Al parecer, Estevão Fróes estuvo en 1512 en el mismo río en el transcurso de la expedición portuguesa que iba al mando de Diogo Ribeiro y que terminó bajo su dirección al morir este a manos de los indios. A su vuelta a Portugal, con los navíos en muy mal estado, Fróes se refugió en la isla Española, donde fue preso por españoles. De aquí que tengamos noticia manuscrita de sus quejas en una carta enviada al rey de Portugal. La citada carta fue descubierta por Adolfo Varnhagen en el Archivo Nacional da Torre do Tombo de Lisboa, y un fragmento de ella dice así: «[S]eñor, no quieren dictar sentencia, ni recibir la prueba de lo que alegamos, o sea, que vuestra alteza poseía estas tierras hace más de veinte años y que ya Juan Coelho, el de la Puerta de la Cruz, vecino de la ciudad de Lisboa, ya había venido por donde nosotros vinimos a descubrir y que vuestra alteza estaba en posesión de estas tierras…» (Versión española de Laguarda Trías, 1973, p. 76).[9]

Simón de Alcazaba no es mencionado ni una sola vez por Nordenskiöld o por Nowell, lo cual hace pensar que desconocían esta temprana expedición. Nowell defiende sus argumentos basándose en Ruy Díaz de Guzmán, cronista conocido por ser poco fiable en sus testimonios.[10] A pesar de todo, Nowell se percata de que las fechas que da Díaz de Guzmán son erróneas, ya que la capitanía de San Vicente –hoy Santos, Brasil– no se había fundado aún y que Sousa –o Sosa– no llegó al Brasil hasta 1531. Igualmente afirma que, según fuentes incaicas, el líder inca que estaba en el poder a la llegada de Alexo García era Huayna Cápac y que este murió en 1526. Por lo tanto, la llegada de estos portugueses debió de ser anterior. Escribe Novell (1946, p. 454), equivocando algunos datos:

Aleixo [Alejo] y sus camaradas portugueses fueron originalmente miembros de la expedición de Juan Díaz de Solís. Este abandonó España en 1515 y exploró el Río de la Plata, que durante algunos años a partir de entonces los españoles generalmente denominaron Río de Solís. El líder se perdió en una pelea con los indígenas en la costa de Uruguay y sus barcos regresaron. Mientras navegaban hacia el norte, un barco naufragó frente a la isla brasileña de Yuru minrin (Santa Catalina) y quedaron dieciocho supervivientes, quizá en la isla o quizá en el puerto de los Patos, a poca distancia en tierra firme. Entre ellos estaban Aleixo Garcia y otros tres a quienes conocemos por su nombre: Enrique Montes, Melchor Ramírez y un mulato llamado Pacheco. Con la excepción de Ramírez, en casi todos los documentos se describen como portugueses. Aunque Solís había comandado una expedición española, él mismo era portugués, y no es sorprendente encontrar a sus compatriotas sirviendo en un número considerable en su flota.[11]

Nordenskiöld piensa que Pizarro y sus compañeros no llegaron a los límites más septentrionales del Imperio inca antes de 1526, y que él y sus compañeros no fueron los primeros europeos en cruzar la frontera de aquel «poderoso reino», que esa hazaña correspondería a Alexo García. Según Nordenskiöld (1917, p. 119), «la “armada” con la que llegaron los portugueses y saquearon las fronteras del Imperio inca fue, según Luis Ramírez, la de Cristóbal Jaques. Este es un hombre de cuyos viajes, lamentablemente, parece que sabemos muy poco».

Charles Nowell piensa que esta leyenda tiene que ver con uno de los miembros supervivientes de la expedición de Juan Díaz de Solís, dando por hecho, sin facilitarnos el dato, que Juan Díaz de Solís era portugués.[12] Sin embargo, fuentes de información fiables del siglo XVI encontradas en el Archivo de Provincial de Sevilla lo hacen «vecino» de Lepe (Huelva).  Así, en el «Asiento con Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís» se recoge: «Las cosas que yo mande asentar con vos viçente yañes pinçon vezino de moguer e juan diaz de solis veçino de lepe mis pilotos y de lo que abeis de hazer en el viaje que con la ayuda de nuestro señor… ».[13] Si bien es cierto que la distancia entre el pueblo de Lepe y Portugal no es mucha y que muchos vecinos de ambas partes del río Guadiana eran parientes, en este caso hay que decir que Solís no era portugués.[14]

