En paralelo, se desarrolló un Plan para la revitalización del Centro Histórico de La Habana Vieja que, por sus méritos, el 14 de diciembre del 1982, el Comité Intergubernamental de Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la UNESCO, la declaró, y a su sistema de fortificaciones, Patrimonio de la Humanidad.

A partir de la década de los años noventa, causado por la caída del campo socialista, se inició un proceso de franco deterioro de la economía cubana, al que se le ha dado en llamar «periodo especial». Este periodo trajo consigo un detenimiento en el desarrollo del país y, por tanto, las construcciones que hasta el momento se habían intensificado decayeron grandemente.

Entre muchas acciones a escala urbana que se comenzaron a desarrollar, se activó el desarrollo y proyección de parques urbanos a escala de ciudad.

Se intentó, a partir de unir los cinco grandes parques existentes en La Habana, favorecer la reanimación de los mismos, uniéndolos para conformar el gran Parque Metropolitano. Una buena parte de este parque se bordea por el río Almendares. La flora que en él se desarrolla es un fuerte atractivo, por lo que se considera como zona de protección desde el punto de vista medioambiental por la importancia de la misma.

Los parques activaron la atracción por el cuidado y el fomento del conocimiento sobre la flora y la fauna. En ellos se planificaron, y se mantienen hasta la actualidad, un grupo importante de actividades para el aumento del conocimiento y el intercambio con la comunidad. De este modo, se ha favorecido el principio de la Revolución de fortalecer el conocimiento y la preparación cultural de la sociedad.

En la década de los noventa, como se mencionó anteriormente, se profundizaron los problemas económicos y, por tanto, se incrementó el déficit de viviendas existente, por esta razón en la ciudad se comenzó un movimiento por la construcción de edificaciones que se dedicaran a viviendas. Ante las carencias financieras se construyeron los asentamientos bajo el nombre de «movimiento de bajo consumo material y energético». Las urbanizaciones se realizaban fundamentalmente por parte del estado y se combinaron con la construcción de viviendas por esfuerzo propio. La calidad de la ejecución decayó grandemente debido al desconocimiento técnico, en ocasiones por parte de los individuos asociados a la ejecución de las obras así como la carencia de personal especializado para la supervisión de las obras y, en otros casos, por la baja calidad de los materiales usados para la construcción.

Por múltiples razones pero, sobre todo, por la económica, a partir de 1990 y en pleno periodo especial, el gobierno central del país decidió dotar a la Oficina del Historiador de instrumentos, para poder desarrollar el proceso de rehabilitación y de recuperación del centro histórico de forma autofinanciada e integral. El principio desarrollado tenía como principal objetivo que el modelo fuera económicamente rentable y ambientalmente sostenible.

La población siempre ha tenido y ha demostrado un gran arraigo por el lugar donde vive, es por ello que todas las acciones que se proyectaron por la oficina de proyectos de La Habana Vieja y del historiador de la ciudad fueron encaminadas como objeto fundamental a mantener la mayor parte de la población que fuera posible en el sitio territorial declarado como Centro Histórico, preferiblemente en el edificio y/o la manzana donde radicaban en su origen.

Se conformaron planes de reubicación en zonas periféricas y dentro de la ciudad. Se recuperaron edificios para dar servicio al turismo y con las ganancias obtenidas se emplearon los fondos para la reparación de las viviendas existentes. También se organizaron formas de abastecer a la población local de manera que contara, y cuenta, con servicios especiales de atención priorizada dentro del territorio. Además, con la gran actividad de recuperación edilicia y de las obras de arte existentes, se incrementaron las posibilidades de puestos de trabajo así como de capacitación para la formación profesional. Se creó la primera escuela de oficios para dar servicio técnico especializado a la gran obra de rehabilitación que se estaba llevando a cabo. Se creó un importante movimiento comunitario con líderes de los barrios para apoyar el importante programa de recuperación del territorio.

En el centro histórico, se desarrollaron varias políticas que fueron dirigidas a lograr de forma general un desarrollo integral autofinanciado, y las estrategias que se dedicaron a resolver los problemas de déficit y calidad de la vivienda, entre otros aspectos esenciales, para favorecer la calidad de vida de la población del sitio.

De este modo se desenvolvieron diversos programas para el desarrollo de las siguientes iniciativas:

– El sistema de las casas museos. Viviendas convertidas en museos y en salas de concierto donde tienen sede diferentes grupos artísticos importantes de la ciudad.

– Hoteles. Existían, hasta la década de los noventa, catorce instalaciones que dan servicio con más de quinientas habitaciones para el hospedaje.

– El sector extrahotelero. Sistema de restaurantes, bares y cafeterías, tanto para la atención al turista como para la atención a la población local en moneda nacional

– El sector inmobiliario. Oficinas en edificios ubicados en zonas importantes como son el edificio Bacardí, edificios en la Plaza Vieja; algunos con rentas de apartamentos.

– El sector de redes y reanimación urbana. Se trabajó en la mejora de la iluminación pública, red vial, adoquinado de las calles más antiguas, mejora de los espacios públicos y señalética.

– El sector social. Se desarrollaron muchas fuentes de actividades para recuperar y mejorar la situación, formación y preparación de la población del lugar. Museos convertidos en escuelas, la biblioteca pública, la casa del estudiante, el hogar materno, los centros y viviendas protegidas para el adulto mayor y los planes de rehabilitación de escuelas, entre otros, fueron los más importantes.

– El sector de la vivienda. Dentro de éste todavía se desarrollan varios subprogramas, como, por ejemplo, el de la construcción de viviendas de interés social y las viviendas de tránsito para la población que tiene su vivienda en proceso de recuperación constructiva. También se construyen viviendas fuera del territorio pues es muy difícil, a partir de las nuevas necesidades de expansión de los núcleos familiares de los inquilinos, brindar a toda la población un espacio en el propio centro histórico al término de la recuperación. Algunas personas prefieren que les den oportunidad de ampliar el tamaño de su vivienda, aunque se les dé en otro sitio de la ciudad, a seguir en el centro histórico en una vivienda de espacio reducido.

Dentro de todo el empeño de las autoridades locales y centrales por favorecer el desarrollo y recuperación del centro histórico también se desarrollaron de forma diferenciada, de acuerdo a la atención especializada que tuvieron: el Programa del Barrio San Isidro, barrio interior, en la zona de formación más pobre de este territorio que colinda con el puerto, donde se actuó de forma integral para recuperar la vivienda de interés social, se crearon muchas instalaciones deportivas, culturales, de salud, escuelas, así como puestos de trabajo, dentro de los mismos oficios relacionados con la recuperación para insertar a la población local.

El Programa del Plan Malecón: El Malecón se considera como el frente más importante de la ciudad por lo que tiene una categoría particular. Se propuso un amplio plan de recuperación que tuvo entre las acciones esenciales la rehabilitación de edificaciones con diversos usos, fundamentalmente manteniendo la función de vivienda que ha sido la principal en esa franja de la ciudad. Además se trabajó por la recuperación de la imagen urbana y de los espacios públicos.

Dentro de los Programas socioculturales y socioeconómicos, se encontraron diferentes acciones que se han realizado para favorecer la calidad de vida de las personas del lugar pero, sobre todo, para fomentar la identidad del sitio hacia ellas, debido a que siempre el mayor incentivo del plan de recuperación ha sido mantener un centro histórico vivo para las personas que lo habitan.