Las apariencias se publicó con un importante prólogo de Elvira Lindo. En él señala que en estos textos el autor ha ido avisándonos de sus cambios literarios. Explica Elvira Lindo que, si deseamos conocer a un autor, no nos basta la novela –que tiene un proceso de creación lento y, por ello, con frecuencia, el lector se desvincula del autor entre una obra y otra–. Eso no sucede con escritores que, como Muñoz Molina, tienen una relación frecuente (y puntual) con sus lectores a través de las páginas de los periódicos: «Los artículos y cuentos suponen un alimento mutuo en esos tiempos de silencio, el lector mantiene vivo el contacto con el escritor, y el escritor, a su vez, mantiene un diálogo con el presente» (1995b, p. 10). De este modo, Muñoz Molina ha ido avisándonos, a través de sus artículos, de sus cambios literarios y de intereses. En las páginas del propio libro se puede ver una importante evolución en la producción del autor (evolución paralela a la que se ha producido también en sus obras de ficción). Como antes hemos señalado, cuando se publica el más antiguo de los artículos reunidos, «El ladrón de libros», ya ha ganado el Premio Nacional de Literatura por El invierno en Lisboa y cuenta con un número considerable de lectores fieles y una trayectoria ascendente. Cuando publica el último artículo de la selección, «Sospecha de una trampa», está enfrascado en la última parte de El jinete polaco. Se trata, por tanto, de una época de cambios en la manera del autor de entender la literatura, y esos cambios afectarán al conjunto de su producción.

Señala Lindo otra cuestión importante: que, con frecuencia, los artículos han sido una especie de laboratorio de pruebas para obras posteriores. Así, «el lector que ha seguido la obra de Muñoz Molina verá, sin mucho esfuerzo, que algunos de los personajes, de las situaciones, de las voces y ambientes que aquí aparecen hallaron luego su sitio en la ficción» (p. 13). Pueden encontrarse aquí primeras ideas de ambientes que luego crecieron hasta convertirse en mundos literarios.

Los artículos se organizan de manera estrictamente cronológica, excepto el primero, que sirve como presentación o marco. Ese primer texto, «La manera de mirar», una auténtica declaración de intenciones, llama la atención sobre el cambio radical que se ha producido en su escritura:

«Durante demasiado tiempo uno creyó que el arte, aunque se alimentara de la vida, era superior a ella […]. Vivir era presenciar de lejos las vidas de otros y recluirse en pleno día en la quietud narcótica de una sala de cine y mirar la sombra de uno mismo que proyectaba la lámpara en su habitación […]. Basta de espejos y de sombras, se dice, basta ya de melancolía y de literatura, de canciones escuchadas para sufrir más dulcemente y de libros escritos y leídos para inventarse una vida que no supo tener. Procurará mirar desde ahora las cosas con los ojos tan apasionadamente abiertos como un pintor de la verdad […]. Intentará vivir para contarlo» (pp. 28-29).

 

 

En 1996 aparece La huerta del Edén. Escritos y diatribas sobre Andalucía. En este libro recoge artículos publicados en la edición andaluza de El País, durante 1995 y 1996, con la excepción de dos de ellos, que aparecieron en la nacional. Uno de los aspectos más destacados del volumen es que en muchos de los textos se reivindica Muñoz Molina en la tradición de intelectuales ilustrados de izquierdas, laicos y republicanos (en esa línea de pensamiento se ha situado también Luis García Montero, que, como Muñoz Molina, comenzó su trayectoria en la Granada de los primeros años ochenta; con él el novelista jiennense publicó ¿Por qué no es útil la literatura?). Dentro de esa lógica de reivindicación del pensamiento ilustrado y del racionalismo, muchos de los artículos de este libro, los más irónicos y críticos, son calificados en el subtítulo como diatribas.Escrito en un instante (1997) recoge trabajos de encargo, un procedimiento creativo que siempre ha defendido el autor (lo dice en el prólogo del volumen, lo ha repetido en diversas entrevistas y afirma lo mismo para el cuento en Nada del otro mundo): «Siempre me asombra la mala prensa que tiene la noción del encargo en la literatura y en el arte, herencia tal vez de las supersticiones románticas sobre la inspiración, o sobre el alma sagrada del artista, que no reconoce más límites que los de su capricho» (1997, p. 7). Relata Muñoz Molina que buena parte de su trabajo ha sido resultado de encargos, algunos de ellos aparentemente inflexibles, pero que en modo alguno las condiciones previas que le eran impuestas en el encargo lo esclavizan. Todo lo contrario: «Más bien, esas condiciones exteriores me ayudaron a encontrar un tono de mi propia voz que por propia iniciativa yo nunca habría intuido» (p. 9). Los artículos han sido para Muñoz Molina, por tanto, una especie de escuela de escritura, un constante aprendizaje.