Algo parecido a lo que Nowell (1946, p. 454) hizo con Alexo García y su insistencia en bautizarle portugués sin darnos ningún dato: «They are described in nearly all the documents as being Portuguese». La confusión puede venir de una mala lectura de un fragmento de la relación de Juan de Mori, que Nowell no tuvo la oportunidad de ver, pero otros sí. La  «Relación de Alonso veedor sobre la armada de Simón de Alcazaba», de 1536, nos informa de que Alexo García era herrero de profesión: «E asy mesmo prendieron a un Falcon de Lebrixa e a un criado de Pabon de Xerez e asy mesmo prendieron la tierra adentro que no pudieron ser avidos Anton de Baena vecino de Trebuxena e otro Diego Ximenez e Anton Martinez e asy mesmo a un Alejo Garcia herrero».[15] Más adelante, en la misma relación, se relatan las espantosas muertes de los oficiales a manos de los rebeldes y como a Alexo García le condenaron a un destierro de diez años:

Y en brebe tiempo ficieron justicia e los sentenciaron e degollaron a los capitanes e los pronunciaron por traydores e asy mysmo sentenciaron a Chaos e Ortiz cabos de escuadras e Pedro de Caraça[16] e Diego del Rincon alferez que fuesen ahorcados e les echasen sendas pesgas [pesas] a las gargantas e los echasen a fondo; asimismo aforcaron de la entena de la nao a Benyto Falcon de Lebrixa e a Juan Gallego criado de Pavon e al alguacil que avia nombre[17] Alexo Garcia, que avian elegido los dichos[18] capitanes a[19] que quedase desterrado en esta tierra por diez años e proçedieron contra los ausentes que eran los que fuyeron (Fol. 6r.).[20]

Por lo tanto, la situación de Alexo García cobra sentido al saber que estuvo desterrado diez años por esas tierras y no es de extrañar que fuese él quien viese las famosas cataratas del Iguazú, años antes que Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Sin duda tiene mucho mérito la supervivencia de Alexo García, entre otras cosas porque el mismo manuscrito del veedor Alonso nos informa de que ese destierro equivalía a una sentencia de muerte por la enorme dificultad que suponía sobrevivir en tierra tan áspera: «[E]n este dia [17 de junio] el maestre de la nao capitana y sus consortes sentenciaron al capitan Rodrigo Martinez e a Nuño Alvarez portogues e al dicho[21] Alexo Garcia a que quedasen desterrados en el dicho puerto de los leones en tierra firme por diez años donde sy dios no los remedia[22] sera por toda su vida por razon de la mala tierra e no tener que comer y ser ynabitable».[23]

La «Relación de Hernando Ribera», de apenas tres páginas y escrita al final de los Comentarios, no está incluida, ni mucho menos, de forma gratuita por el escribano de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Pero Hernández. Dudo incluso que el autor fuese el mismo Hernando de Ribera o que este tuviese la oportunidad de llegarla a ver y mucho menos contrastar la información. La inclusión de alusiones a metales preciosos o de pasajes revestidos de fábula, ya sea sobre las Amazonas o el Dorado, era un acicate para que estos testigos presenciales contasen con una serie de prerrogativas sobre dichas tierras frente a otros conquistadores que debían esperar su turno. Sin embargo, no todos encontraron Imperios como el azteca o el inca, aunque todos los tuviesen en su imaginación y ninguno se resignase a que los reinos ya encontrados por otros fueran los únicos con semejante cúmulo de riquezas. Esto era lo que la Corona quería oír y esto era lo que los conquistadores ofrecían en sus crónicas. Casi al final de sus Comentarios, escribe Cabeza de Vaca (1555, fol. 142 r.):

Y que delante de las poblaciones que están pasados los pueblos de las mujeres, hay otras más grandes poblaciones de gente, los cuales son negros, y a lo que señalaron tienen barbas como aguileñas, a manera de moros. Dijeron que porque los habían visto sus padres y se lo decían otras generaciones comarcanas a la dicha tierra, y que era gente que andaban vestidos, y las casas y pueblos tienen de piedra y tierra, y son muy grandes, y que es gente que posee mucho metal blanco y amarillo, en tanta cantidad que no se sirven en otras cosas en sus casas de vasijas ollas y tinajas muy grandes y todo lo demás.[24]

Todos estos conquistadores tenían la misma meta y era la de encontrar ese mítico reino donde abundaban el oro y la plata. En varios casos estos aventureros no respetaron las clausulas pactadas con la Corona en las capitulaciones hechas a tal efecto, como ocurrió con Sebastián Caboto y Cabeza de Vaca, que, sin embargo, tampoco pudieron disfrutar de tan ansiada riqueza. Ese reino que buscaban sí existía pero se encontraba al otro lado de la cordillera de los Andes y era el Tahuantinsuyo, el extensísimo Imperio de los incas, que finalmente conquistaría Francisco Pizarro.

