La tierra baldía y «Palabras escritas en la arena por un inocente» parecen textos circulares. En el caso del norteamericano, como indagación dantesca de la ciudad londinense, de toda Europa, después de la Primera Guerra Mundial. En el cubano, por su parte, como añadidos imaginarios de una historia que formula ambiguos testimonios de una inacabada inocencia. Gastón encuentra en La tierra baldía el viaje por grandes nombres de la literatura, sus obras capitales, sus acontecimientos, sus resonancias y aportaciones: la Biblia, Shakespeare, Dante, Baudelaire, Virgilio, Milton, Ovidio, Verlaine, san Agustín, Hermann Hesse, los Vedas, etcétera. Un fresco de desolaciones. Este contraste dantesco entre la luminosidad del saber y la constancia sombría de lo cotidiano abre en Baquero numerosas posibilidades argumentativas, a través de un elenco de personajes muy sonoros. Parodia, teatralidad, inocencia, música.

Eliot crea una forma nueva de decir, de contrastar la modernidad por medio de innumerables facetas de la historia de la imaginación y las culturas. Por su parte, Gastón invoca la fórmula de una reescritura de la historia, a través de la llamada por él «adanización de la palabra». Sin La tierra baldía, «Palabras escritas en la arena por un inocente» no hubiera conseguido tan plenamente el sentido de universalidad que posee. Escribe T. S. Eliot en la parte i «El entierro de los muertos»:

Madame Sosostris, famosa vidente,

tenía un fuerte resfriado, sin embargo

es conocida como la mujer más sabia de Europa,

y tiene una baraja maldita. Aquí, dijo ella,

está tu carta, el marinero fenicio ahogado.

(Son perlas lo que eran sus ojos antes. ¡Mira!).

Aquí está Belladonna, la Señora de las Rocas,

la señora de las situaciones.

Aquí está el hombre con los tres bastos, y aquí la rueda,

y aquí el mercader tuerto, y esta carta,

que está en blanco, es algo que lleva a la espalda

y que me está vedado ver. No encuentro

el ahorcado. Temed la muerte por agua.

Veo multitudes caminando en torno a un anillo.

Gracias. Si ve a la buena de Mrs. Equitone,

dígale que traigo el horóscopo yo misma:

hay que ser tan prudente hoy en día.

Eliot, 2015, p. 89

 

Baquero estudiará los resortes que hacen perdurable la obra elotiana: «Dentro de aquellos poemas iniciales, como luego en La tierra baldía, encuéntrase material para la meditación más detenida y jugosa, pero es obvio que lo perseguido por el poeta no es escribir un tratado lírico de metafísica, sino crear en vivo, por la palabra y por la imagen, una situación límite en la coincidencia, de la experiencia del hombre sobre la tierra» (Baquero, 1995, p. 76).

«Palabras escritas en la arena por un inocente» hubiera resistido unas notas finales, tan aclaratorias como engañosas, como lo hiciera, en su momento, Eliot en La tierra baldía. Transita a través del renacimiento perpetuo de su notable «inocente», formando parte de la adivinación de la verdad, como madame Sosostris, «Tiresias, viejo de arrugadas tetas» o «Filomena, por el rey bárbaro / tan brutalmente forzada». Gastón sabe disfrazarse dentro del poema que más referencias tiene en su obra:

¡No! Si yo soy tan sólo un niño inocente.

Uno a quien han disfrazado de persona impura.

Uno que ha crecido de súbito a espaldas de su madre.

Pero nada comprendo ni sé, me muevo y hablo

porque los otros vienen a buscarme, sólo quisiera

saber con certidumbre lo que pasó en Egipto

cuando surgió la esfinge de la arena.

De esa arena en que escribo como un niño

epitafios, responsos, los nombres más prohibidos.

Escribiendo su nombre y borrándolo luego.

Para que nadie lea, y los peces prosigan inocentes.

Y los niños corran por las playas sin conocer el nombre que me muere.

Rodríguez, 2001, p. 99

 

Al leer la obra de Gastón Baquero, sobre todo sus tres volúmenes escritos y publicados en España, Memorial de un testigo (1966), Magias e invenciones (1984) y Poemas invisibles (1991), podemos apreciar variadas progresiones teatrales, formas muy decantadas de relatar destinos y trastiendas, oráculos y presagios, negaciones oprobiosas y salvaciones inesperadas, dentro de un juego de espejos que el propio poeta define como «mi pequeño e inútil guerrear contra el caos de la existencia». Como si escribiera y borrara en la arena, a la vieja usanza de su poema más resistente. El propio Baquero, en carta enviada a su amigo y crítico José Olivio Jiménez, decía:

José Olivio Jiménez, huésped del reino en que habitaba Juan Ramón Jiménez, me pide que seleccione unos poemas míos para la revista El Cardo de Bronce.

