«Qué está pasando, de verdad, qué está pasando, para que todo el mundo desee tener los ojos cerrados. Para que nadie quiera darse cuenta de que mi ciudad es ya una gran huronera que la reverberación del sol y la oscuridad de la noche sólo camuflan. Pero no, ocultan. No hay brigadas de barrenderos, de policías o de intelectuales posmodernos capaces de ocultarlo»

POR  GABRIELA YBARRA

Me gusta leer los primeros textos de los escritores que admiro porque en ellos suelen aparecer los temas que más adelante desarrollarán en su obra. Decido adentrarme en el universo de Mercedes Soriano (Madrid, 1953 – Presillas bajas, Almería, 2002) a través de su primer cuento publicado en El País en 1987, un texto titulado La Gran Vía que apareció en las páginas del periódico cuando Soriano era todavía una autora inédita. De este breve relato sobre un paseo nocturno por la noche madrileña de finales de los ochenta, me impresiona su estilo envolvente. La autora consigue que el lector se sumerja en el texto. Es posible ver el «cementerio de zumos naturales» de la ya desaparecida cafetería Vitamina de la Gran Vía y escuchar las conversaciones de los noctámbulos. Al terminar la historia, uno no tiene del todo claro si acaba de leer o de experimentar el paseo. Soriano tiene una habilidad excepcional para captar las conversaciones de la gente y mezclar con naturalidad lo coloquial con referencias literarias. También me llama la atención la rabia que hay en su prosa. Parece que existe un desajuste entre el mundo real y aquel en el que aspira a vivir la autora. Sin embargo, el enfado no le impide a Soriano ser divertida y mirar la ciudad desde arriba, con distancia, como si ella fuera un gran ojo omnisciente capaz de meterse en la cabeza de cualquiera. Todos los rasgos aquí descritos también están presentes en Contra vosotros, la segunda novela de Soriano y la primera de la autora madrileña que rescata La Navaja Suiza tras casi treinta años de olvido. 

Leí por primera vez el nombre de Mercedes Soriano hace pocas semanas, cuando me crucé con un ejemplar de su novela recién reeditada en una librería. El libro de Soriano estaba al lado de otro titulado Aposento (La Navaja Suiza, 2021) y me llamó la atención que las portadas de las dos publicaciones formaran un único paisaje al juntarlas. Contra vosotros es la novela más celebrada de la autora madrileña y Aposento, una mezcla de ensayo y autobiografía en donde el escritor Miguel Ángel Muñoz (Almería, 1970) trata de resolver el misterio de la desaparición y caída en el olvido de Soriano. Muñoz repasa la lectura de sus cuatro novelas y recorre los paisajes desérticos del municipio de Níjar en donde la escritora se refugió.

Mercedes Soriano gozó de reconocimiento entre finales de los 80 y principios de los 90. Su obra fue publicada por dos de las editoriales más prestigiosas del país: Alfaguara y Debate, y su proyecto literario era uno de los más sólidos de su generación. Sin embargo, poco después de que viera la luz su último libro, Una prudente distancia (Debate, 1994), se dejó de hablar de ella en los círculos literarios. ¿Quizás porque su literatura era demasiado incómoda? ¿Porque dibujaba un retrato de su tiempo en el que nadie quería reconocerse?

Mercedes Soriano gozó de reconocimiento entre finales de los 80 y principios de los 90. Su obra fue publicada por dos de las editoriales más prestigiosas del país: Alfaguara y Debate, y su proyecto literario era uno de los más sólidos de su generación. Sin embargo, poco después de que viera la luz su último libro, Una prudente distancia (Debate, 1994), se dejó de hablar de ella en los círculos literarios. ¿Quizás porque su literatura era demasiado incómoda? ¿Porque dibujaba un retrato de su tiempo en el que nadie quería reconocerse? Unos años antes, a principios de los 90, Soriano había dejado Madrid hastiada por la falta de valores de la sociedad que le rodeaba. Encontró un refugio en Presillas Bajas, un pueblo del municipio de Níjar en Almería, en donde, según reconoce Muñoz en unas declaraciones para El Salto Diario, descubrió cierta pureza en el paisaje desértico. Murió con cuarenta y nueve años. Llevaba ocho sin escribir. Hasta el pasado mes de junio, toda su obra llevaba años descatalogada.