Toda la evidencia acumulada –tanto escrita como arqueológica, y a la que más recientemente se ha unido la genética– lleva a deducir que desde siempre las embarcaciones han navegado entre continentes a lo largo de las diferentes épocas históricas, iniciándose probablemente con los cartagineses, con desplazamientos y desvíos provocados por tormentas, y por último con las navegaciones de embarcaciones portuguesas que profundizaban en el Atlántico haciendo «a volta da Mina» y que terminaban, por accidente o empujadas por las corrientes y vientos, en las costas del Brasil. No resulta descabellado pensar que los supervivientes de dichas travesías e incluso sus descendientes, los famosos «reyes blancos» y «hombres barbados», lograsen sobrevivir en esas nuevas tierras, convirtiéndose en herederos de la temprana presencia de otros pueblos en el continente americano.[25]

 

NOTAS

[1] Véase, Donald W. Hemmingway and David W. Hemmingway, The Beared White God of Ancient America: The Legend of Quetzalcóatl, de los mismos autores, Ancient America Rediscovered. Igualmente, Graham, Hancoc, Fingerprints of the Gods: The Evidence of Earth’s Lost Civilization. Para el equivalente en la cultura preincaica, ver: «Viracocha», según autores como Juan de Betanzos, Inca Garcilaso de la Vega, Pedro Sarmiento de Gamboa, Pedro Cieza de León, etcétera

[2] [La traducción es mía]. En el original: «Unlike the Franciscans, some friars of other religious orders such as the Dominicans, Augustinians, and Jesuits maintained a diffusionist rather than a millennial approach, arguing that the New World had already been preached to by Saint Thomas, one of the apostles whom Jesus sent to evangelize the world. These friars found several significant similarities between Christian and indigenous religious practices, such as the use of the cross, fasting, and self-sacrifice. Based on these similarities, they argued that the New World had already been preached to, even before the conquest, by a Christian missionary».

[3] [La traducción es mía]. En el original: «When the Spanish adventurers Irala, Ayolas, Cabeza de Vaca, and Nufrio [sic] de Chaves explored the Paraguay and traversed the Chaco, they fully realized that another white man had preceded them and that they were but following his trail. The true pioneer in that region in the early sixteenth century was Aleixo Garcia, whom all evidences agree was a Portuguese. History has found but little place for Aleixo. His has been a phantom figure, regarded by some as legendary. Well-known writers have ignored his existence, or, if they acknowledged it at all, have passed him by as an adventurer of small importance. Others have disposed of him in a single line or relegated him to a footnote».

[4] Lo mismo ocurre con la palabra guareni.

[5] En las listas de «Pasajeros a Indias» de esos años aparecen varios pasajeros con el mismo nombre.

[6] En la relación de Juan de Mori sobre la expedición que llevó a cabo Simón de Alcazaba a la provincia de León, pasando por el estrecho de Magallanes, escrita en Santo Domingo el 20 de octubre de 1535, se menciona a estos supervivientes. Alcazaba salió de Sanlúcar de Barrameda el 21 de septiembre de 1534 y llegó a Santo Domingo en agosto de 1535. En esta relación consta la muerte acaecida a Simón de Alcazaba, así como su encuentro con unos portugueses que habían llegado 25 años antes que ellos al Brasil (1509-1510). En la relación del veedor Alonso también se cuentan los pormenores de las masacres ocurridas y se proporciona información adicional sobre Alexo García.

[7] «Relación de Juan de Mori: expedición de Simón de Alcazaba» (Archivo General de Indias, Patronato, 45, R.19, fol. 6v.).

[8] «Alejo García, hijo de Baltasar García y de Juana Martín, vecinos de Paredinas [sic ¿por Paradinas?]. Pasó con Simón de Alcazaba» (Archivo General de Indias, Contratación, 5536, L.5, fol. 19v [3]).

[9] Véase mi trabajo Carta de Luis Ramírez a su padre desde el Brasil (1528).

[10] Véase mi trabajo «El gran burlador de América» (Maura, 2011, p. 122).

