El carácter localista de sus colaboraciones en Destino lo llevaba igualmente a recordar entusiasmado el haber sido el motor de la visita de varios escritores a Sitges: Eugenio Montes, Dionisio Ridruejo, Ignacio Agustí, Juan Ramón Masoliver, Álvaro Ruibal, entre otros. Glosaba, asimismo, con frecuencia su interés por la pintura catalana y su contacto con artistas como Durancamps, Serrano, Prim, Pruna o Sisquella. No se olvidaba Ruano tampoco de citar los proyectos de los amigos en los que él tenía alguna participación, como la revista mensual Entregas de Poesía, impulsada por Juan Ramón Masoliver (junto con los también poetas Fernando Gutiérrez y Diego Navarro), que publicaba íntegra, en su segundo número, su Balada de Cherche-Midi y que se encargó de una bella edición limitada de su Vía Áurea.[vii]

En el mismo sentido, no resulta extraño que la publicidad indirecta gratuita que realizaba Ruano de Sitges, tanto en la prensa barcelonesa como madrileña, resultaron no sólo en el interés constante que El Eco de Sitges, el semanario de la villa, demostraba por las cosas de Ruano —dando noticia de sus últimas novedades editoriales, glosando los sucesivos homenajes o reproduciendo los artículos que con tema sitgetano publicaba Ruano previamente en el periódico vespertino Madrid—, sino en el encargo de la guía de Sitges (Huésped del mar, 1946) para el primer número de la colección que inició La Xarmada como editorial.

Además de estas breves contribuciones en la prensa catalana, los contactos profesionales que inició González-Ruano a su llegada a Barcelona desembocaron, gracias a Galinsoga, en una de las colaboraciones más queridas por el autor en el que por aquellos años seguía siendo el diario más importante de Cataluña y de España (Guillamet, 1996, p. 22), La Vanguardia, donde llegó a escribir un total de setecientos setenta y cuatro artículos (Velázquez, 2015). González-Ruano abría su colaboración en La Vanguardia Española unos meses después de llegar a España, el 4 de febrero de 1944, con la necrológica «Viaje de Giraudoux y llanto de los mitos», donde el autor aprovechaba para referir su nueva etapa vital en costas catalanas; y finalizaba el 10 de abril de 1964, con el artículo «Otra vez Sitges», cerrando así, sin proponérselo, el ciclo en el rotativo barcelonés que había empezado veinte años atrás.

Realizó, asimismo, otras colaboraciones puntuales para revistas y periódicos barceloneses, como Solidaridad Nacional o Crítica, y escribió de manera regular para Revista. Semanario de Actualidades, Artes y Letras,[viii] fundada por Alberto Puig Palau con la estrecha colaboración de Dionisio Ridruejo, con quienes había afianzado la amistad en los años cuarenta. En ella publicó Ruano un total de sesenta y cuatro artículos, desde el segundo número, fechado el jueves, 24 de abril de 1952, hasta la última semana de junio de 1954, cuando en el número 115 apareció la última de sus colaboraciones. Los acuerdos de contribución semanal se concretaron en el inicio de una sección titulada «El personaje en su casa», con la que intentaba ofrecer un mejor entendimiento de distintas personalidades ilustres (como Josep Maria de Sagarra o el doctor Barraquer) a través del espacio íntimo y doméstico de sus casas; una primera sección que duró apenas unas semanas y dio paso a una colaboración de tipo general, a la que siguió su sección más duradera (entre el 26 de febrero de 1953 y el 6 de mayo de 1954), bajo el epígrafe de «La vida de prisa». La modulación ingrávida de los artículos de González-Ruano en Revista fue quizá lo que propició que el también colaborador del semanario José María Valverde asegurara a Ridruejo, en carta fechada en Roma el 12 de febrero de 1954, que para mejorar Revista, entre otras acciones, «habría que decapitar a todos los “estilitas”, quiero decir, a todos los que están subidos en su columna» –entre los que citaba, en primer lugar, a González-Ruano—, con el fin de «crear una o dos columnas de verdaderos “columnistas”» (Gracia, 2007, pp. 270 y 271). Seguramente, la larga amistad de Ridruejo con Ruano habría hecho embarazosa la petición de que éste abandonara el semanario, pero lo cierto es que, después de la carta de José María Valverde, Ruano sólo publicó tres artículos más en Revista, si bien la época del cese de su colaboración coincide con su propia dificultad de mantener una publicación regular, con la progresiva desaparición de Ridruejo en Revista y con el posterior abandono de Alberto Puig, anunciado en el número 130 del semanario, en octubre de 1954.

