José Enrique Ruiz-Domènec
Informe sobre Cataluña. Una historia de rebeldía (777-2017)
Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2018
266 páginas, 17.90 € (ebook 8.99 €)
POR ISABEL DE ARMAS 

 

En este trabajo, su autor intenta exponer el deseo de independencia de un destacado sector de catalanes, deseo que con frecuencia se tiñe de sentimiento de rebeldía. Efectivamente, desde el último tercio del siglo viii hasta hoy, un pueblo ha convivido con una manera de ser que no cesa. «No veo que actualmente —puntualiza el profesor Ruiz-Domènec— este hecho sea diferente al que sucedió en el siglo xii, en el xv o en el xvii, porque al igual que entonces los dirigentes se aferran a la idea del bello instante que les ha tocado vivir como catalanes de raza al estar muy cerca de ser libres, es decir, de alcanzar por fin la independencia tanto tiempo deseada. El sueño…».

José Enrique Ruiz-Domènec, escritor, académico y catedrático de Historia Medieval en la Universidad Autónoma de Barcelona, rememora en este interesante estudio que en 1977 cuando se recuperó la Generalidad se estaba lejos de pensar que regresaría el adiós a España «de una forma —escribe— tan de soslayo». De hecho, nadie creía que eso pudiera volver a ocurrir ante el riesgo de entrar de nuevo en una deriva que conduce al abismo. Nos recuerda también que Tarradellas, que tenía una larga cultura política, sabía que las quejas contra el gobierno central habían precedido siempre a un acto de rebelión, en el siglo xiii, en el siglo xv, en el siglo xvii, en el siglo xx, y que era necesario superar, de una vez por todas, la inclinación característica del hecho diferencial. «La historia de Cataluña —recalca el autor— no es sino una eterna repetición». Y esta eterna repetición es la que se recopila en este condensado y sustancioso informe, que comienza cuando Cataluña entra en la historia y llega hasta nuestros días.

Nos encontramos ante una narración en tres actos: planteamiento, trama y desenlace. Primero se describe cómo se forjó un estilo de vida y un amor a la tierra, la casa y la familia en los confines del Reino franco hasta conseguir el reconocimiento con el nombre de Cataluña; luego se analiza la trama que posibilitó la creación de un sistema político que, con el tiempo, se llamó Corona de Aragón donde Cataluña trató de encajar sus instituciones y sus formas de gobierno; y finalmente, se trata el desenlace ocurrido cuando ser y no ser España se convirtió en el fundamento de la realidad catalana, en el motivo de la división de su sociedad y en el estímulo de las diversas recuperaciones del pasado. «Me propongo —sintetiza el autor— hacer un informe detallado sobre el mundo vital de Cataluña en los últimos trece siglos».

La primera intención de este ambicioso relato consiste en aclarar los orígenes históricos de Cataluña y, tras los rastreos de todos los inciertos inicios, el autor llega a la conclusión de que la tierra hoy llamada Cataluña entra en la historia del siglo viii ligada a la restauración imperial de Europa promovida por los carolingios. «Éste es el hecho —escribe Ruiz-Domènec—. No hay discusión sobre él. No sucede igual con su significado. Eso es más polémico». En esta larga etapa originaria destaca la figura de Wifredo el Velloso, que se erigió en un personaje de leyenda al mostrarse como el gobernante capaz de darle sentido a ese ámbito vital surgido en los confines del Reino franco. Wifredo consiguió que se reconociera el carácter patrimonial de sus condados y, por tanto, el derecho que tenía a dejarlos en herencia con arreglo a sus intereses familiares. Sus hijos y sus nietos se repartieron el patrimonio amasado por su padre y abuelo, a la vez que fusionaron los oficios secular y eclesiástico. «Todo el poder para la familia», concluye el historiador y, como consecuencia, en las contiendas que luego siguieron sus herederos se puede comprender el valor concedido a la tierra, a la casa y a la familia por parte del pueblo catalán.

El informe que comentamos hace especial hincapié en el protagonismo de Ramón Berenguer III, considerado un héroe del Mediterráneo, al considerar que el mar debía ser el objetivo de su país. Barcelona, capital del Mediterráneo, pero en conflicto con Marsella y Génova, las otras dos ciudades que también aspiran a esta hegemonía. El autor apunta que, desde entonces, quien quiera entender la historia de este país debe entender lo que significa la Cataluña abierta al mar y la del eje interior, La Seo, Vic, Ripoll, Besalú, Gerona, Olot, Cuixá. Una y otra vez, los nobles del interior, se rebelan contra el conde la Barcelona apelando a las costumbres de Cataluña. Situaciones parecidas se verán en múltiples ocasiones: en 1283 ante Pedro el Grande, en 1412 ante Fernando de Antequera, en 1462 ante Juan II, en 1519 ante Carlos V, en 1460 ante Felipe IV, en 1705 ante Felipe V, en 1931 ante Alfonso XIII, en 2017 ante Felipe VI.

Numerosos historiadores coinciden en que con la llegada de la dinastía de los Trastámara creció el sentimiento de rebeldía entre el pueblo catalán. El autor señala que esta falta de entendimiento no provino de ningún conflicto de intereses y no era ni política ni ideológica, ni siquiera religiosa; «fue hasta tal punto ajena a la razón de la historia —puntualiza— que debemos ahondar en los fundamentos emocionales de la tierra catalana para entenderla». Su conclusión es que Alfonso el Magnánimo actuó en lo referente a la situación catalana más como rey de Aragón que como conde de Barcelona, y por eso fue incapaz de encontrar una solución al laberinto en el que se encontraba Cataluña a mediados del siglo xv, que estaba dividida y esa división estaba llevando a un conflicto civil: señores y remensas, ciudadanos honrados y menestrales, bigaires y buscaires, cada uno de ellos afirmando del otro que era un traidor. La guerra civil duró diez años (1462-1472). Los catalanes se movieron entre la rabia y la tragedia y pagaron muy caro su forma de ser.

