Pero durante mucho tiempo la mayoría de los autores se han decantado por atribuir el Atlas de El Escorial a Pedro de Esquivel, al relacionarlo con un mapa de España referido por el cronista Ambrosio de Morales. Hasta la aparición de los llamado «Papeles de Estocolmo»,[32] Alonso de Santa Cruz figuraba como candidato secundario a la autoría del Atlas y las pruebas que le avalaban parecían poco sólidas, hasta que Angel Paladini planteó una nueva hipótesis.[33]

El análisis exhaustivo de esa libreta de campo del maestro Esquivel localizada en Biblioteca Real de Estocolmo,[34] y algunas comprobaciones caligráficas nos han ayudado a resolver el dilema, quedando claramente diferenciados los dos proyectos: por un lado, aquel que llevaba a cabo Esquivel en 1555, del que sólo se conservan las mediciones; y por otro, el manuscrito de El Escorial, atribuible a Santa Cruz.

La datación del mapa está íntimamente vinculada con la búsqueda de su autor. Los diferentes estudios sobre el Atlas plantean varias fechas de inicio, inclinándose la mayor parte de ellos por datarlo en la segunda mitad del siglo xvi. Gabriel Marcel lo situaba entre 1642 y 1659 y opinaba que no valía la pena estudiar un mapa tan deficiente.[35] Gonzalo de Reparaz lo databa en el último tercio del siglo xvi, entre 1580 (cuando se incorporó Portugal a la corona de España) y 1598, fecha de la muerte de López de Velasco.[36] Vázquez Maure consideraba que era anterior a 1561, fecha en la que Madrid se convirtió en capital del reino.

Los historiadores anglosajones han realizado varias propuestas relacionadas con la datación del Atlas, muchas de ellas basadas en autores españoles. Parker inicialmente lo dató en 1580, alegando que el mapa no se inició hasta la anexión de Portugal; en publicaciones posteriores, afirma que la toma de datos se hizo alrededor de 1560 y que el mapa se dibujó veinte años después, cuando Portugal pasó a manos de la corona española.[37] Goodman considera que el rey encargó el mapa en 1566 sin aportar ninguna prueba que lo sustente y Kagan establece dos propuestas (una entre 1551 y 1566, y otra entre 1570 y 1591) en las que mezclan y confunde el Atlas de El Escorial con el proyecto cartográfico iniciado por Esquivel.[38] Este baile de fechas y la confusión entre el Atlas de El Escorial y el mapa de Esquivel han sido una constante.

A la hora de datar el Atlas, la información cartográfica aporta algunos argumentos que debemos considerar. Ha de ser anterior a la capitalidad de Madrid (1561), que en las hojas está rotulada con minúsculas, como una localidad poco significativa; en el mapa índice Madrid aparece con el mismo estatus que el resto de las capitales castellanas, pero este mapa fue confeccionado a partir de la información de las hojas y debió ser añadido a posteriori. El monasterio de El Escorial no aparece representado de forma significativa en el Atlas, pues cuando se estaba confeccionando el mapa aún no se había decidido el emplazamiento definitivo, prueba de ello es la existencia de dos monasterios y de dos municipios con el nombre de Escorial. La sede definitiva para el monasterio fue elegida en 1561. Alejo Venegas explica que Santa Cruz había hecho «una traza de sola España, más ha puesto tanta diligencia que ha corregido las tablas antiguas y ha hecho cartas de marear por alturas y derrotas».[39]

Gracias al Astronómico Real tenemos constancia de sus trabajos cartográficos; en él explica que no pudo finalizar algunas tareas pendientes, pues el rey le encargó una descripción de España antes de partir hacia Europa, en 1539: «pero como su majestad me dejase mandado al tiempo de su partida que trabajase en hacer la descripción general de la geografía de España y otras cosas importantes descuidé de la impresión de los dichos libros».[40]

La información que aporta el Astronómico Real es fundamental para atribuir el Atlas a Alonso de Santa Cruz, pues en él, el cosmógrafo se refiere a un mapa de España construido con grados de longitud y latitud encargado por el emperador, que inevitablemente hemos de relacionar con manuscrito de El Escorial. En sus páginas se incluye un listado de ciudades de España, Europa y las Indias con sus coordenadas de latitud en grados enteros y las longitudes referidas a Toledo en horas y minutos:

Ponemos en la siguiente tabla todas las más principales ciudades y lugares de España con la mejor precisión que hasta ahora se han hecho, por grados de longitud y no menos por grados de latitud, los cuales no pondré aquí con tanta precisión porque no hacen al propósito todo lo cual tengo averiguado, por haber andado por toda España procurándolo saber con la mejor diligencia posible, y esto tengo hecho por mandado de su majestad, para ordenar la descripción de la Corografía de España que tengo hecha con todas las mejores particularidades de cosas que a mí han sido posibles de inquirir.