[11] [La traducción es mía]. «Aleixo [Alejo] and his Portuguese comrades were originally members of the Juan Díaz de Solís expedition. This, left Spain in 1515 and explore the Río de la Plata, which for some years thereafter the Spaniards generally termed Río de Solís. The leader was lost in an Indian fight on the coast of Uruguay and his ships returned. As they sailed northward, one vessel was wrecked off the Brazilian island of Yuru minrin (Santa Catherina) and eighteen survivors remained, perhaps on the island and perhaps at Puerto de los Patos a short distance away on the mainland. They included Aleixo Garcia and three others whom we know by name; Enrique Montes, Melchor Ramírez, and a mulatto called Pacheco. With the exception of Ramírez, they are described in nearly all the documents as being Portuguese. Though Solís had commanded a Spanish expedition, he was Portuguese himself, and it is not surprising to find his countrymen serving in considerable numbers in his fleet».

[12] Gran parte de la información presentada por Nowell (1946) aparece ya en un artículo anterior de Nordenskiöld (1917).

[13] «Asiento con Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís» (Archivo General de Indias, Indiferente, 415, L.1, fols. 5r.-7v.).

[14] Lo que sí he podido confirmar en la documentación del Archivo Histórico de Protocolos de Sevilla es que aparece repetidamente como «vecino de Lepe» (Huelva). Veamos un ejemplo: «Libro del año: 1508. Oficio: IV. Libro III. Escribanía: Manuel Segura. Folio: Principio de legajo: Fecha: 3 de junio. Asunto: Pedro de Ledesma, piloto de sus Altezas, vecino de Salamanca, se obliga a pagar a Juan Díaz de Solís, piloto, capitán de sus Altezas, vecino de Lepe, 10.000 maravedís que le debía, de los 12.500 en que le vendió la cuarta parte del navío San Miguel, con sus aparejos, etcétera, siendo el resto de dicha nao propiedad de Díaz de Solís» (Catálogo de los Fondos Americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, vol. 1, doc. 389, pp. 102-103). Cristóbal Colón era igualmente «vecino» de Sevilla (Catálogo de los Fondos Americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, vol. 7, doc. 1, p. 1). Lógicamente, «ser vecino» o residente en un lugar no conllevaba haber nacido –«ser natural»– del mismo.

[15] «Relación de Alonso Veedor sobre la armada de Simón de Alcazaba» (1536). Archivo General de Indias,  Patronato, 45, R. 18. Fol. 5 v.

[16] Las transcripciones que hace de estos dos documentos José Toribio Medina (1889, pp. 316-349) en la Colección de documentos inéditos para la historia de Chile 1518-1818 no siempre se corresponden con el manuscrito original e incluso a veces hay omisiones de palabras. Así, por ejemplo, al revisar el manuscrito original, comprobé que en la página 340 Medina utiliza la palabra «Yazara» (Pedro de Yazara), en lugar de «Pedro de Caraça». Al parecer «Caraça» o «Caraca» es una palabra portuguesa con varias acepciones. Dos palabras más adelante, Medina omite el rango de «alferez» de Diego de Rincón y añade la preposición «a». «Pedro de Yazara é Diego del Rincón á que fuesen ahorcados», mientras en el manuscrito original puede verse: «Pedro de Caraça e Diego del Rincon alferez que fuesen ahorcados… » (Archivo General de Indias, Patronato, 45, R. 18, fol. 6r.).

[17] En la transcripción de Medina incluye un «por» antes de «nombre», que en el original no existe.

[18] «Dichos», omitido en la transcripción de Medina.

[19] «A», omitido en Medina.

[20] Archivo General de Indias, Patronato, 45, R. 18, fol. 6r.

[21] «Al dicho»: omitido en Medina (1889, p. 341).

[22] «No lo remediaba» en Medina (1889, p. 341). «Si dios no los remedia» en el manuscrito original (fol. 7r.).

[23] «Relación de Alonso Veedor sobre la armada de Simón de Alcazaba» (1536) (Archivo General de Indias, Patronato, 45, R. 18, fols. 6v. y 7r.).

[24] En referencia a la presencia de «negros» en la América precolombina, véase: Africa vs. América. La fuerza del paradigma (Álvarez de Toledo, 2010, pp. 44-54).

[25] Véase mi trabajo «Cartagineses en América según los cronistas españoles de los siglos XVI y XVII» (Maura, 2017, pp. 359-388).