El desencanto de Galdós arranca de la raíz misma del sistema político, del régimen de partidos turnantes —conservador y liberal— instaurado por la Restauración borbónica. Verdadera feria de fatuidades y palabrería, en la que sólo salva el «verbo soberano de Castelar» (Pérez Galdós, 2011b: 1093). Seguimos en la actualidad, más de cien años después, tratando de salvar la dicotomía de los dos grandes partidos que han gobernado España desde la transición. El diagnóstico del revolucionario Segismundo García Fajardo dirigido a Tito Liviano es demoledor:
—Ni tú ni yo, querido Tito, podemos esperar nada del estado social y político que nos ha traído la dichosa Restauración. Los dos partidos, que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos… Si nada se puede esperar de las turbas monárquicas, tampoco debemos tener fe en la grey revolucionaria (Pérez Galdós, 2011b: 1094).
Los dardos de la afilada crítica galdosiana también apuntan a la frivolidad y caudalosa palabrería de la prensa, fiel espejo de la sociedad de la época, y de la que era buen conocedor Galdós. Crítica que ofrece más de una similitud con algunas cabeceras de la prensa actual:
¡Delicioso país este rincón occidental de Europa! Da grima leer la prensa […] Todos los periódicos llenaron columnas y columnas con los piques de este general y aquel obispo, con las conferencias y cabildeos entre los agraviados y el jefe superior de Palacio o el presidente del Consejo de Ministros, para domesticar a las fieras de la vanidad (Galdós, 2011: 1092).
Galdós era consciente que los tiempos bobos de la Restauración con su política de partidos dinásticos turnantes habían traído la ansiada paz al país pero a costa de una parálisis progresiva, de una verdadera caquexia política y social. En ese sentido, hay que interpretar las palabras de Mariclío, musa de la historia, a lo largo del último capítulo del mencionado episodio, como el verdadero manifiesto ideológico del Galdós desencantado y pesimista con respecto a las nulas posibilidades de regeneración de la sociedad y la política española de aquellos tristes años. Esperanzas de regeneración social y espiritual que —imbuido del ideario de Francisco Giner— Galdós había albergado todavía con mesurado entusiasmo a la altura de 1903, en el artículo «Soñemos alma, soñemos», pórtico del primer número de la revista Alma Española:
Trabajaremos metódicamente con el despabilado pensamiento, o con las manos hábiles, atentos siempre a que esta pacienzuda labor nos lleve a poseer cuanto es necesario para una vida modesta y feliz, con todo lo que la sostiene y vigoriza, con todo lo que la recrea y embellece. Opongamos briosamente este propósito al furor de los ministros de la muerte nacional, y declaremos que no nos matarán aunque descarguen sobre nuestras cabezas los más fieros golpes; que no nos acabará tampoco el desprecio asfixiante; que no habrá malicia que nos inutilice ni rayo que nos parta. De todas las especies de muerte que traiga contra nosotros el amojamado esperpento de las viejas rutinas, resucitaremos (Galdós, 1903: 1).
Galdós apela una vez más al esfuerzo del hombre, tanto intelectual como manual, a su labor callada, anónima, como miembro responsable de la colectividad, en una verdadera defensa de la historia interna o intrahistoria de los pueblos que aspiran, mediante el esfuerzo y el trabajo, a regenerarse y a progresar:
Del Estado se espera cada día menos; cada día más del esfuerzo de las colectividades, de la perseverancia y agudeza del individuo. Detrás, o más bien debajo de la vida enteca del Estado, alienta otra vida que remusga y crece y adquiere savia en las capas internas.
[…] Debajo de esta coraza del mundo oficial, en la cual campan y camparán por mucho tiempo figuras de pura, quizás necesaria, representación, y la comparsa vistosa de políticos profesionales, existe una capa viva, en ignición creciente, que es el ser de la nación, realzado con débil empuje todavía, por la virtud de sus propios intentos y ambiciones, vida inicial, rudimentaria, pero con un poder de crecimiento que pasma (Galdós, 1903: 2).
En todos estos argumentos que subrayan continuamente las relaciones dialécticas entre la sociedad y la novela, considerada ésta como fiel espejo, radica la actualidad y la vigencia de la monumental obra narrativa de Galdós. Porque, en definitiva, el objetivo de Galdós había sido contar las historias de la historia, cuestión esencial en cualquier período del siglo xx y del xxi.
BIBLIOGRAFÍA
· Aramburu, Fernando (2015): Las letras entornadas, Tusquets, Barcelona.
–. (2016): Patria, Tusquets, Barcelona.
· Balzac, Honoré (1969): «Avant-propos» a La comedia humana, Carlos Pujol, ed., Vergara, Barcelona, pp. 145-159.
· Delibes, Miguel (1964): Obras Completas, t. i, ii, iii y iv, Destino, Barcelona.
–. (2019): El hereje (Mario Crespo López, ed.), Cátedra, Madrid.
· Mendoza, Eduardo (1975): La verdad sobre el caso Savolta, Seix-Barral, Barcelona.
–. (1986): La ciudad de los prodigios, Seix-Barral, Barcelona.
· Pardo Bazán, Emilia (1891): «Ángel Guerra», Nuevo Teatro Crítico, año I, núm. 8, España editorial, Madrid, pp. 19-63.
· Pérez Galdós, Benito (1903): «Soñemos alma, soñemos», Alma Española (8 de noviembre de 1903), ed. Patricia O’Riordan, Turner, Madrid.
–. (1982): Memorias de un desmemoriado, Obras completas, t. iii, Aguilar, Madrid, pp. 1430-1472.
–. (1972): «Observaciones sobre la novela contemporánea en España», Revista de España, Ensayos de crítica literaria, Laureano Bonet, ed., Península, Barcelona, pp. 115-132.
–. (1972): «La sociedad presente como materia novelable», Ensayos de crítica literaria, Laureano Bonet, ed., Península, Barcelona, pp.175-182.
–. (2011): Cánovas, Episodios Nacionales, Quinta serie, ed. Yolanda Arencibia, prólogo de Ángel Bahamonde Magro, Cabildo de Gran Canarias, Las Palmas
–. (2011): Episodios nacionales (Ermitas Penas, ed.), Biblioteca Castro, Madrid.
–. (2016): Marianela (Marisa Sotelo, ed.), Penguin, Barcelona
–. (2018): Fortunata y Jacinta (Marisa y Adolfo Sotelo eds.) Penguin, Barcelona.
· Senabre, Ricardo (1998): «El hereje. Miguel Delibes», El Cultural de El Mundo, 1, 8 de noviembre.
· Shomaker, William H. (1972): Los artículos de Galdós en «La Nación», Ínsula, Madrid.
· Sotelo Vázquez, Adolfo (2015): «Rafael Chirbes reivindica a Galdós», Siglo xxi. Literatura y Cultura Españolas, 13, pp. 39-50.
· Sotelo Vázquez, Marisa (2013): «La quijotesca historia de Grisóstomo y Marcela. Hipotexto de La campaña del Maestrazgo de Galdós», Recreaciones quijotescas y cervantinas en la narrativa, Carlos Mata Induráin (ed. Lit.), pp. 313-324.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]