¿Cómo puede hacerse esto? ¿Cómo, uno mismo, puede atreverse a amputar fragmentos del único poema que en verdad escribe un autor? Porque, en realidad, ¿realidad?, sí, realidad, uno escribe siempre el mismo poema; se es autor de un poema y nada más, como se es protagonista de una vida solamente. Si leyésemos con fruto, con atención y tensión suficientes, nos bastaría con leer un poema de un autor para conocer toda su obra (Baquero, 2014, p. 31).

 

En 1992 Gastón Baquero publica en la editorial Signos, en Madrid, su Autoantología comentada. La divide en «Poemas impersonales» y «Poemas personalizados». Incluye una buena parte de sus textos más singulares, designa para cada uno de ellos una obra musical que, a su juicio, enriquece y descubre el poema. «La música mejora la poesía», afirma. Sin embargo, deja fuera «Palabras escritas en la arena por un inocente».

¿Podríamos preguntarnos por qué? El propio Gastón nos responde, como si el cansancio de ese poema, su perdurabilidad indiscutible, se hubiesen convertido en una carga imposible de sobrellevar. Se produce una especie de autocrítica comentada, de golpe de autoridad desautorizada, como hubiera podido decir él: «¿Por qué dejo fuera “Palabras escritas en la arena por un inocente”, si es seguramente lo que se me ha elogiado más a través de los años? Sencillamente: no lo incluyo en esta autoantología porque me parece un poema excesivo, teatral, ampuloso y hasta patético».

En este decreto personal contra «Palabras escritas en la arena por un inocente», Baquero cae en una paradoja insalvable, ya que es justo en este poema donde se origina el sentido último de su escritura, como forma viva de la existencia, como proceso de muerte y renacimiento, de sueño y vigilia.

Volvamos al poema expulsado, como recuerdo también de aquella «típica casa cubana» y sus mujeres literaturizadas: Fredesbinda, su madre, la lectora voraz; Mina, la tía de la libreta de poemas: «Nunca comprendo nada y ahora comprendo menos que nunca. / Pero tengo la arena del mar, sueño, para escribir el sueño de los dedos» (Rodríguez, 2001, p. 97).

 

[i] Fragmento de «Palabras escritas en la arena por un inocente», en La patria sonora de los frutos (antología poética), selección y prólogo de Efraín Rodríguez Santana, La Habana, Letras Cubanas, 2001.

[ii] Fragmento inédito de una entrevista realizada por Efraín Rodríguez Santana en 1995 a Gastón Baquero.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

BIBLIOGRAFÍA
· Baquero, Gastón (1937). «Para el menor olvido de Stendhal», Grafos, año 5, vol. 5, núm. 47, p. 43.

– (1966). Memorial de un testigo. Madrid: Rialp.

– (2014). Fabulaciones en prosa. Madrid: Fundación Banco Santander, 2014, p. 31.

– (2015). «La poesía como reconstrucción de los dioses y el mundo», en Ensayo. Madrid: Fundación Central Hispano.

· Díaz-Díaz, Alberto (2008). Destellos y desdén (biografía de Gastón Baquero). Madrid: Advicium Editores.

· Eliot, T. S. (2015): La tierra baldía. Prufrock y otras observaciones. Barcelona: Lumen/Penguin Random House Grupo Editorial.

· Espinosa Domínguez, Carlos (1998). «La poesía es magia e invención». En VV. AA. (1998), Entrevista a Gastón Baquero. Madrid: Betania.

· García Marruz, Fina (2001). «Gastón». En Rodríguez Santana, Efraín, ed. (2001), La patria sonora de los frutos. Antología poética de Gastón Baquero. La Habana: Letras Cubanas, pp. 326-342.

· González Echevarría, Roberto (2008). Oye mi son. Ensayos y testimonios sobre literatura hispanoamericana. Sevilla: Renacimiento.

· Lázaro, Felipe (1998). Conversaciones con Gastón Baquero. Madrid: Betania.

· Piñera, Virgilio (2002). Cuentos completos. La Habana: Ediciones Ateneo.

· Rodríguez Santana, Efraín (1998). «La poesía es como un viaje». En VV. AA. (1998), Entrevistas a Gastón Baquero. Madrid: Betania.

–, ed. (2001). La patria sonora de los frutos. Antología poética de Gastón Baquero. La Habana: Letras Cubanas.

· VV. AA. (1998). Entrevistas a Gastón Baquero. Madrid: Betania.

· Wood, James (2016). Lo más parecido a la vida. Madrid: Taurus.