 

Las latitudes fueron anotadas con una precisión de 30’, pero las longitudes, determinadas con 15’ y referidas a la ciudad de Toledo, que era donde residía Santa Cruz, son muy precisas para la época. Todo ello lo explica en el Astronómico cuando alude a las conjunciones y eclipses, que están «calculados para la insigne ciudad de Toledo donde tomamos este trabajo mientras allí estuvimos (como dicho tengo) y porque esta ciudad está en medio de toda España y con muy pequeño agrandamiento o menguamiento de minutos se pueden reducir todas las demás ciudades a la propia longitud de ella, lo cual se hará muy fácilmente por la tabla de las ciudades de España que al principio de este libro hemos puesto».[41]

El cosmógrafo adelantó su propio dinero para instrumentos y cosas de cosmografía, que fueron recompensados mediante un pago de             quinientos ducados de oro. La suma de sus salarios como cosmógrafo y contino ascendía a doscientos ducados, pero sus gastos, con tantos desplazamientos, debían ser cuantiosos.

Su estancia en Toledo fue muy productiva: allí confeccionó el mapamundi dedicado a Carlos V, Nova verdor et integra totius orbis descriptio nunc primum in lucem edita per Alfonsum de Santa Cruz. Caesaris Charoli V archicosmographum. A.D. MKXLLII (1542), y el mapa de la ciudad de Méjico.[42]

También debió confeccionar un plano de Toledo, cuyos gráficos de visuales han sido descubiertos en los reversos de las hojas del Atlas de El Escorial, poniendo en práctica las teorías que expuso Apiano en su Cosmografía, una obra que acababa de traducir y comentar. Santa Cruz entendía la necesidad de tener buenos mapas, y así lo expresa en las líneas finales del Libro de las longitudes donde reflexiona sobre los motivos de la escasez cartográfica que reinaba en su tiempo. Se queja de lo mal que se conoce el mundo, de la poca seguridad de los caminos y considera que los antiguos tenían más facilidades para caminar por tierras del imperio y recabar sus elementos geográficos.

En 1545, durante la regencia de Felipe, Santa Cruz se trasladó desde Toledo a Portugal para recoger noticias sobre la declinación magnética en las Indias Orientales, un problema que ocupaba a los científicos ibéricos, interesados en las rutas asiáticas y en la determinación del meridiano que dividía los territorios de ultramar entre España y Portugal. En el Libro de las longitudes escribe: «[…] por ser muy aficionado a esta ciencia de la cosmografía me di a peregrinar y navegar por muchas partes para saber por menudo las cosas de la Europa y fuy a Lisbona, en el reino de Portugal donde estuve mucho tiempo informándome muy bien de las cosas de África de muchas personas que avían peregrinado por las partes della, por mandado del Rey de Portugal […]».[43]

Con sus conocimientos cartográficos y las cartas que había recogido sobre diferentes partes del mundo durante su viaje a Portugal, estaba dispuesto a confeccionar tablas y mapas, «poniendo en cada una las provincias, ciudades, lugares, ríos, montes y otras notables cosas que hubieren».

Además, contamos con un memorial escrito el 10 de noviembre de 1551, al que ya nos hemos referido, en el que informa a su majestad «[…] de cosas de geografía tengo hecha una España del tamaño de un gran repostero donde están puestos todas las ciudades, villas y lugares, montes y ríos que en ella hay, con las divisiones de los reinos y otras muchas peculiaridades».[44] Por todas estas razones, Santa Cruz es el más firme candidato a la autoría del Atlas.

Los temores de Alonso de Santa Cruz se cumplieron. Recordemos que sus trabajos fueron entregados al presidente del Consejo de Indias, tras el fallecimiento de Santa Cruz y, después de inventariarse, al primer cosmógrafo mayor del Consejo de Indias, Juan López de Velasco, quien utilizó sus obras, aunque reconociéndolo expresamente. Cuando éste pasó al Consejo de Hacienda todos los papeles que tenía de su oficio pasaron al nuevo titular, Pedro Ambrosio de Ondériz, en 1591. En mayo de 1596 se nombró, por defunción de este último, al burgalés Andrés García de Céspedes, quien recibió en 1595 todas las obras, papeles e instrumentos de los cosmógrafos mayores del Consejo de Indias que le precedieron en este oficio. Teniendo en sus manos todos los trabajos manuscritos de Alonso de Santa Cruz y posiblemente agobiado por las exigencias reales, García de Céspedes no pudo resistir la tentación de intentar apropiarse de ellos, incrementando así su prestigio.

Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo de Carlos V y de su hijo Felipe II, es elogiado efusivamente por un contemporáneo suyo, Alejo Venegas, en su libro Primera parte de las diferencias de libros que hay en el universo.[45] Después de alabar los numerosos trabajos realizados por el cosmógrafo sevillano, escribe: «Todo esto he dicho para que pues en España tenemos la summa de la cosmographía: quería yo que sacasen muchos estas figuras de los patrones de su autor: porque no perezca la sciencia con la vida de un hombre, especialmente de hombre que junto con estos instrumentos embuelve la hystoria con la chorographía de los lugares que escrive de todo el mundo».