Entre esos trabajos de encargo están, como hemos señalado, los textos que recogen Escrito en un instante. El volumen tiene dos partes; en la primera se recogen los artículos, que no podían pasar de quince líneas, que día a día publicó en Diario 16, durante todo el mes de febrero de 1988, en la sección «Escrito en un instante», que posteriormente dará nombre al libro. La segunda parte, titulada «Paseos y viajes», fue un encargo de Radio Nacional en 1992: le pidieron que, en dos o tres minutos, unas cuarenta líneas, contara un paseo verdadero o ficticio: «De nuevo el encargo se ajustaba tan perfectamente a mi manera de escribir y de mirar que lo raro era que no se me hubiese ocurrido a mí sin que me lo pidiera nadie» (p. 9). Establece aquí de nuevo Muñoz Molina una genealogía literaria: Stendhal, Nietzsche, Pío Baroja y Josep Pla.

Al final del prólogo, tras mostrar su extrañeza ante el hecho de que los libros de artículos no suelan recibir mucha atención ni por parte de la crítica ni de los lectores, traza la tradición del articulismo a la que se acoge: Larra, Clarín, los autores del 98, Ortega y Gasset, Julio Camba y, de nuevo, Josep Pla. Además, asegura que «algunas veces, donde más se aproxima la prosa a la poesía es en el artículo, en su instantaneidad y su concisión, en su cualidad de burbuja del tiempo, de mirada y pulsación preservadas en palabras» (p. 10).

En el nuevo siglo Muñoz Molina ha publicado tres libros de artículos: Unas gafas de Pla (2000), La vida por delante (2002) y, por último, Travesías (2007), que se compone de 185 artículos escritos entre 1993 y 1997, publicados en El País.

Especialmente significativo para analizar su concepción de la escritura en estos años es La vida por delante (2002), una selección de artículos publicados en la revista dominical de El País desde 1997 hasta 2002.

En el primer artículo, «El tiempo del periódico», vuelve a identificar la escritura de artículos con el presente, con la fugacidad y con la poesía:

«El periódico es el pan de cada día, el tiempo de la vida diluido en presente […], el periódico es el espejo instantáneo y convulso de lo que casi no tiene ayer ni tendrá mañana, la polaroid de las últimas 24 horas, con toda la poesía frágil de las polaroid, y con esa capacidad de conservar, al cabo de unos días, lo que ya se convierte en un ayer lejano […]. El periódico es una costumbre de la inteligencia y también de la mirada» (2008, pp. 13-14).

 

 

En el «Epílogo» relata cómo el artículo ha sido para él una escuela de escritura: «Sólo cuando a los veintiséis años me vi sometido por primera vez a la disciplina de un periódico empecé de verdad a aprender algo sobre el oficio de la literatura, sobre la mezcla de perseverancia y atención que requiere» (p. 324). El ejercicio de ese oficio de escribir, cuando se desarrolla bajo las pautas de líneas o palabras contadas, espacio fijo en el periódico y espacio temporal marco, hace que:

«día a día, semana a semana, sin darse mucha cuenta, uno va escribiendo un libro que no tiene borradores ni forma precisa, cuyo principio queda fácilmente atrás con un final que se pierde en la niebla cerrada del más inmediato porvenir […]. Ese libro invisible, casi involuntario, del que escribe artículos, tiene sin embargo un crecimiento metódico, lo mismo en el espacio que en el tiempo, la extensión en líneas o el número de palabras postuladas, el metrónomo diario o semanal de los plazos de entrega» (p. 324).

