POR JOSÉ MANUEL MALHÃO PEREIRA
INTRODUCCIÓN
El libro que vamos a comentar hoy, escrito por Gavin Menzies con el título 1421, The Year China Discovered the World, fue publicado en 2002 en Londres, Nueva York, Toronto, Sydney y Auckland,[i] algunas de las capitales del mundo anglosajón, teniendo de inmediato un éxito resonante y vendiendo miles de ejemplares.

El objetivo de dicha publicación es el de probar que, entre marzo de 1421 y octubre de 1423, la armada bajo el mando de Cheng Ho, al servicio del emperador de China en ese momento, viajó por todo el mundo, habiendo determinado con rigor no sólo la latitud sino también la longitud de muchos lugares de la tierra.

Según el autor, esto le fue revelado fundamentalmente por el análisis de una carta de 1424 de Zuarte Pizzigano, donde se señalaban claramente dos islas, que el mismo identificaba como Cuba y Guadalupe.

Después de este descubrimiento y de algunas investigaciones y contactos que estableció en Portugal y que le ayudaron mucho, Gavin Menzies pasó años viajando por el mundo siguiendo la estela de los exploradores chinos, investigando en archivos, museos y bibliotecas, monumentos, castillos, palacios, puertos marítimos, promontorios rocosos, arrecifes de coral, playas desiertas e islas remotas.

El señor Menzies es oficial de la armada británica, donde prestó servicio desde 1953 hasta por lo menos 1970, habiendo comandado un submarino durante dos años.

A pesar de ser un historiador aficionado, una de las razones del éxito de su libro es la gran credibilidad que alcanzaron sus tesis, debido a que, en principio, es poseedor de una elevada experiencia náutica debida a su profesión.

En la página 83 de su libro, el autor afirma que para reconstruir los viajes de Cheng Ho, fue muy útil un viaje que hizo a bordo del HMS Newfoudland en 1959, desde Singapur a Inglaterra, pasando por el estrecho de Malaca, haciendo escala en las Seychelles, Mombasa, Zanzíbar, Lourenço Marques, East London, Cabo, Sierra Leona y Cabo Verde.

Dicho viaje le otorgó, traduzco: «Una valiosa comprensión del carácter de los vientos, corrientes y dificultades de la navegación que los almirantes chinos encontraron». Y más adelante afirma: «Sin esta experiencia yo nunca habría seguido el rastro de evidencia que encontré alrededor del globo, que me fue revelado por los increíbles viajes hechos por las Flotas del Tesoro chinas».[ii]

Concluye el autor de la siguiente manera: «Sólo conseguí conjeturar con confianza la derrota seguida por la flota china, porque los mapas antiguos y mi conocimiento de los vientos, corrientes y las condiciones con las que se enfrentaron me permitieron reconstituir esas rutas como si tuviera a mi disposición un registro escrito de las mismas».[iii]

En estas condiciones, lo que a continuación propongo es precisamente un análisis crítico a esta monumental obra, en sus aspectos náuticos, área para la cual no carezco de aptitudes al compartir la misma profesión del autor.

No voy a hacer ningún comentario, por ejemplo, del adn de los habitantes de las Azores, del cacarear de las gallinas sudamericanas, o de la actividad sexual de los miles de tripulantes de la gran armada, asuntos que, entre otros, merecerían sin duda los comentarios de expertos en el área. Sin embargo, considero que una evaluación de una parte importante de esta obra, que es la dedicada al ámbito de la náutica, servirá como muestra para evaluar la credibilidad general de la misma. También quisiera subrayar que tengo el máximo respeto por la cultura china y por la innegable contribución de la misma en el progreso de la humanidad.

He de añadir que, además, en el área que me interesa, que es la historia de la náutica, he intentado llevar a cabo el mismo estudio de manera comparativa, analizando las contribuciones de todos los pueblos del mundo y no sólo del portugués o del resto de países europeos.[iv]

Los comentarios que voy a hacer son, pues, una pequeña parte de lo mucho que se puede decir sobre este área específica de la obra en cuestión.

RESUMEN DE LOS VIAJES
Al final del texto (véase imagen 1), podemos observar una representación esquemática de los viajes que, según el autor, llevaron a cabo los almirantes de Cheng Ho entre 1421 y 1423.

Menzies considera que de los siete viajes de Cheng Ho que se conocen y para los que existe documentación, faltan tres años —que coinciden con los arriba mencionados—. En estas condiciones, el autor va a reconstruir, a través de las dudas que la carta de Pizzigano le provocó y de su experiencia náutica, el sexto viaje, que es el que originaría el descubrimiento del mundo, más tarde aprovechado por el infante don Henrique para sus exploraciones.[v]

No voy a dar muchos detalles sobre la constitución de la flota, adelantando apenas que estaba formada, según Menzies, por cerca de noventa buques, divididos en tres flotas de treinta navíos cada una. Los buques considerados y designados como buques del tesoro, tenían más de ciento cincuenta metros de eslora (longitud) y cincuenta metros de manga (anchura).[vi] El número de personas a bordo sería del orden de las veintisiete mil.