La más antigua de estas tres narraciones era Oceanografía del tedio. El origen del texto, según parece, se encuentra en una estancia que D’Ors realizó en el balneario hotel Blancafort de la Garriga. El cineasta catalán Marc Recha realizó una excelente adaptación de la novela con el título El cielo sube (1991), pero, aun así, incomprensiblemente, es esta una de las obras menos estudiadas de D’Ors. Como ha explicado Luis F. González-Cruz, «quien se acerque a la Oceanografía buscando pura anécdota, fracasará en su empeño, y lo mismo ocurrirá al que procure solo la categoría, ya que ambas se confunden, dándonos ese “orden” especial que tan bien sabe D’Ors crear». El protagonista de esta narración inolvidable es conocido como Autor, al que un innominado Doctor prescribe «tedio», chaise-longue, inacción, pausa, silencio, contemplación, reposo, lentitud, casi letargo: «Ni un movimiento, ni un pensamiento». Es un oxímoron: el activo dolce far niente. Este estatismo conlleva un cierto modo objetivista de la narración, dando un gran privilegio a la descripción espacial, intentando la captación única del instante, por parte de unos personajes que solo contemplan la realidad, solo la ven. D’Ors sabe describir muy bien la «experiencia», las sensaciones que experimenta una persona que, en una cura de reposo en el parque de un balneario, a la hora de la siesta, se encuentra en un estado de casi anulación de conciencia, similar al de los oceanógrafos que observan las profundidades marinas.

La primera versión de Magín también fue escrita en lengua catalana y, con el título de El pobre Ramon, publicada en forma de quince glosas en el periódico El Día Gráfico entre el 24 de abril y el 12 de mayo de 1921. En esta «extraña narración», el protagonista es «un tipo temeroso e infeliz, que triunfa cuando reniega de la tortura de las normas y se libra fácilmente a las tentaciones». En el prólogo, el mismo D’Ors ya avisa de que se trata de un cuento «filosófico y humorístico». Más adelante, lo califica de «fantasía ligera» y hasta de «relato de licenciosa imaginación». El gran acierto es su personaje protagonista, tan «original» como «atrayente», y la indagación sobre su mundo interior, aunque el lector no llegue nunca a identificarse con él. Se trata de una especie de confesión hablada, que se prolonga por varias horas y se produce en un café sombrío, en la que el personaje protagonista rememora los acontecimientos más importantes de su vida, las peripecias y aventuras de un alma insatisfecha.

En 1922, Eugenio d’Ors publicó en la colección La Novela Semanal El sueño es vida. Persiste todavía la duda de si existió previamente un texto original en catalán titulado El somni és vida, nunca localizado, aunque el mismo D’Ors afirma, en el prólogo a la edición de Jardín botánico de 1940, que la obra fue escrita originariamente en catalán. D’Ors transcribe los sueños de una alumna de la Escuela de Bibliotecarias llamada P. L., que el año 1916 se enamora de su director, probable alter ego o contrafigura del mismo D’Ors, que tiene cara de Goethe. La joven estudiante, soñadora, muy impresionable, no paraba de pedir en préstamo libros de historia, se emocionaba con las novelas románticas y, sobre todo, recordaba cada día los sueños de la noche anterior. Por la mañana, los transcribía, con una mezcla de sensualidad reprimida y de turbación metafísica.  La huella psicoanalítica de la narración es muy dorsiana y, al parecer, los personajes que aparecen son reales. ¿Quién sería la bibliotecaria P. L.? ¿En qué profesor se debía de fijar D’Ors, aparte de en él mismo, para retratar al personaje que, en pleno delirio, acaba crucificado? ¿Qué se debía explicar por aquellos años por la Biblioteca de Cataluña, por las oficinas del decano, por las aulas de la escuela por donde corrían las estudiantes sobre los supuestos amores con el profesor? ¿Por qué el poeta Carles Riba, que era profesor de la Escuela de Bibliotecarias, fundada por el mismo D’Ors, se indignó tanto cuando leyó El sueño es vida y la calificó de «obra idiota»?