Soriano publicó cuatro novelas: Historia de No (1989), Contra Vosotros (1991), ¿Quién conoce a Otto Weininger? (1992) y Una prudente distancia (1994). Los tres primeros libros forman una trilogía en donde la autora intenta captar el estado de ánimo de nuestro país durante la transición. Soriano se sentía estafada porque muchos de sus compañeros de la lucha antifranquista se habían aburguesado. Tanto en sus entrevistas como en sus novelas, se aprecia que la autora tiene la firme voluntad de vivir acorde con sus ideales. La coherencia es probablemente lo que impulsa a Soriano a marcharse de Madrid. A veces, lo más honesto que uno puede hacer es quitarse del medio para dejar de participar en aquello que detesta. «Nos están vendiendo la moto de que esto funciona y que es ideal, y no es cierto», dijo Soriano a un periodista de El País a raíz de la publicación de Contra Vosotros. «Nos hemos habituado a una historia que es falsa». «Irse no es para huir, sino para perder el miedo. Nos hemos acostumbrado a que el desafuero y el abuso sean lo normal». Después de la publicación de su último libro, Una prudente distancia, siguieron ocho años de silencio hasta que, en 2002, con cuarenta y nueve años y dos hijos pequeños, murió en Almería. La autora vivía tan desconectada, que El País tardó cuatro días en hacerse eco de su defunción. Belén Gopegui es la autora que más ha reivindicado la importancia de la literatura de Soriano en los últimos años: «Me leía sus textos, yo tenía veintipocos años, me prestó y recomendó libros, me enseñó algunas de las trampas del mundillo […] obras, perspectivas, caminos posibles». 

Según Mercedes Soriano, su primer libro Historia de No «trata de mucha gente que vivió como yo, que creía en la revolución y que se dejó la piel en la revolución, que militó en partidos políticos y luego le dio la risa».