Entre 1516 y 1714 Cataluña formó parte del Imperio de los Habsburgo. Seguir las vicisitudes del pueblo catalán en esos doscientos años significa descubrir —así nos lo va mostrando el autor de este informe—, en cada episodio, la distancia que separa la necesidad de conservar las leyes y costumbres del pueblo catalán de la estrategia de la Generalidad en sus continuas disputas con los reyes de la casa de Habsburgo: Carlos V, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Para Ruiz- Domênec, hay dos momentos bien reveladores: la propuesta de Carlos V de contar con Cataluña para su Monarquía Universal y la decisión de las dos partes (rey y Generalidad) de poner fin al conflicto tras el fracaso independentista de mediados del siglo xvii.

Al morir Carlos II, se elige rey al nieto de Luis XI que se corona con el nombre de Felipe V. Pero surge entonces una guerra de sucesión por el trono: casa de Habsburgo versus casa de Borbón. Una parte de la sociedad catalana aprovecha la ocasión para crear una situación extrema en el principado. El autor sintetiza: «Y se produce entonces la ironía de esta historia: tras dos siglos de lucha contra los Habsburgo deciden salir en su defensa». Ruiz-Domênec pone un especial empeño en explicar lo que sucedió en Cataluña entre 1701 y 1714, y puntualiza: «La historia es aquí más necesaria que nunca, pese a que el torbellino político de nuestros días impide aprenderla. El peligro está a la vista. No vale la pena insistir; lo que vale la pena es trazar la línea entre la realidad y la ficción». La conclusión es que todavía se trata de saber si durante sesenta y seis días entre el 6 de julio y el 11 de septiembre de 1714 la guerra se convirtió en una guerra civil española o en una guerra civil catalana pues unos catalanes estaban con Carlos III y otros con Felipe V. El historiador afirma: «Es un caso confuso». Lo cierto es que las potencias se reunieron en Utrecht, donde firmaron el 11 de abril de 1714 el tratado que lleva su nombre. Allí acordaron que Felipe V fuera el rey de España siempre que cediera los territorios en Italia y en Flandes, aunque mantenía los de América. Seguidamente, el Decreto de Nueva Planta de 1716 abolió el Parlamento y el Consejo de Ciento; organizó el territorio en corregimientos al modo castellano; legalizó el fin de la Corona de Aragón; consolidó el absolutismo monárquico; y se impuso el español como idioma oficial de la Audiencia pero no se coartó el uso del catalán. Una gran novedad muy positiva de la política de los borbones fue ajustar la actividad de la industria, el comercio y la navegación en Barcelona adaptándola al espíritu de la Ilustración, que era el espíritu de un tiempo de cambios profundos en el orden internacional. A mediados del siglo xviii se funda la Real Compañía de Comercio de Barcelona a Indias. Cataluña se asomó a América, y la burguesía barcelonesa, uniendo sus fuerzas a las burguesías emergentes de las ciudades costeras de España, consiguió la liberación del comercio desde los puertos de Santander, Gijón, Coruña, Cádiz, Sevilla, Málaga, Cartagena, Alicante y, por supuesto, Barcelona a las islas caribeñas de Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Margarita y Trinidad.

La tercera parte de este informe se interesa por una historia todavía viva. En este largo periodo, que abarca los tres últimos siglos, «la clave reside en España —afirma el autor—: estar con ella o contra ella». La cuestión es que en estos siglos no ha existido en Cataluña la duda de ser o no ser España, sino la convicción de ser y no ser España. Aquí se apunta que la cuestión catalana se puede resumir así: si Cataluña es España entraña la asimilación de muchos catalanes que no se sienten españoles; pero si Cataluña no es España implica la asimilación de muchos catalanes que se sienten españoles. «Se comprenden las lamentaciones —comenta el autor—. No se debió llegar a este extremo». El país hoy está dividido en dos; la economía se resiente; las empresas se marchan por la inseguridad jurídica. Estamos, y parece que el tema va para largo, en una difícil encrucijada.

La última parte del libro que comentamos se divide en dos bloques básicos; el primero abarca desde 1917 hasta 1977 y el segundo, desde 1977 hasta 2017. Setenta años separan la Asamblea de Parlamentarios en 1917 de la recuperación de la Generalidad en 1977. Es un tiempo en el que en Cataluña se dilucida el porvenir de una ilusión en medio de episodios claves de la historia reciente: novecentismo, dictadura de Primo de Rivera, fin de la monarquía, Segunda República, Guerra Civil y franquismo. A continuación, y para finalizar, el autor nos lleva, de forma muy resumida pero precisa y rigurosa, a los cuarenta años de autogobierno en Cataluña, desde la recuperación de la Generalidad en 1977 a la declaración de la independencia en 2017. En estas últimas páginas Ruiz-Domènec nos muestra que se trata de cuatro décadas que no sólo han posibilitado una toma de conciencia nacional, también han servido para que las generaciones nacidas en la era digital rindieran tributo a la identidad catalana absorbiendo su cultura, en muchos casos de forma exclusiva.

Este contundente y sintético informe sobre Cataluña aborda con rigor histórico trece siglos de las diversas articulaciones de Cataluña y España siempre con un mismo mar de fondo: la rebeldía que no cesa.