Matías Candeira
Un dios con el estómago vacío
Almadía
184 páginas
POR DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR

Un dios con el estómago vacío (Almadía, 2024) es el nuevo libro de relatos de Matías Candeira (1984), quien debutó en el género con La soledad de los ventrílocuos en el año 2009, al que siguieron, entre otros, Antes de las jirafas, Ya no estaremos aquí o Moebius. A pesar de la variedad de argumentos, personajes y técnicas narrativas que ofrece este volumen, hay una constante que se repite y queda anunciada por el título. El hecho de que un mismo sintagma tenga como núcleo el sustantivo más trascendental posible («dios») al que se le atribuye una inesperada cualidad trivial («el estómago vacío»), indica muy bien la técnica más repetida, y algo así como una visión del mundo que ofrece este libro: mostrar la vida como una convivencia de lo más inefable y lo más trivial.

Esto es especialmente visible en los dos primeros (y magníficos) relatos. En el primero, esa convivencia es literal: una joven pareja se muda a una casa que alberga un sobrenatural agujero en una pared. Pero no asistimos al terror fantástico-metafísico de la «Casa tomada» de Cortázar, ni al gótico de la «Casa Usher» de Poe; el agujero adquiere un valor simbólico o alegórico (nunca subrayado o sobre explicado) que revela los temores existenciales de una pareja joven ante ese cambio de vida que es el matrimonio o la convivencia. Candeira evita caer en los tópicos (tanto realistas como fantásticos) gracias a la construcción de un narrador omnisciente pero torrencial, cuyas oraciones infinitamente largas van incorporando todo tipo de elementos y registros heterogéneos, haciéndolos convivir en una misma frase.

El segundo relato, que da título al libro, consigue repetir ese mágico equilibrio. Aparentemente, se limita a describir un rutinario día de playa en familia; pero, en cierto modo, podría leerse como una versión surrealista de La náusea de Sartre, en la que el protagonista oscila continuamente entre la exaltación vitalista y un terror absoluto a la muerte, a la insignificancia de la existencia, simbolizados en una amenazante deidad solar. La voz narrativa consigue caminar por un fino alambre donde se entreteje lo humorístico, lo frívolo, lo tierno y lo profundo para ofrecer una reflexión final similar a la del cuento anterior: celebrar la vida del ser humano como una experiencia única donde conviven el miedo a la muerte, el absurdo, la angustia existencial, el amor, la felicidad, el sexo y la belleza.

La perfección alcanzada en estos dos primeros relatos no se mantiene a la misma altura en el resto, a pesar de utilizar similares planteamientos. Así sucede en «Intentos fallidos de enamorar a una mortal», donde un dios clásico intenta seducir a una joven contemporánea. Aquí no brilla la complejidad de los anteriores, y ese contraste entre lo metafísico y lo trivial, entre lo divino y lo humano, se resuelve desde una perspectiva puramente humorística, más superficial y con menor riqueza, que subraya una historia de empoderamiento femenino. Algo similar sucede en «Te comprendo, créeme», que nos muestra a la icónica muerte de túnica y guadaña entrando en un autobús urbano. Esta irrupción genera un contraste entre una escena cotidiana y un elemento sobrenatural que ofrece tanto momentos de humor como destellos de melancolía.

También hay lugar en Un dios con el estómago vacío para formas más experimentales del relato, como «La invisibilidad» o «Los desvíos», textos ambos en que, de una forma metaliteraria, se cuestiona el elemento argumental, para centrarse en la creación de atmósferas, indicios, fragmentos que se hacen y deshacen, y que parecen habitar ese espacio literario explorado por Blanchot, donde la posibilidad infinita previa a la escritura deconstruye la solidez de las formas establecidas.

Hay muchos más temas y técnicas en los doce relatos que componen este volumen, pero lo que siempre se mantiene es la peculiar y rica prosa de Matías Candeira. Este autor es un maestro a la hora de resumir un ambiente, una atmósfera o una psicología con una frase inesperada, con comparaciones o metáforas insólitas, divertidas e iluminadoras como «un hombre con la furia negociadora de un enano de circo» o «un piano que ríe como un viejo en la oscuridad cuando lo dejan solo», por poner solo dos de los cientos de ejemplos que se pueden encontrar en esta interesante colección de cuentos que ofrece una mirada divertida, insólita y enriquecedora sobre las realidades más cotidianas.