«Me interesa cuando la narrativa no se abandona al argumento y propone un ritmo propio, una musicalidad que pesa tanto como lo narrado»
Ana Negri (Ciudad de México, 1983) es escritora, editora y doctora en Estudios Hispánicos. Fue becaria del programa Jóvenes Creadores del Fonca. Recientemente editó y prologó Cuerpo contra cuerpo, de Margo Glantz (Sexto Piso, 2020) y Por los pueblos serranos, de Ada María Elflein (UNAM, 2021). Forma parte de la antología de relatos Mexicanas II (Fondo Blanco, 2022) y ha colaborado con ensayos, crónicas y relatos en publicaciones como Oculta Lit, La Tempestad, Latin American Literature Today, Revista de la Universidad de México, Reporte Sexto Piso, entre otras.
Los eufemismos (Antílope, México, 2021), su primera novela, se editó también en Chile (Los Libros de la Mujer Rota, 2020) y en España, Argentina, Uruguay y Costa Rica (Firmamento, 2022); ha sido traducida al francés (Éditions Globe, 2022) y próximamente se publicará la traducción al inglés (Charco Press).
¿Puedes hablarnos de tus obras publicadas hasta el momento: qué tipo de libros se tratan, dónde los has publicado, qué temas abordan?
Mi primera novela, Los eufemismos, gira en torno al desarraigo de las segundas generaciones del exilio en México tras la última dictadura militar en Argentina, así como las consecuencias del trauma y los vínculos personales. La voz narrativa acompaña a Clara, la protagonista, en su intento por completar los trámites que le faltan para obtener la reparación histórica, lo que detona una revisión de su pasado y del de su madre. La estructura de la novela es fragmentaria y va cargada también de cierto humor ácido necesario para sobrellevar las tensiones del relato. Los eufemismos se publicó en Chile (Los libros de la mujer rota, 2020), en México (Antílope, 2021) y recientemente la editó Firmamento para España, Argentina, Uruguay y Costa Rica; también fue traducida al francés bajo el título Ce que tomber veut dire (Globe, 2022).
También publiqué relatos, ensayos y crónicas en distintas publicaciones periódicas y antologías de México y otros países. Edité y prologué Cuerpo contra cuerpo, de Margo Glantz (Sexto Piso, 2020) y Por los pueblos serranos, de Ada María Elflein (UNAM, 2021).
¿Cuáles son tus autores de cabecera: quiénes te influyeron más en tus comienzos? ¿Puedes citar algún autor o autora que hayas tratado de tomar como modelo?
De chica me leían poesía: César Vallejo, León Felipe, se oía mucho a Serrat en casa y yo pedía a María Elena Walsh. En la escuela, leíamos a Allan Poe, a Horacio Quiroga y a Bradbury. En la carrera leí a Sor Juana y conocí la obra de Nelly Campobello y de Elfriede Jelinek. Pero creo que fue encontrarme con la obra de Alejandra Pizarnik lo que me llevó a querer escribir algo más que mis libretas personales. Leer en paralelo el registro de su lucha constante con el lenguaje en sus diarios y su poesía fue clave para iniciar mi propia batalla.
Como autora de narrativa, ¿qué innovaciones encuentras en los libros editados en los últimos años: qué tendencias te interesan más y cuáles crees que representan mejor tu trabajo?
Me interesan las obras en las que el trabajo con el lenguaje hace explícito el rodeo de un abismo y cuando la narrativa no se abandona al argumento y propone un ritmo propio, una musicalidad que pesa tanto como lo narrado. El trabajo con los personajes también me parece esencial: un personaje involuntariamente estereotípico o incongruente consigo mismo me saca de quicio.
Actualmente, abundan libros donde se produce la mezcla de géneros, en que la novela, el ensayo y el testimonio personal se confunden, etc. Tú has publicado novelas y ensayos, entre otros textos. ¿Crees que esta discusión acerca de la naturaleza de los géneros se ha dado siempre, o se está manifestando ahora con mayor intensidad?
Siempre pienso en Ricardo Piglia cuando se habla de realidad y ficción como opuestos. Él consideraba la ficción como el espacio de lo posible y lo posible no es ajeno a la realidad, más bien una puerta de entrada en ella, un detonador. Sobre la mezcla de géneros: a fin de cuentas es el origen de la novela moderna. ¿No inserta Cervantes relatos, cartas, hasta una obra de teatro en El Quijote? En cuanto al testimonio personal y la ficción, soy de la idea de que toda escritura es autobiográfica, lo que varía es la forma como la trabajamos.
Entre los escritores y escritoras en lengua española de las últimas décadas, ¿quiénes crees que están abriendo puertas a la necesaria renovación y de qué manera? ¿Qué propuestas te interesan más?
Sigo de cerca lo que hacen Federico Falco, Daniela Tarazona y Fernanda Trías. En Falco encuentro un manejo del ritmo magistral, una habilidad particular para trabajar la postergación y la sorpresa; la obra de Tarazona es un puente entre universos en el que los puntos cardinales juegan al juego de las sillas y las palabras aprovechan el desconcierto para apoderarse del mundo. Lo de Trías es potentísimo también, en su escritura la sugerencia multiplica el alcance de lo dicho de manera aparentemente simple y el resultado es arrollador.
¿Puedes hablarnos de tus proyectos en marcha: qué estas escribiendo y qué clase de libro crees que resultará?
Ahora mismo estoy en Buenos Aires para presentar Los eufemismos en la Feria del Libro y me resulta un lugar ideal para desarrollar un proyecto de novela al que llevaba tiempo dándole vueltas. No suelo adelantar mucho sobre lo que estoy escribiendo, pero la figura del río no ha dejado de ser esencial en lo que tengo escrito y en cualquiera de los caminos que voy ensayando.