 

Como hemos visto, los artículos no son una práctica menor en la obra de Muñoz Molina, sino una veta principal de su creación. La publicación en periódicos recorre toda su trayectoria y, a lo largo de estos años, la imagen pública de este autor se ha ido construyendo no solamente a partir de sus novelas, sino también de su frecuente presencia en la prensa como escritor de artículos literarios. Su obra como articulista ha ido evolucionando en el mismo sentido que la obra de ficción, hasta el punto de que sus artículos son, en ocasiones, campo de experimentación y prueba de novelas y cuentos posteriores.

 

Entre los artículos que publicó en Granada a principios de los años ochenta, cuando aún no era un escritor conocido, y los que componen La vida por delante, publicados en El País a finales de los noventa, hay una notable diferencia, debida en parte al reconocimiento literario que Muñoz Molina tiene en uno y otro momento, pero determinada también por los diferentes tiempos y lugares en los que aparecen los artículos granadinos y los publicados en Madrid. En un género marcado, como hemos repetido, por el aquí y el ahora, no puede ser lo mismo escribir en la Granada de principios de los ochenta (una pequeña ciudad de provincias en los años de la Transición) que en el Madrid de fin de siglo. Lo que se mantiene intacto es la fascinación por este género de escritura:

«¿Cómo sería encontrar en el periódico de la mañana un nuevo artículo de Julio Camba, de Josep Pla? A Camba yo lo descubrí en los tomos de la antigua colección Austral que había en la biblioteca municipal de Úbeda, y me bebía literalmente sus artículos, sus crónicas breves de viajes […]; del mismo modo que fueron los libros de Julio Verne los que me inocularon muy tempranamente la idea insensata de escribir alguna vez novelas, en los de Camba se me despertó la afición por el artículo, el instinto de su forma, tan cerrada y precisa y a la vez tan abierta, porque en un artículo ha de caber, sin que se note mucho, un concentrado muy intenso de la vida y de la literatura, una breve cápsula de tiempo que será no mucho menos fugaz, en la mayor parte de los casos, que una pompa de jabón» (2008, p. 325).

 

Universidad de Granada

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BIBLIOGRAFÍA
· García Posada, Miguel. «El columnismo como género literario», en Salvador Montesa (ed.), Literatura y periodismo. La prensa como espacio creativo, Publicaciones del Congreso de Literatura Española Contemporánea, Madrid, pp. 61-76, 2003.
 · Loureiro, Ángel. «Temblor de fugacidad: la escritura periodística de Muñoz Molina», Ínsula, 703-704, pp. 40-42, 2005.
· Muñoz Molina, Antonio. Diario del Nautilus, Diputación Provincial de Granada, Granada, 1986.
· Muñoz Molina, Antonio. El Robinson urbano, Seix Barral, Barcelona, 1993a.
· Muñoz Molina, Antonio. Las apariencias, Alfaguara, Madrid, 1993b.

· Muñoz Molina, Antonio. La huerta del Edén. Escritos y diatribas sobre Andalucía, Ollero y Ramos Editores, Madrid, 1996.
· Muñoz Molina, Antonio. Escrito en un instante, Calima Ediciones, Palma de Mallorca, 1997.
· Muñoz Molina, Antonio. Pura alegría, Alfaguara, Madrid, 1998.
· Muñoz Molina, Antonio. La vida por delante, Alfaguara, Madrid, 2008.
· Perlado, José Julio. El artículo literario periodístico: paisajes y personajes, Eiunsa, Madrid, 2007.
· Valls, Fernando. «Ver de cerca. Los artículos literarios de Antonio Muñoz Molina», Cuadernos de narrativa, 2, pp. 69-92, 1997.
· Páginas web:http://antoniomunozmolina.net/ [15/03/17]