «La forma del caballo representa lo mejor del ser humano. Tengo un caballo dentro de mí que raramente se expresa. Pero cuando veo a otro caballo entonces el mío se expresa. Su forma habla»., porque es la pista que la puede llevar a entender a su madre y sus propios fantasmas. Así, la protagonista se llena de citas, intertextos, epígrafes, metáforas de Ítalo Calvino, Juan Carlos Onetti, Sándor Márai, Leonora Carrington, Balzac e incluso la Invención de mi vida con caballos, de Macedonio Fernández, entre otros. Textos y paratextos que pareciera que buscan resolver la pregunta de por qué la madre la abandonó, pero también la idea de fondo que mueve este relato, nos inventamos fantasmas para poder escribir.