Vitrina Plinio

Siglo I d.C.

Un almacén de prodigios

Por qué se llama mundo. 

Cuál es la causa de los ríos.

Quiénes vuelven a vivir después de muertos.

Si los peces respiran, si duermen, si hablan.

Por qué es salado el mar.

Qué animales no aprenden nada.

Por qué hay bestias feroces. 

Qué árboles envejecen rápido.

Qué flores existían en Troya. 

Si las abejas tienen hambre.

Por qué llueven piedras.

Qué vino tomaban los antiguos.

Para qué sirve la navegación. 

Para qué sirven los concursos de pintura.

Quién fue el primer médico de Roma.

Cuándo prohibió el Senado la inmolación de humanos. 

Sigue una lista infinita de asuntos, acompañada de un arsenal de remedios contra todo tipo de males: las mordeduras de perro, los vómitos, las supuraciones, las hemorroides, los callos, el apetito sexual, y las alucinaciones. 

Este desfile triunfal de prodigios –clasificados en Naturalia, Coelestia y Elementa—figura en un monumento compuesto por 36 libros, que Plinio denominó Naturalis Historia.