Laureano Debat
Casa de nadie
Candaya
296 páginas
Este libro puede ser un ejemplo de narrativa inmersiva, si tomamos prestado el concepto del periodismo. El tema promete: un autor argentino comparte durante varios meses un apartamento en el que dos mujeres chilenas (madre e hija) viven y trabajan. Se dedican a la prostitución. El apartamento, situado en el Eixample de Barcelona, tiene la peculiaridad de disponer de un balcón que se abre al patio de un convento vecino. Un tema tan contundente podría dar de sí historias muy llamativas y disparatadas. Pero la novela parece contenerse en los límites de la experiencia real que el autor vivió durante unos meses en torno a 2010. Y para que funcione, serán claves tanto el punto de vista como la voz narradora.
En este caso, Debat toma la opción del periodismo (oficio que también ejerce) y elabora una especie de crónica basada en los apuntes de sus observaciones. Frases ágiles, breves que siguen los movimientos o los gestos, o la quietud, de cada una de las dos mujeres cuando salen a descansar del trabajo en el espacio común de la cocina. Pero si fuéramos solamente de la mano de la voz masculina que narra, el libro se haría demasiado monótono y se caería atrapado entre las mismas paredes del apartamento. Ese es uno de los problemas a resolver. Para evitarlo, Debat intercala dos elementos: por un lado, fragmentos en cursiva, aparentemente transcritos, con la voz en primera persona de las dos mujeres que narran y desmadejan la historia de sus vidas y que apuntan a una explicación de todos los factores que las abocaron a la prostitución; por otro lado, un vademécum de curiosos detalles acerca de las diferentes medicinas que toman las dos.
Otro elemento importante es el de la propia ciudad de Barcelona, que Debat conoce bien, y el momento, en un año de plena crisis económica, el del mundial de fútbol que gana la España del Barça con el gol de Iniesta, y en los inicios de la efervescencia independentista.
Tanto el tema como el abordaje y la mirada recuerdan a algunas novelas experimentales, o naturalistas, del XIX y del XX. No es posible obviar el componente que más peso tiene en la novela (la experiencia vivida por el autor que le sirve de base), así que cabe preguntarse si el narrador habría optado por arriesgar un poco más la trama y el estilo si se hubiera tratado de una creación puramente imaginativa.
Aquí está el verdadero problema: si el libro fuera enteramente periodístico, la longitud y la falta de nudos sólidos se sostendrían mejor, puesto que manda la realidad, pero se presenta como novela. Y la literatura requiere de canto, aunque este se rompa, o distorsione.
Esta crítica es solo una lectura de un libro que plantea varias, desde un acercamiento al tema de la prostitución, hasta un análisis del desarraigo o la huida de la soledad. La lectura fluye con ritmo gracias a la buena escritura con que se ha labrado, pero la historia se desarrolla sin apenas momentos de emoción. Y eso es lo que se echa de menos. Eso que hace a la literatura canta y volar.
La magia de lo literario nos hace cruzar la frontera entre la lectura pasiva y la escena donde se desarrolla la trama. Algo aquí también nos dificulta ponernos en el lugar de las mujeres. Y no es porque lo haya escrito un hombre. Hay ciertas lagunas. No entendemos el hecho y la normalidad con la que el narrador cohabita con esa familia, ni siquiera cuando se prepara para la visita de sus padres. Hay algo frío que nos traba y no consigue dejarnos entrar ni en él ni en ellas. Nuevamente, la pregunta: ¿Quizá es que está demasiado atado a la realidad de lo vivido como para cambiarlo por la imaginación? ¿El perfil periodista del autor pesa sobre sus fines literarios? Esta es su primera novela. Para resolver la duda, habrá que esperar a su siguiente obra de ficción y constatar si se trata de su propia voz, de su estilo, o es un primer paso hacia un desarrollo literario mayor.
Se trata pues de un libro correcto, que denota un gran esfuerzo de estructura y de engarce. De todo libro se aprende. De este, los desafíos del oficio de escribir y la necesidad de volar.