En Contra vosotros la autora profundiza en su desencanto político y en el rechazo a los nuevos valores capitalistas. En este libro la historia se divide en dos partes. En la primera encontramos siete monólogos en los que diferentes personajes nos cuentan sus logros y sus pérdidas. Los protagonistas se llaman: Memoria, Relevo, Control, Completa, Hallazgo, Pasión y Desertor, y están inspirados en personas que la autora conoció. La sensación que uno tiene al leer el texto es la de estar dentro de la cabeza de los personajes. Los torrentes verbales siguen el ritmo del pensamiento y de la memoria: hay digresiones, el presente se mezcla con el pasado y con el futuro. La escritura es asfixiante, difícil, sin apenas puntos seguidos o aparte, y recuerda a la de Thomas Bernhard, a quien Mercedes Soriano admiraba. Aunque el desasosiego está muy presente en el trabajo de ambos, la española es más luminosa, lírica y divertida que el austriaco. En el primer relato, una mujer repasa su vida mientras sirve copas en un bar. Recuerda su primer matrimonio con viajes y abrigos de visón. Recuerda a sus hijos, de quienes parece haberse distanciado. Lo ha perdido todo, pero vive más ligera. No para de trabajar, y mientras trabaja, sigue recordando: «Qué distintos son unos de otros, parece mentira que sean hijos de los mismos padres, educados de la misma manera, si yo hubiera sido menos ignorante otro gallo habría cantado, parece que la noche va a ser floja, este lavaplatos raya el cristal que es una pena». Al igual que en el relato de La Gran Vía, tengo la sensación de estar dentro del bar, en la cabeza de la protagonista, rodeada de comandas de bebidas y recuerdos. Las historias de los monólogos se cruzan, pero no siempre es evidente cómo lo hacen. Muchos de los personajes se dejan caer por el local de Memoria a tomar una copa en algún punto de su historia. Algunos tienen o han tenido relaciones amorosas con otros. Todos están en un proceso de cambio, desencantados con sus parejas anteriores y esperanzados de encontrar a alguien con quien aliarse para huir de la soledad. La precariedad moral lleva aparejada una precariedad en las relaciones personales: «por qué nos relacionamos tan mal, por qué los vínculos entre las personas son tan malos y falsos, y por qué nos sucede un fracaso tras otro», dice la autora en una entrevista. El dinero y la posición social son preocupaciones recurrentes de los personajes. Este es sobre todo el caso de Relevo y Control: «Los ricos de nacimiento sois de otra pasta, desde que venís al mundo os sabéis respetados, ni se os ocurre que se pueda disfrutar más de lo que disfrutáis vosotros porque entonces, ¿cuál sería la diferencia entre ser rico o pobre?, que me admitierais, que me admitierais ya fue un rasgo de generosidad». La segunda parte del libro se titula Nadie y en ella Soriano escribe un alegato potentísimo en donde arremete contra creadores, intelectuales y políticos de su tiempo. A veces también parece estar dirigiéndose a los protagonistas de los monólogos de la primera parte del libro. Critica sus máscaras: «Torvamente cándidos como para mimar vuestra identidad sin daros cuenta de lo idénticos que sois». Critica que traten de emular a los ricos, lo rápido que se han adaptado al poder, su falsa moral, su falta de rigor, su avaricia… Pero también identifica sus males: «la violencia, el llanto, la conmiseración, el sinsentido y la tristeza se abren paso en vosotros y se sabe de largas noches insomnes, de lamentos susurrados, del persistente dolor que os atraviesa, de vuestros hogares malolientes, de huesos que crujen como madera seca, de la impotencia y de pasos clandestinos dados aprovechando la lejanía». Una de las principales desgracias que Soriano identifica en sus contemporáneos es la necesidad de compañía. La soledad es sinónimo de fracaso y nadie quiere fracasar. Nadie salvo Soriano, que no tiene interés ni en cultivar amistades huecas ni en ser popular. Para Soriano la salvación está en tener tiempo para vagabundear y caminar despacio, en rehuir las modas y en no estar presionada a escribir libros irrelevantes. La autora defiende con fervor la autenticidad en la creación frente a la producción atolondrada. Por desgracia, las aspiraciones y las críticas de Soriano siguen siendo válidas para el panorama literario actual.

La escritura es asfixiante, difícil, sin apenas puntos seguidos o aparte, y recuerda a la de Thomas Bernhard, a quien Mercedes Soriano admiraba. Aunque el desasosiego está muy presente en el trabajo de ambos, la española es más luminosa, lírica y divertida que el austriaco

Es imposible leer a Mercedes Soriano sin tratar de recomponer el puzle de su vida, sin buscar las pistas que nos ayuden a arrojar luz sobre su biografía. Los autores y autoras que un día decidieron callarse y desaparecer siempre producen cierto magnetismo; su obra adquiere un significado diferente al que tenía cuando estaban vivos. Sus textos se llenan de fantasmas y de enigmas. «Me marcho fuera, no sé exactamente cuándo volveré, estoy harta, no me busquéis» dice Soriano en la novela ¿Quién conoce a Otto Weininger? y, al leer la frase, no puedo evitar imaginar a la autora huyendo de Madrid. 

Ojalá Contra vosotros consiga interlocutores suficientes para que La Navaja Suiza siga reeditando las novelas de Mercedes Soriano, para que quienes hemos quedado fascinados por su prosa podamos seguir profundizando en la obra de esta autora enorme y obtener a través de ella las claves para comprender mejor a la sociedad española. 

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