POR RODRIGO BLANCO CALDERÓN

@ Lara Lanceta

«Ese hombre lleva sin levantar la cabeza del portátil desde que hemos salido de Madrid. Y eso que es un AVE de exasperante lentitud con parada en todas las estaciones posibles en su camino a Málaga». Así comienza La buena suerte (Alfaguara, 2020), la novela de Rosa Montero que narra la historia de un arquitecto exitoso, que de pronto decide bajarse del tren para comenzar una nueva vida. En Málaga lo esperarán en vano los anfitriones de La Térmica, donde debía dictar una conferencia.

Como una versión de este personaje, aunque con mucha menos fama y dinero, tomé un vuelo de París a Málaga el primero de diciembre de 2018. Sin oportunidad ni tentación de «bajarme» a medio camino, llegué a esta ciudad guiado por y en busca de mi buena suerte. Pero, ¿por qué no Barcelona o Madrid? Cuando los amigos vienen a Málaga y perciben el cielo despejado, la belleza del paisaje, el cálido clima, la liviandad contagiosa de los malagueños, el olor irresistible de unos boquerones al espeto, entienden. Y más allá de esta visión de postal, está la otra gran razón que me trajo hasta acá: la vigorosa vida cultural de la ciudad. Uno de cuyos núcleos es, precisamente, La Térmica, un antiguo hospicio reconvertido en un espacio donde se realizan exposiciones, presentaciones de libros y conferencias.

Este año, La Térmica estrenó un sello editorial con un título maravilloso: Excéntricos en la Costa del Sol, coescrito por José Luis Cabrera y Carlos G. Pranger, con ilustraciones de Cintia Gutiérrez. El libro es una enciclopedia de visitantes ilustres y no tan ilustres que ha tenido la región. Entre ellos, Brigitte Bardot, Ernest Hemingway y John Lennon. Esta obra permite reconstruir el momento cuando la Costa del Sol era «la meca del mundo». Los lugares principales de interés eran balnearios como Torremolinos y Marbella. Una época en la que recalar en estos rincones era todavía un lujo y una excentricidad.

Coincidiendo con el inicio del siglo XXI, y la de mano del alcalde Francisco de la Torre, la ciudad de Málaga ha experimentado en los últimos veinte años una transformación que ha impresionado a propios y ajenos, convirtiéndola en un punto indispensable de paso para turistas, empresas, inmigrantes y escritores. Málaga está llena de poetas, narradores, ensayistas y traductores de primer nivel. Su nutrido circuito de librerías brinda ocasión de encontrarse con los autores, o con sus obras o con la que esté buscando el lector más melindroso. Me ha pasado más de una vez que determinado título específico que estoy buscando, alguno, incluso, descatalogado, lo encuentro en la librería de mi barrio.

Además de tener adonde ir, Málaga me ha permitido tener un lugar donde estar. Ha sido aquí que al fin he tenido eso que Virginia Woolf reclamaba para las mujeres escritoras, pero que en estos tiempos también suele ser esquivo para los hombres por igual: un cuarto propio para escribir. Una habitación específica, dentro del hogar, para escribir.

Por ironías y contrapesos de la vida, la habitación propia me ha absorbido hasta el punto de que apenas conozco la ciudad de Málaga y mucho menos la provincia. En momentos de euforia me siento como los beats en su etapa parisina, que en todo ese tiempo hicieron un universo de unas cuantas calles alrededor del número 9 de la rue Gît-le-Coeur.

De seguir así, solo espero escribir una obra que justifique encerrarse mientras afuera está el paraíso. Si mi buena suerte me acompaña, quizás mi nombre se incorpore a una futura recopilación de excéntricos atraídos por el Sol. 


Rodrigo Blanco Calderón. (Caracas, 1981) Escritor venezolano. Ha publicado los libros de cuentos Una larga fila de hombres (Monte Ávila, 2005), Los Invencibles (Random House Mondadori, 2007), Las rayas (Punto Cero, 2011), y Los terneros (Páginas de Espuma, 2018). En 2007 fue seleccionado por el Hay Festival para formar parte de la primera edición de Bogotá 39. En 2013 fue escritor invitado del International Writing Program de la Universidad de Iowa. En 2016 publicó su primera novela, The Night, en la editorial Alfaguara, con una excelente recepción que le ha valido elogiosas críticas, diversas traducciones y varios premios internacionales, como el «Rive Gauche à Paris a la mejor novela extranjera», en 2016; el Premio de la Crítica en Venezuela, a la mejor novela, en 2018; y el premio III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, en 2019. En 2021, Alfaguara publicó Simpatía, su segunda novela. Vive en Málaga, España.

 

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