«Me decía tarde temprano, así, tarde temprano, en vez de tarde o temprano, como si al aprender a hablar español hubiese decidido que esa conjunción era innecesaria, o como si supiera que en la vida todo incidente y todo acto y todo gesto sucede demasiado tarde para alguien y también demasiado temprano para alguien más, o como si el pasado y el futuro para él existiesen no separados, no en lados opuestos de la línea del tiempo y de otra palabra, sino unidos en un mismo y cálido aliento»
Por Eduardo Halfon
Yo estaba de pie al lado de mi padre, ante el hoyo abierto en la tierra en cuyo fondo reposaba el ataúd de mi abuelo. Había un pequeño y frágil toldo de nailon negro encima del hoyo, tipo carpa, que se hamaqueaba con cada golpe de viento, y que parecía a punto de derrumbarse por el peso del agua estancada en la parte superior…