Gaudí, en la Barcelona de Cela, aparece a menudo: en el parque de la Ciudadela, en la Pedrera, en la Sagrada Familia, en el parque Güell en una emotiva página narrando su muerte, cuando creyendo que se trataba de un pordiosero accidentado en la calle lo llevaron al hospital de la Santa Cruz…

 

Conviene recordar a vuela pluma que el interés y la pasión de Cela por Gaudí venía de tiempo atrás. Uno de los números emblemáticos de su revista Papeles de Son Armadans (1956-1979) estuvo dedicado en las Navidades de 1960 a un «Homenaje a Gaudí», de gran relieve por los materiales gráficos y las colaboraciones de estudiosos, críticos y artistas. Las fotografías que la revista publica son un sobresaliente y bellísimo abanico de la presencia de Gaudí en la ciudad: el palacio Güell, el colegio de Santa Teresa, el desván de Bellesguard, los pabellones de Pedralbes, la casas Milà y Batlló y la Sagrada Familia. Los artículos reunidos por Cela proceden de Alberto Sartoris, Eduardo Westerdahl, Azorín, Benjamín Palencia, José Luis L. Aranguren, Antonio Buero Vallejo, Ramón Gómez de la Serna y Rafael Zabaleta. La portada y la contraportada del número las llevó a cabo Joan Miró.

Sabedor de que el modernismo «es el producto de una Barcelona contradictoria, próspera y revuelta al tiempo» (p. 22), el amanuense se detiene en su protagonista más genial y heterodoxo. De ahí que en el parque de la Ciudadela recuerde la cascada de Gaudí, «curiosa y muy académica obra anterior al Gaudí que todos conocemos como tal y que, probablemente, no es de Gaudí, sino de Fontseré» (p. 32). En efecto, no pertenece al Gaudí que todos conocemos porque no es de su autoría. La templanza de Cela es certera.

La casa Milà «se levantó entre 1905 y 1910, al tiempo que su arquitecto —nos informa Cela— revestía de mosaico y techaba de cerámica la casa Batlló» (p. 69). El amanuense ha visitado ambas casas, sitas en el paseo de Gracia, mientras, en su faceta de documentalista, sostiene la modernidad de Gaudí más allá del modernisme:

Según los entendidos, Gaudí se anticipó al funcionalismo con sus estructuras flexibles y sus rampas, con sus deducciones de la elipse y el arco parabólico y con sus superficies helicoidales y sus cúpulas; para el amanuense, Gaudí se anticipó —según lo más probable— a todo: en la técnica y en ese soplo al que decimos «arte» y sin el cual la técnica no alcanza temperatura y no sale de la pizarra o del laboratorio. Gaudí, al fundir el arte con la naturaleza y al hacer naturaleza del arte, dio razón y madurez al pensamiento de Kant: el genio es la facultad que permite a la naturaleza dar reglas al arte (p. 69).

El genio de Gaudí fascina a Cela y también su trabajo vocacional e incesante. En el capítulo dedicado a «La Sagrada Familia», se entusiasma con el genio creador y la paciencia artesana de Gaudí: «Par de triunfos que, en una sola mano, el hombre no suele esgrimir sino muy de tarde en tarde» (p. 72). Y en el dedicado al parque Güell sentencia: «Hoy es jardín municipal, de trazado pasmoso y único en el mundo» (p. 77). El hombre, el genio, la personalidad de Antonio Gaudí —«Ese viejecito mínimo y silencioso» (p. 70) al que atropella un tranvía en la calle Cortes esquina a la de Bailén el 8 de junio de 1926— es la mejor luz del amanuense que escribe al dictado del corazón de Camilo José Cela:

Según el poeta Heine, las catedrales góticas fueron posibles porque sus constructores, en lugar de opiniones, tenían convicciones. Pues bien: desde las catedrales góticas jamás hombre alguno concibió un templo tan glorioso ni tuvo convicciones tan firmes. Gaudí, aquel hombrecillo tímido e iluminado, fue el último inmenso creyente (p. 70).

 

Nota. Este artículo se enmarca en el proyecto I + D «Hacia la obra completa de Camilo José Cela», de referencia FFI2014-52567-P.

 

[1] Camilo José Cela, La rosa, Madrid, Espasa Calpe, 2001, p. 89.

[2] Cf. Adolfo Sotelo Vázquez, «Cauteloso tiento sobre los primeros pasos del escritor: Camilo José Cela y los editores barceloneses (1942-1964)», en Sonia Betancort, Alba Guimerà (eds.) y Adolfo Sotelo Vázquez (coord.), Cela, cien años más, Sevilla, Renacimiento, 2017, pp. 41-61.

[3] Camilo José Cela, Barcelona, Madrid/Barcelona, Alfaguara, 1970, p. 8.

[4] Camilo José Cela, «Geografía de España», en La bola del mundo. Escenas cotidianas, Madrid, Sala, 1972, p. 23.

[5] El curioso lector los puede consultar en Camilo José Cela, La forja de un escritor (1943-1952), ed. de Adolfo Sotelo Vázquez, Madrid, Fundación Banco de Santander, 2015.

[6] Camilo José Cela, Barcelona, cit., p. 82. En adelante, citaré en el texto, dando la página entre paréntesis.

[7] Camilo José Cela, Fotografías al minuto, Madrid, Sala, 1972, p. 8.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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