El desertor contiene otros relatos con finales tan originales como este. Es el caso de «Paris la nuit», donde un narrador heterodiegético cuenta la primera noche en París de Olimpo Zapata, un joven colombiano que en su búsqueda del Foyer de Jóvenes Católicos termina pasando la noche en Pigalle, donde se dejará atrapar por la sensualidad de las prostitutas parisinas y acabará acostándose con una «muchacha rubia de faldita breve y largas piernas enfundadas en altas botas de cuero» (132). Todo ello, antes de volver al presente de la narración al final del cuento, en el que se descubre que Olimpo llegó al día siguiente al Foyer, acabó ordenándose sacerdote, pero que «aunque nunca se ha arrepentido de vestir la sotana, algunos domingos debe espantar apresuradamente la imagen de una muchacha rubia de faldita breve que sube con él la escalera del púlpito» (133).

Para finalizar este recorrido elegimos «Espejismo», un cuento que contiene los rasgos principales de su narrativa de desertor, manteniendo similitudes con «El desertor» (nouvelle de la que se distingue por el uso de un narrador protagonista en primera persona) y Años de fuga. En él encontramos a un narrador, cuyo nombre nunca sabremos, que refiere su encuentro casual en un aeropuerto de provincia colombiano con Arjona, un amigo con el que compartió vivencias en el Movimiento Revolucionario Liberal a principios de los años sesenta —al igual que el mismísimo Plinio A. Mendoza, quien ha confesado en sus artículos que también vivió «ese embeleco» (2016)—, que le pone al día de su triste situación personal. Separado hace cinco años de su exmujer, Lorena, de la que sigue secretamente enamorado, vive durante la semana refugiado en su trabajo y en el alcohol, a la espera del encuentro semanal con ella y con sus hijas de cada domingo.

El interés del cuento radica en cómo el lector va a ir descubriendo de la mano del narrador que Arjona no es sino su doble. A poco de comenzar el relato sabemos que ambos comparten el abandono de las ilusiones revolucionarias, lo que les había hecho creerse a ambos muy lúcidos, «pero en el fondo» les hace sentirse «solos, vagamente culpables, de todas maneras desertores, dispersos, hechos una mierda» (112); luego, que los dos sufren remordimientos cada vez que les recuerdan el ejemplo de la vida y muerte de Camilo Torres (118 y 119) y, en una maroma al final del relato que oficia de triste colofón, que ambos han sido abandonados por sus respectivas parejas (120). Ante este final, el lector puede preguntarse: ¿se trata de un relato autobiográfico o este narrador y personaje es otro de sus alter ego, como el Martín de Entre dos aguas, al que Plinio Apuleyo Mendoza hace coincidir consigo mismo y con Gabo en Cuba en el juicio revolucionario a un conocido militar de Batista (224)? La respuesta es lo de menos. Lo importante es que este relato sobre un tema clásico de la ficción breve como el del doble es otra joya más, otro nuevo «Espejismo» nacido de la pluma de un escritor irregular, pero injustamente olvidado.

 

BIBLIOGRAFÍA

· Alvarado Tenorio, Harold (1985). «Una generación desencantada: Los poetas de los años setenta». Anales de Literatura Hispanoamericana, 14. 33. 33-46.

· Camacho Delgado, José Manuel (2019), ed. Los parientes de Ester. Madrid: Cátedra.

· García Márquez, Gabriel (1983). De Europa y América (1955-1960). Obra periodística. Vol. 4. Barcelona: Bruguera.

· García Márquez, Gabriel y Plinio Apuleyo Mendoza (1982). El olor de la guayaba. Conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

· Gilard, Jacques (1975). «Plinio Apuleyo Mendoza. El desertor. Compte-rendu». Caravelle: Cahiers du monde hispanique et luso-brésilienne, 24. 114-118.

· Gilard, Jacques y Plinio Apuleyo Mendoza (1976). «Plinio Apuleyo Mendoza. Entretien». Caravelle: Cahiers du monde hispanique et luso-brésilienne, 26. 225-230.

· Giraldo, Luz Mary (2005), sel. Cuentos y relatos de la literatura colombiana. Tomo II. Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

· Luchting, Wolfgang A (1980). «Años de fuga by Plinio Apuleyo Mendoza; La casa infinita by Augusto Pinilla. Reviews». World Literature Today, 54. 3 (Verano): 409.

· Mendoza, Plinio Apuleyo (1973). El desertor. Caracas: Monte Ávila Editores.

–. Años de fuga (1979). Bogotá: Plaza y Janés.

–. Cinco días en la isla (1999). Barcelona: Plaza y Janés.

–. Entre dos aguas (2011). Barcelona: Ediciones B.

–. «Yo viví ese embeleco» (2016). Bogotá: El Tiempo. 11/02/2016. Web. El Tiempo. <https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16507577>. Consultado el 16/04/2020.

· Mendoza, Plinio Apuleyo, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa (1996). Manual del perfecto idiota latinoamericano… y español. Barcelona: Plaza y Janés.

· Oquist, Paul (1978). Violencia, conflicto y política en Colombia. Bogotá: Biblioteca Banco Popular.

· Piotrowski, Bogdan (1988). La realidad nacional colombiana en su narrativa contemporánea (aspectos antropológicos, culturales e históricos). Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.

 

 

[1] La fecha de publicación tardía de su primer libro y el retrato pesimista del país lo sitúan como un miembro más de esta heterogénea generación opacada por la obra y figura de García Márquez que, como recuerda José Manuel Camacho Delgado, en su edición a Los parientes de Ester de Luis Fayad, ha sido denominada de múltiples formas: «generación sin nombre», «generación del setenta», «generación del bloqueo y del estado de sitio» y «generación transhumante» (2019, 16-18). Una generación en la que Alvarado Tenorio incluía sólo a los poetas post-nadaístas José Manuel Arango (1937), María Mercedes Carranza (1945), Juan Manuel Roca (1946) y Juan Gustavo Cobo Borda (1948), pero en la que se ha añadido posteriormente a novelistas como Apuleyo Mendoza (1932), Albalucía Ángel (1939), Luis Fayad (1945), etcétera.

[2] Guerra civil no declarada entre liberales y conservadores, especialmente cruenta en el medio rural, que se desarrolló entre 1947 y 1965 causando según las estimaciones realizadas por Carlos Lemoine, director nacional del Centro Nacional de Consultoría, doscientas mil muertes y más de dos millones de desplazamientos del campo a la ciudad, sobre una población total estimada de once millones de habitantes (Oquist, 307).[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]