 

III
A su llegada a España, los contactos y amistades del mundo social intelectual de Barcelona le suponen a González-Ruano oportunidades de edición de su obra en volumen con las competitivas empresas editoriales Noguer, Lara, Janés, Borrás o Gustavo Gili, a cuyos impulsores ve con regularidad en sus sedes de Barcelona. Además de dar a luz las obras escritas o pensadas en París, como las mencionadas Balada de Cherche-Midi o Vía Áurea, con Entregas de Poesía, ambas de 1944, o su antología poética Poesía (1924-1944), con Montaner y Simón, Ruano publica en 1946 dos recopilaciones de novelas cortas, todas escritas en su rincón de Sitges. La vida de prisa, un conjunto de doce narraciones breves, aparecía en Ediciones Lince, mientras que El poder relativo, con seis nuevas narraciones, se convertía en la primera colaboración con el editor José Manuel Lara.[ix] La editorial Lara publicaría al año siguiente la novela presentada al Nadal, ahora ya con otro título, Imitación del amor (1947); y, una vez creada la editorial Planeta —de cuyo premio de novela sería Ruano jurado en algunas de sus convocatorias—, Lara publicó, asimismo, la novela del escritor Los oscuros dominios (1953) y su Guía de Cuenca (1956). Estaba previsto que Lara se encargara de la novela Cherche-Midi, cuyo manuscrito le fue entregado en 1946, pero, cuando Janés adquirió la editorial, se quedó también con su fondo, y en 1951 aparecería la novela bajo el sello de Janés, quien ya había reeditado, en 1948, su Baudelaire. Noguer tuvo la fortuna de hacerse con las memorias de Ruano, que publicó en 1951 y reeditó en 1957. El éxito de Mi medio siglo se confiesa a medias lo llevó, probablemente, a interesarse del mismo modo por el Diario íntimo, 1951, que salió a la luz en volumen en 1952.

Más adelante, con el artículo «Defensa de los editores», publicado en La Vanguardia el 6 de diciembre de 1959, Ruano pretendía romper una lanza en general por el oficio de editor en unos tiempos difíciles para la producción del libro y, al mismo tiempo, exponer su generoso elogio a la labor editorial en solitario del joven Rafael Borrás, tras haberse diluido la empresa con Pareja, sello de su sugestivo Libro de los objetos perdidos y encontrados, aparecido unos meses antes. A las cualidades de «buen gusto, inteligencia literaria, curiosidad y amor por la vida» que veía en Borrás, Ruano añadía la voluntad de «contribuir al éxito y nutrición de sus compañeros desatendiendo la llamada egoísta y muy natural del hoy por mí, mañana por mí, característica en la profesión de las letras donde el canibalismo y la obsesión del vedetismo están a la orden del día» («Defensa de los buenos editores», La Vanguardia, 6 de diciembre de 1959), palabras que cobran nuevos sentidos si tenemos en cuenta que Borrás acababa de publicar Memorias sin corazón, del amigo común Ramón Eugenio de Goicoechea, y estaba a punto de publicar La memoria veranea (1960), el particular salvamento del olvido por parte de Ruano de veintiséis personajes, que aparecería unos meses después.

Su integración en la vida social y cultural barcelonesa, que le ofrece colaboraciones periodísticas, ediciones y algunas charlas en instituciones más o menos oficiales de la ciudad, parece suministrarle objetivamente las necesidades básicas en su carrera literaria y, sin embargo, Barcelona representa la dualidad de ser el lugar que le proporciona ingresos y, a un tiempo, el que le permite, o le incita, a gastarlos. En 1951, al recordar su etapa sitgetana y barcelonesa, confesaba Ruano:

Con una voluntad débil y desmoralizada iba a Barcelona, por ejemplo, para cobrar mil pesetas con las que podía vivir cómodamente en el pueblo más de una semana, y en Barcelona se me enredaban las cosas. Me quedaba a dormir, vivía la noche y al siguiente día, molido y casi enfermo, regresaba a Sitges con doscientas o trescientas pesetas de aquellas mil que había cobrado (Memorias, 1957, p. 630).

 

IV
Admitía Ruano sentir una «predilección, acaso exagerada» («Barcelona, 1859», La Vanguardia, 8 de noviembre de 1959) por la zona de las Ramblas comprendida entre Canuda y Conde del Asalto; poco interesado en otros barrios altos de la ciudad, que pisaba sólo ocasionalmente,[x] allí se encontraba su «trocito barcelonés».

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