Para Carlos X. Ardavín, El sueño es vida «es la novela arbitraria en la que D’Ors se aproxima con mayor intensidad al espíritu vanguardista de la época». El lector puede leer los sueños un tanto inconexos de la protagonista y, a la vez, el proceso de escritura de las experiencias oníricas, creando una difusa atmosfera de irrealidad que consigue objetivar al máximo el material narrativo. Lo significativo parece ser la imagen. De hecho, Carlos X. Ardavín, tras advertir la importancia del elemento visual en el texto, apunta que «la disposición del material novelesco asemeja a la de un filme. La novela está formada por un conjunto de planos (capítulos), y cada plano, a su vez, está compuesto de diversas y múltiples imágenes».

Para terminar, siguiendo un orden cronológico. Una de las más desconocidas y despreciadas obras de Eugenio d’Ors es la narración Aldeamediana, libro pesimista, dramático y reaccionario. Aunque parece lógico, su dedicatoria al mariscal Pétain y a su esposa debe alejar de inmediato, todavía hoy, a sus posibles lectores. La redacción de estas glosas, según afirma el autor en el prólogo, data del año 1932. Presentan a un pueblo francés en estado moribundo que ha perdido toda noción de los valores tradicionales: el sacristán se da a la bebida, la ciencia y la religión parecen haber desertado frente a las estructuras políticas (de ahí que no se aluda ni al maestro ni al alcalde), el cine (metáfora de la democratización del espacio público) sustituye a la iglesia como templo sagrado y, en fin, el médico del lugar se ha suicidado. El pueblo es indeterminado y el mismo D’Ors afirma que varios modelos han dado materiales a las descripciones de esta «aldea mediana» / «village moyen» que, en síntesis, adquiere, naturalmente, valor de símbolo. Para evitar que la paganización y la evolución se extiendan, D’Ors propone que solo el triunfo de la religión católica asegura el «destino» del país. Asimismo, Alfredo Sosa-Velasco, en su artículo «Genio y figura: totalitarismo, catolicismo y pensamiento antidemocrático en Aldeamediana de Eugenio d’Ors», ha sintetizado que en Aldeamediana se propone un modelo de sociedad elitista, basado en una concepción no igualitaria y pesimista del hombre, y «reivindica la sociedad del Antiguo Régimen y la necesidad de un régimen totalitario, presentando así los principios doctrinales de lo que la dictadura de Franco definirá como el proyecto nacional-católico español».

 

BIBLIOGRAFÍA

Amorós, Andrés. Eugenio d’Ors, crítico literario, Prensa Española, Madrid, 1971.

Ardavín, Carlos X. La pasión meditabunda. Ensayos de crítica literaria, San Juan / Santo Domingo, 2002.

Barrero Pérez, Óscar. «Las ficciones de Eugenio d’Ors: intento de sistematización», Oceanografía de Xènius. Estudios criticos en torno a Eugenio d’Ors (Carlos X. Ardavín, Eloy Merino y Xavier Pla), Reichenberger, Kassel, 2005.

D’Ors, Eugeni. La Ben Plantada (editado por Xavier Pla), Obra catalana completa, 5, Quaderns Crema, Barcelona, 2004.

  • Historias lúcidas (edición, selección y prólogo de Xavier Pla), Colección Obra Fundamental, Fundación Banco Santander, Madrid, 2011.

González-Cruz, Luis F. Sijé, fervor del método. El universo creador de Eugenio d’Ors, Orígenes, Madrid, 1988.

Sosa-Velasco, Alfredo. «Genio y figura: totalitarismo, catolicismo y pensamiento antidemocrático en Aldeamediana de Eugenio d’Ors», Quimera, 275, octubre de 2006, pp. 12-17.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]